Opinión

Violencia política es robarme mi éxito

Las feministas me dicen que mi éxito es suyo, porque sin ellas yo no habría conseguido nada en esta vida. Supongo que así es como empoderan ellas a la mujer

  • La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra y la ministra de Igualdad, Irene Montero -

No seré yo quien os escriba otra lección al más estilo Barrio Sésamo para explicaros qué es la violencia, qué es una violación o qué es la cultura. Estos días de atrás, he visto incluso a un conocido economista explicando en su canal de YouTube, con el diccionario de la RAE bajo el brazo, qué es violencia.

En ese punto estamos. Llegó por fin y lamentablemente ese día que predijo Chesterton, en el que "será preciso desenvainar una espada para afirmar que el pasto es verde".

Pues bien, señores, tenemos a unos intentando convencernos de que el pasto es azul, otros llevándose las manos a la cabeza porque el pasto es verde, mientras aquí una servidora ve que el pasto lo que está es seco, porque mientras todos se pelean, nadie lo riega. En realidad, a nadie parece que le importe el pasto.

Y si supiera qué espada tengo que desenvainar, tened por seguro que lo haría. Pero estoy muy perdida. Las causas que me parecían nobles y dignas de defender, ahora me suenan todas vacías e incluso ridículas. Palabras sin valor: igualdad, diversidad, infancia, salud mental, defensa animal… No terminaría. Los que tanto se preocupan del color de los pastos, las han reducido al absurdo, les han robado su valor.

Cómo va a tener para mí significado la igualdad, cuando no vale lo mismo el asesinato de un hombre que el de una mujer. Cuando ni siquiera el asesinato de una niña a manos de su madre es igual que el asesinato de una niña a manos de su padre. ¿De qué igualdad me están hablando? Yo esa no la conozco y no significa nada para mí.

Existen muchos de tipos de familia y en el póster que hacen para ilustrarlo, curiosamente se olvidan de poner una familia formada por un hombre y una mujer blancos, con hijos blancos

Cómo voy a darle valor a la diversidad, cuando en todos los anuncios de cosas buenas me meten a personas de todas las razas menos la mía. Existen muchos de tipos de familia y en el póster que hacen para ilustrarlo, curiosamente se olvidan de poner una familia formada por un hombre y una mujer blancos, con hijos blancos. Me han excluido a mí y a la mayoría de las familias españolas, pero viva la diversidad en España.

Aunque si quieres ver blancos en anuncios, no hay problema. Para hacer un anuncio sobre padres maltratadores solo muestran hombres y mujeres de mi raza: todos blancos y de buena posición económica. Ese es el ejemplo de padres maltratadores que el Gobierno de España considera importante transmitir, ignorando por completo que las estadísticas nos dicen que la mayoría de los niños sin escolarizar son de etnia gitana, aunque tampoco hay que ser experto en estadísticas para entrar en un bazar chino y ver a niños trabajando desde los 8 años, por ejemplo. Supongo que se han basado en los miles y miles de casos de niñas que sufren ablación de clítoris a manos de sus propias madres, en el barrio de Salamanca de Madrid. Nuevamente, la diversidad de la que me hablan yo no la conozco y no significa nada para mí. Lo que ha adquirido un nuevo valor es la palabra racismo: me siento discriminada por mi raza, por ser blanca. Aunque hay quien me va a decir que eso es imposible porque el "racismo inverso" no existe. Pues claro que no existe: el racismo es discriminar a alguien por su raza, independientemente de la que sea. "Racismo inverso", nuevamente, palabras vacías que no significan nada para mí.

Lo que persigue es multarme si mi perra tiene cachorritos o si me voy de vacaciones y me olvido de dejar a alguien al cuidado de dar de comer a mi pez. Esto es literal, no es ironía

Hablemos de la infancia. Se prohíben los anuncios de juguetes de cocinitas o muñecas donde salgan niñas y de coches donde salgan niños, para "desterrar los estereotipos sexistas". Y lo aplauden los mismos que si tu hijo de 5 años va al colegio y quiere jugar a las peluqueras y vestirse de princesa o tu hija de 6 años dice que quiere ser conductor de camiones y vestirse de pirata, te mandan al psicólogo y al asistente social porque tu "hije" es transgénero.

¿Salud mental? A todos les preocupa muchísimo, llenan sus redes sociales con el hashtag #stopsuicidios, pero no les tiembla la voz para decirte que si te has tomado la medicación, cuando les incomoda tu discurso. En los centros de salud mental pública un psiquiatra tarda entre tres y cuatro meses un verte por primera vez, aun diciendo que tienes ideas suicidas. Si consigues llegar vivo a la cita, tras quince minutos te endosa el "kit de la depresión", cuyos fármacos ya conocemos todos y, si sobrevives, te vuelve a ver en otros tres o cuatro meses, "a ver qué tal vas". No, la salud mental de la que ustedes me hablan tampoco significa nada para mí.

¿Hablamos de la nueva ley de defensa animal? Una ley en la que no han contado en ningún momento con el sector más entendido en el tema: los veterinarios. Para qué, si lo que persigue es multarme si mi perra tiene cachorritos o si me voy de vacaciones y me olvido de dejar a alguien al cuidado de dar de comer a mi pez. Esto es literal, no es ironía. No, tampoco significa nada para mí la defensa animal de la que me hablan. No tiene valor.

Nada tiene valor. Ni siquiera yo misma. Me han arrebatado una de las cosas más valiosas que yo tenía: mi éxito, mis triunfos, mis logros. Ahora, cuando consigo algo, da igual lo mucho que me haya esforzado, no importa el tiempo que le haya dedicado ni las ganas o la ilusión. Las feministas me dicen que mi éxito es suyo, porque sin ellas yo no habría conseguido nada en esta vida. Supongo que así es como empoderan ellas a la mujer. En el lado opuesto, tengo gente diciéndome que mi éxito se debe solo al hecho de ser mujer, que me lo han regalado por tener pechos y vagina.

Entonces llega un día, en el que un medio como este te contacta, te dice que te ha leído, hace alabanzas a tu estilo y modo de expresarte y te propone escribir una columna de opinión. Aceptas encantada, para darte cuenta después de que ya no sabes si quiera si lo puedes considerar un logro tuyo: ¿será que necesitaban mujeres? ¿Será de verdad que escribo bien, que transmito, que llego al lector?

Qué pena más grande, de verdad, que ya ni siquiera el éxito tenga valor. Que sea una palabra vacía que ya no significa nada para mí, solo porque soy mujer y gracias al "Gobierno más feminista de la historia". No sé qué más pastos me podéis arrebatar ya.

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