El almendruco no es otra cosa que la almendra antes de llegar a su estado de madurez. En ese estado, algunos listos elaboraban leche que llamaban de almendra y vendían como tal. He ahí el truco y origen de una expresión capaz de explicar tantas situaciones en España y que, a mi entender, el fiel reflejo de los avatares políticos de uno de los bluf más grandes de la política española. Lo de Yolanda Díaz es el último ejemplo que explica y confirma que Rodríguez Zapatero tenía razón cuando dijo aquello de que "hay cientos de miles de personas que podrían ser presidente". Yolanda es vicepresidenta porque así lo quiso el señor que dirige Podemos desde los platós, los podcast y las tertulias. Antes, hizo ministras a Irene Montero, la del sí es sí, y a Ione Belarra, la promotora de una panoplia de extrañas familias que ha dejado a la más convencional, el matrimonio de un padre, una madre y sus hijos, como una antigualla. Todo sale del mismo agüero, pero con distinta suerte, desde luego.
Meses después de que naciera la plataforma Sumar, la señora Díaz se ha ido a Sevilla para pregonar urbi et orbi que está dispuesta. ¿A qué? Pues a ser candidata a la presidencia del Gobierno por un apaño de intereses, conexiones y sinergias políticas, todas ellas confluyentes en el verbo transitivo con que ha enjaretado las siglas de su proyecto.
Ella se pone importante, mira a su público y llena su parlamento con continuas apelaciones a que el personal que le escucha le crea: créanme, créanme, créanme
En Sevilla dijo Yolanda: "Voy a tomar, quizás, una de las decisiones más importantes de mi vida". Y no, no se movió el Giraldillo. La verdad es que no ve uno la gracia de semejante anuncio. No sé si está en el adverbio quizás a modo de, como lo canta Nat King Cole en el bolero: Siempre que te pregunto/ que cuándo, cómo y dónde/ tú siempre me respondes/ quizás, quizás, quizás. Yolanda es un fiel reflejo del estrambote con que Cervantes escribió su soneto al Felipe II, precisamente en Sevilla: "Fuese y no hubo nada".
Algo han de ver en la vicepresidenta los que van a sus actos y aplauden frases hechas, anacolutos deliberados o no, y reflexiones infantiles sobre lo que pasa en España. Ella se pone importante, mira a su público y llena su parlamento con continuas apelaciones a que el personal que le escucha le crea: créanme, créanme, créanme repite una y otra vez. Ella, elegante pero informal, impecable para el mitin de fin de semana; fashion y refinada para el resto de la semana, se transforma con tremenda facilidad para lo que haga falta.
Si hay que ir de comunista, vayamos. Si hay que estar cerca del PSOE, ahí van unas carantoñas en el moflete del presidente. Si hay que fotografiarse con la irascible Irene Montero, venga el brazo a la cintura de la de Igualdad, que algún fotógrafo dejará constancia. Díaz -créanme, créanme-, es hoy capaz de todo porque nada ha anunciado todavía. Y eso que ella misma es un anuncio permanente desde que pusiera su cara a lo que llaman Sumar. Le reconozco, ya lo creo, capacidad para hablar y no decir nada y conseguir a cambio ilusionados aplausos de auditorios que van a verla con la misma ilusión que podrían ir a ver un número de Madame Bovary. Acto de escucha lo llama. "Lo voy a decir en Sevilla, lo voy a hacer con carácter inmediato", pero se fue de Sevilla sin decirlo y, de paso, le quitó todas las urgencias a la palabra inmediatez. Créanme, créanme, créanme. Quienes la escuchan tampoco se preguntan qué propone esta señora que, un día de estos nos la encontraremos repartiendo propaganda en la calle Lagasca y diciendo a las señoras que salen de merendar en Mallorca que su gobierno está haciendo cosas chulísimas que no es capaz de comunicar (sic).
Quizás hoy, quizás mañana sepamos algo de todo esto aprovechando que Sánchez le va a dar unos minutos en el espectáculo que han montado Abascal y Tamames para disgusto del ¡ala derecha de Vox!
Nadie conoce qué le diferencia de Podemos, y lo que es aún más curioso, qué le distingue del PSOE. Nadie de los que van a participar a sus actos de escucha le han escuchado una idea sobre qué hará con la economía, qué con la inflación, qué con la Universidad, qué con las infraestructuras, qué con la investigación o qué con el sistema de pensiones y la dependencia. Quizás hoy, quizás mañana sepamos algo de todo esto aprovechando que Sánchez le va a dar unos minutos en el espectáculo que han montado Abascal y Tamames para disgusto del ¡ala derecha de Vox!
El truco del almendruco es Yolanda, desde luego, pero no menos que los que van a verla y a escucharla. Todo en ella es pragmatismo, voluntarismo hecho a medida y calculado con precisión. Los de Podemos no se fían de ella. Ella no se fía de Podemos. Los del PSOE la ven blanda, blandita, y además no manda en ese mundo que dicen -¿dicen?-, que está a la izquierda de los socialistas. En realidad, sus movimientos recuerdan aquellos que, tras militar en el Partido Comunista e Izquierda Unida, terminaron en las listas del PSOE, tal y como hicieron en su momento Diego López Garrido, Rosa Aguilar y otros tantos que sirvieron desde fuera y sin disimulo a los intereses de los socialistas.
Sánchez le va a dar unos minutos en la farsa que hoy empieza en el Congreso. Necesita con urgencia que ese mundo que está más allá del PSOE no se le hunda para seguir en la presidencia. Y para eso tendrá que pactar con Podemos o volar sola con el irrelevante proyecto que llama Sumar. Si van separados, mal para Sánchez. Si van juntos, mal para Yolanda.
¿Qué va a hacer la vicepresidenta? Esto que dijo en Sevilla sobre su candidatura: "Se trata de una de las decisiones más importantes de mi vida, que espero que sirva para contribuir a mí país, para dar esperanzas a la gente y para decirle a la gente que lo está pasando mal, que no puede hacer la compra o pagar la hipoteca, que es posible mejorar la vida".
He aquí la síntesis de su proyecto político. El nuevo truco del almendruco. Si, Zapatero, si: hay cientos de miles de personas que podrían ser presidente y presidenta del gobierno de este país.
S.Johnson
"...Nadie de los que van a participar a sus actos de escucha le han escuchado una idea sobre qué hará con la economía, qué con la inflación, qué con la Universidad, qué con las infraestructuras, qué con la investigación o qué con el sistema de pensiones y la dependencia..." ¿Y cree que les importa lo mas mínimo, señor Madero? Yolanda es la clave del aparato Sanchista, cae bien (y eso es lo fundamental, la 'piedra madre' del edificio) y con un poco de suerte y mucha habilidad puede ayudar a Sánchez a quitarse de encima a las insomnes e inaguantables pesadillas podemoides y demás P.I.O.J.O.S. Eso es Yolanda señor Madero ¿a quién le importan los 'anacolutos' suponiendo que alguien sepa qué es lo que son?
Karl
La democracia nunca dura mucho. Pronto se echa a perder, se agota y se asesina a sí misma. Nunca ha habido una democracia que no haya acabado suicidándose. __ "Remember, democracy never lasts long. It soon wastes, exhausts, and murders itself. There never was a democracy yet that did not commit suicide." ~John Adams (1814)
Karl
Hace ya demasiado tiempo que las elecciones son un concurso de popularidad.
Termopidas
Doña Yoli...lleva una mochila de traiciones a sus espaldas...al primero que traiciono Xosé Manuel Beiras...ahora a Podemos...una trepa total..en Galicia la conocen bien...
Urenga
Qué LA diferencia, qué LA distingue, porque, que yo sepa, ésta todavía no ha acudido al registro a declararse varón.
DANIROCIO
que manera de seguir con el circo en este gobierno,deberian darles verguenza tomar el pelo a casi todos los españoles montando dicho disparate,VOX deberia explicar para que sirve dicho disparate ya que no va hacia ninguna parte me parece fuera de lugar
vallecas
Que Yolanda sea la vaciedad más absoluta no me sorprende. Lo que me aterroriza es que cientos de miles o millón de mis vecinos la vayan a votar. Es espeluznante.
Beltxa
Tu eres muy corto confundes tus deseos con lo que va a pasar
Cometa
Se pregunta el señor Madero qué le ve la gente a Yolanda Díaz. La respuesta es muy sencilla: Yolanda gusta porque se toma la política en serio. Con aciertos y con errores. Pero es de las pocas personas que están en el escaparate público sin reírse de la gente. Y esto parecerá una tontería, pero es muchísimo. La gente se ha dado cuenta, y lo agradece.