No hay semana suficiente para tanto asunto. Lunes de bulos y estrés social, con general de la Guardia Civil dispuesto a minimizar el clima contrario a la gestión del Gobierno. Martes de una cosa y su contraria, incluyendo la exégesis de la palabra paseo. Miércoles de pleno parlamentario, con esputo y estado de alarma prorrogado. Siguió jueves de Consejo Europeo y Día del Libro que no fue.
Llegamos al viernes como un personaje de La larga marcha, disuadidos de alcanzar cualquier cosa como una meta y convencidos de que moriremos en el intento. Una montaña rusa de hidrogel. A pesar de tantas imágenes, una resalta por encima de las demás: es contradictoria, como todo lo que compete a su personaje.
Las americanas le dan a Pablo Iglesias un aspecto funesto, entre funcionario de la RDA y enterrador
Desde que tiene despacho propio, Pablo Iglesias ha renovado su guardarropa. A su indumentaria de catedrático de cafetín le ha añadido unas americanas oscuras tres tallas por encima de la suya. Le dan un aspecto funesto, entre funcionario de la RDA y enterrador.
Una fotografía hecha esta semana en el congreso muestra al vicepresidente sentado en su escaño. Lleva abierta su americana, así que es posible ver la etiqueta de Zara estampada en la tela interior de la prenda. Podría ser un meme, un bulo, una manipulación digital. Aunque tampoco habría que extrañarse. Iglesias está hecho en la contradicción.
No le pega a Iglesias un traje de Inditex. Se visten de Zara los mileuristas. Él, que tiene una dacha, debería llevar una casaca verde oliva...
No le pega a Iglesias un traje de Zara. No es sólo el desprecio que siente y ha expresado por el dueño de Inditex, Amancio Ortega, que además ha tenido que ayudar al Gobierno a buscar mascarillas, sino porque para tener una dacha en Galapagar a Pablo Iglesias le pega más una casaca verde oliva.
Se visten de Zara los mileuristas. Es una ropa barata y ocupa poco espacio en los armarios de pisos que miden cuarenta metros, pero que aspiran a parecer de 60. En su mente pre-Moncloa era poco menos que un estilismo de la alienación y la fuente de riqueza de un empresario. Qué contradicción. Desde que es un burócrata, Iglesias se disfraza de estadista con estilismo de 'retailer'. A mí me sigue pareciendo un sepulturero.