Volodímir Oleksándrovich Zelenski nació en Kryvyi Rih (en ruso: Krivói Rog) (en castellano: cuerno torcido), ciudad de Ucrania, el 25 de enero de 1978. Es el único hijo que tuvieron el profesor Oleksandr Zelenski, matemático, informático y científico especializado en Geología y Minería, y su esposa, la ingeniera Rimma Zelenska. Ambos son judíos, lo mismo que el chico, a quien desde niño llamaron Vovo, pero no son muy religiosos porque los soviéticos, cuando Vovo nació, apenas permitían la práctica de la religión. De ninguna. El abuelo paterno de Zelenski, Semyon, fue un héroe de la segunda guerra mundial y tanto su padre como sus tíos (los bisabuelos de Vovo) fueron asesinados por los nazis en el Holocausto.
En el caso de Zelenski es importante su ciudad natal, Kryvyi Rih. Es una de las más extensas de Europa (más de 120 km. de punta a punta) y de las más grandes de Ucrania. Está dedicada desde hace más de cien años a la minería del carbón y sobre todo del hierro. También fabrican acero. Cuando nació Vovo Zelenski, Kryvyi Rih tenía más o menos la misma población que ahora, unos 600.000 vecinos, y ha llegado a tener más de 500 fábricas. Vovo creció en lo que podríamos llamar un ambiente hostil, de bandas callejeras y poca serenidad. El niño Zelenski pasó cuatro años de su infancia a 6.500 kilómetros de su casa: en Erdenet, en el centro de Mongolia, donde entonces trabajaba su padre. Su idioma natal es el ruso. El ucraniano tuvo que aprenderlo después, cuando ya era un buen mozo.
Creció fuerte e independiente. Tras los estudios primarios y secundarios, Vovo Zelenski comenzó a estudiar Derecho en la Universidad Nacional Económica. Hay quien dice que se licenció en el año 2000. Hay quien asegura que nunca terminó la carrera. Sí está claro que aprobó el examen de inglés como lengua extranjera y que le dieron una beca para estudiar en Israel, pero su padre, por alguna razón, no le permitió ir. Lo que no ofrece dudas es que jamás vistió una toga ni ejerció como abogado. El Derecho no le interesaba un pimiento. Lo que a él le gustaba era el teatro.
"Club de gente divertida y ocurrente"
Tenía 17 años cuando lo admitieron en el concurso de televisión KVN, un certamen internacional de humor cuyas siglas significan “club de gente divertida y ocurrente”. Fue un exitazo de programa que ponía enfermos a los censores soviéticos, porque los concursantes tenían que contar chistes en directo y eso es peligrosísimo para toda dictadura. ¿Divertido y ocurrente? Zelenski era ambas cosas y en abundancia. Era un tipo muy simpático. Tenía verdadero talento como actor, como humorista y como bailarín. Se movía como un mustélido. Y no cantaba mal. En el concurso le fue tan bien que llegó a organizar un equipo para competir en él, al que llamó Kvartal 95 (el nombre de un barrio de su ciudad). Ganó la fase o “liga” nacional de KVN en 1997, con 19 años. Los chavales de Kvartal 95, con Vovo Zelenski al frente, actuaron en muchos países “post-soviéticos”. También en Moscú. Zelenski, en Ucrania, era muy popular gracias a aquellos shows de televisión.
El asunto creció. El equipo de Kvartal 95 se transformó (estamos en 2003) en una productora de concursos, contenidos de televisión, programas de variedades y conciertos. Cotizaban en Bolsa. Ganaban dinero. Usaban tanto el ruso como el ucraniano. Zelenski participó en la versión ucraniana del concurso norteamericano “Dancing with the stars”, en el que competían parejas de baile formadas por un novato y un famoso; Zelenski, naturalmente, era el famoso. Aquello le hizo aún más popular de lo que ya era. Todo el mundo le conocía. Y a todo el mundo le caía bien aquel tipo al que, en España, habríamos llamado salao.
Su debut en el cine llegó en 2009. Ha participado, como actor, en muchísimas películas y series de televisión; y no cabe la menor duda de que tenía mucho más talento y más éxito que, por ejemplo, Ronald Reagan, otro cómico (este sin ninguna gracia) que había llegado a la presidencia de EE UU. Vovo Zelenski llegó a interpretar (cómicamente) a Napoleón. Uno de sus grandes éxitos en la pantalla fue el filme ruso-ucraniano First Dates, estrenado en 2015. No hace ni diez años.
"Gente decente"
Pero había un problema, y el problema se llamaba Vladímir Putin. El presidente de Rusia, que no hacía más que aumentar su poder y desvirtuar la democracia en su país, sencillamente negaba la existencia de Ucrania. Consideraba que la nación vecina debía ser restituida a la “madre Rusia”, ya fuese por anexión o en condiciones de vasallaje, como Bielorrusia. Y a Putin, que tenía el mismo sentido del humor que un logaritmo, no le caía nada bien aquel zascandil de Zelenski, que se reía de todo y se metía con todo. Y que bailaba muchísimo mejor que él. Cuando Vovo Zelenski criticó al Ministerio de Cultura ruso, que prohibía a los artistas de ese país trabajar en Ucrania; y sobre todo cuando Putin se enteró de que los viejos cómicos de Kvartal 95 habían donado un millón de grivnas (la moneda oficial de Ucrania; al cambio de hoy, algo más de 25.000 euros) al ejército ucraniano durante la guerra del Donbás, en la que los ucranios combatían contra los prorrusos, Putin prohibió a Zelenski no solo trabajar en Rusia sino que apareciese en televisión. Trató de borrarlo de la memoria de la gente. O por lo menos intentó desacreditarlo.
Y entonces, en 2015, llegó la serie “Servidor del pueblo”, que se emitió durante tres temporadas (con todo éxito) en la televisión ucraniana. Estaba producida por el propio Zelenski. Y el protagonista, o uno de ellos, era él mismo. Interpretaba a un profesor de historia bondadoso, algo regañón y bastante despistado, que se llamaba Vasyl Petrovych Holoborodko. Llega un momento en que el profesor Holoborodko, en la ficción televisiva, decide presentarse a la presidencia de la nación. Pero es que en la realidad estaba pasando lo mismo: el actor que interpretaba a Holoborodko, es decir Zelenski, optaba a la presidencia de Ucrania. Y su partido se llamaba igual que la serie, Servidor del Pueblo. Lo nunca visto. Zelenski hizo una “no campaña” casi enteramente virtual en la que repetía que su intención era llevar al poder a la “gente decente”.
Esto tiene una explicación lógica. Ucrania recuperó su independencia en 1991, ocho años antes de que Putin alcanzara la presidencia de Rusia. En la lista de presidentes, que son siete, ha habido de todo: desde prorrusos descarados y títeres de Putin, como Yanukóvich, hasta defensores de la identidad y la soberanía ucranianas, como Kravchuk. También hubo dos revoluciones o revueltas populares, como la Naranja (2004) o la del Maidán (2013). Pero Ucrania heredó de la Rusia putiniana, bien es verdad que en unos momentos más que en otros, una de sus enfermedades más peligrosas: la corrupción. Ese mal, que en la Rusia de Putin no era (ni es hoy) una lacra del sistema sino el sistema mismo, en Ucrania producía oleadas de indignación. El presidente que había cuando Volodímir Zelenski / Vasyl Holoborodko se presentó a las elecciones era Petró Poroshenko. Robaba aquel hombre con un denuedo y una vocación inauditas. Y la gente lo sabía muy bien.
Zelenski, el cómico, el actor, el profesor Holoborodko, el tipo que no paraba quieto un segundo, el zascandil al que sus enemigos llamaban tonto porque sencillamente no le podían llamar nada más, ganó las elecciones por una goleada de escalofrío: más del 70% de los votos. No se alineaba ni con la izquierda ni con la derecha, solo con la defensa de la independencia y de la prosperidad de su país. Dijo que intentaría que Ucrania entrase en la Unión Europea y en la OTAN, como muchos países más del antiguo “bloque soviético” de la guerra fría, sencillamente porque en la UE se vivía muchísimo mejor que con los rusos y porque la OTAN podría proteger a Ucrania de los rencores imperialistas, cada vez más indisimulados, de Putin.
Invasión de Ucrania
Eliminó la inmunidad legal de los parlamentarios. Exigió que en las oficinas públicas no estuviese su retrato (el célebre culto a la personalidad) sino las fotos de las familias de quienes allí trabajaban, para que recordasen qué era lo que defendían sentándose cada mañana en su mesa. Intentó por todos los medios restablecer la unidad de la nación, partida entre prorrusos y ucranianos. Se negó a legalizar las armas, pero hizo lo contrario con el cannabis medicinal y el aborto. Emprendió la construcción de carreteras y estadios. Trató de pulir su acento ruso cuando hablaba ucraniano, porque lo tenía aún, y se notaba mucho. Persiguió a la extrema derecha y encarceló a su líder más peligroso. Se enfrentó a la pandemia y a la crisis económica que llegó con ella. Sus críticos y enemigos decían que aquello de la “gente decente” estaba muy bien, pero que su falta de experiencia política le impediría acabar con la corrupción. Y en eso llevaban razón.
Intentó con todas sus fuerzas llegar a un acuerdo con Putin; pero, del mismo modo que dos no riñen si uno no quiere, dos no hablan si uno se niega. Putin, que no se cansaba de decir que Ucrania era una invención antirrusa e inexistente, invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022, en lo que él mismo llamó una “operación militar especial”. Ese eufemismo escondía una guerra con todas las de la ley. Putin puso en ella todo lo que tenía… salvo las armas nucleares, que con toda probabilidad habrían provocado la destrucción del planeta.
Lo primero que hizo Volodímir Zelenski fue vestirse de soldado, con cazadoras y camisetas de campaña color verde olivo. Eso tuvo un efecto galvanizador sobre la población, que volvió a verle, una vez más, no como a un político sino como a “uno de los suyos”. Lo segundo, empezar a grabar vídeos, muchos de ellos callejeros, para animar a la gente con su sola presencia: todos sabían que Putin pretendía matarlo, pero no daba con él: Vovo era aún más escurridizo que cuando se dedicaba al baile. Lo tercero, montar una economía de guerra que permitiese sobrevivir a la población. Y lo cuarto, ponerse en contacto constante con los líderes occidentales para que ayudasen a Ucrania no solo con dinero, sino con sanciones a los agresores y sobre todo con armas. Como él suele decir, “no hay guerra en Ucrania, hay guerra en Europa”. Lo consiguió. Los combatientes eran ucranianos, pero las armas eran de todos los países de la UE y de Estados Unidos. Lo siguen siendo.
Increíblemente, Ucrania logró contener el “rodillo ruso”, que demostró no serlo en absoluto, y la guerra continúa a día de hoy, estabilizada en frentes que se mueven poco y que cuestan un dineral, tanto a los rusos como a los aliados. Zelenski, para vergüenza y oprobio de los servicios secretos rusos (el temible FSB), capaces de matar a quien fuese y en el país que fuese, viajó a EE UU, fue a ver al Papa, se reunió con los líderes europeos que quiso… y, a día de hoy, no han conseguido acabar con él. Siempre vestido de campaña, de verde olivo, sin afeitar, en medio de una constelación de líderes con trajes y corbatas y armanis y gemelos de oro.
Su último viaje, sin duda el más espectacular hasta la fecha, le acaba de traer a Granada, a la gran cumbre de la Unión Europea que este semestre preside España. Solicita formalmente la adhesión de Ucrania a la UE. Y procura no tomar té, que los espías rusos ponen cosas muy poco saludables en el té.
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La comadreja común (Mustela nivalis) es el carnívoro más pequeño que existe. Es un mamífero mustélido que abunda en toda Eurasia y América septentrional. También en Ucrania, desde luego. No pasa de los 35 centímetros, sin contar la cola. Es marrón por el lomo y blanca por el pecho y el vientre.
Varias cosas llaman la atención de la comadreja. La primera es su enorme inteligencia, su astucia y su ingenio: es difícil, a veces casi imposible, cazar a una comadreja: hay que pillarla descuidada y el animalito sabe que su supervivencia depende de no descuidarse jamás. Es un bicho inquieto, hiperactivo y velocísimo, elástico como ninguno, que se camufla impecablemente en el entorno donde se halle. En pocas palabras: que es más listo que el hambre. Y más listo que la mayoría de sus depredadores, salvo las aves rapaces. Sabe correr, saltar, trepar a los árboles y nadar, cosa que pueden decir pocos.
Otra cosa: si se ataca su zona de anidación, o lo que la comadreja pueda considerar su territorio, se vuelve peligrosísima. Eso no lo consiente. Si se ataca a los suyos, es terrible. Será pequeña, pero tiene unos dientes agudísimos que usa con enorme habilidad y a una velocidad increíble. Muerde con asombrosa puntería y eficacia. No duda en jugarse la vida para proteger a sus crías. Esa es su principal preocupación.
Pero luego tiene un enorme sentido del humor, o lo que por tal entendemos los humanos. Los juegos de las comadrejas, sobre todo cuando aún no son del todo adultas, son apasionantes de ver, aunque en realidad están haciendo ejercicio y aprendiendo tácticas para cuando haya que combatir de verdad. Pero es innegable que se lo pasan estupendamente.
Es uno de los pocos mamíferos que se atreven a considerar presas, y a combatir, con animales mucho más grandes que ella, sobre todo si son atacados o ven a su familia en peligro.
Soportan muy mal la cautividad. Después de lo anterior, esto era casi lógico, ¿verdad?
Joseamengualito
Este seria un muy buen articulo si contase tambien la otra cara de la moneda. Por ejemplo, que quien lanzo a Vovo a la presidencia fue ihor kolomoiski. Que lo contrato en su canal 1+1, que eran socios y tenian una relacion muy estrecha. Que kolomiski es uno de los oligarcas mas corruptos y mafiosos de ucrania. Que Vovo tiene dinero en paraisos fiscales. Que al llegar a la presidencia ha pretendido borrar su turbio pasado. Que ha mantenido a la minoria rusa en situaciones de casi apartheid, que no ha respetado los acuerdos de minsk y etc etc. Por supuesto que el culpable de la guerra es putin al que calificaria de genocida. Pero eso no quita que en un articulo, si se quire ser objetivo hay que contarlo todo. Y lo para mi mas grave. Tiene cero interes en explorar acuerdos de paz. Pretende recuperar crimea aunque le cueste la muerte a toda una generacion de ucranianos. Esa cara siniestra de Vovo tambien hay que contarla.
E1958
Me parece un articulo muy parcial y lleno de falsedades que pretende crear una imagen irreal de este personaje, líder de un. Gobierno de un régimen implantando tras el golpe de Maidan para servir a los intereses de EEUU, que ha llevado a los neonazis de Ucrania al poder y que está llevando a su pueblo al matadero por seguir las ordenes de Biden y no aceptar ninguna negociación con Rusia, ni antes ni después de iniciarse la guerra. De hecho tales negociaciones las ha prohibido por ley. Eso sí, leyendo sus orígenes, me parece aún más vergonzoso su aplauso en Canadá a un antiguo combatiente ucraniano enrolado en las SS responsables de las masacres de rusos y judíos durante la II Guerra. Todo un escándalo que ha acabado con la dimisión del presidente del parlamento canadiense.