El consejo de administración de Gamesa, líder en España de las energías renovables, se está convirtiendo en un campo de batalla entre Siemens e Iberdrola. Dos gigantes enfrentados como nunca por el futuro de una compañía. La eléctrica ha interpuesto dos demandas contra el grupo alemán. El matrimonio que firmaron hace un par de años está peor que mal avenido. Y la única solución a corto plazo, que consistiría en la venta de Iberdrola a Siemens, amenazaría el célebre "arraigo" en Euskadi de Gamesa.
Al final del primer trimestre de 2017 se produjo el enlace. Siemens integró su división eólica en Gamesa y obtenía el control accionarial de la empresa de acuerdo con Iberdrola, accionista de referencia hasta ese momento. Todo eran parabienes y felicidad para los tres actores implicados en la magna operación. Más aún cuando en la nueva compañía, llamada Siemens Gamesa, no se produjeron tantos despidos como algunos se temían.
Un matrimonio mal avenido
La multinacional alemana controla el 59% de las acciones de la empresa con sede en el País Vasco. Iberdrola solo mantiene un 8% frente al paquete mucho mayor que tuvo en el pasado pero es, al mismo tiempo, el cliente de referencia. Esto se sabía de antemano y no debería haber supuesto un problema.
Pero las grandes operaciones a veces derivan en grandes fracasos. El factor humano, y no solo los números, también importa. Los roces entre los gestores han ido creciendo hasta el punto de que Iberdrola ha llevado a los tribunales a Siemens. Y lo ha hecho, además, por partida doble.
Dos denuncias este verano
La primera de esas denuncias trae causa, como ya informó este diario, del impacto que Iberdrola estima que podría tener en Siemens Gamesa la decisión de la multinacional alemana de traspasar todo su negocio energético, incluida su participación de control en el fabricante de aerogeneradores, a una nueva sociedad que cotizará en Bolsa a partir de septiembre de 2020.
El grupo presidido por Ignacio Sánchez Galán impugnó el pasado 17 de julio, ante el Juzgado de los Mercantil número 1 de Bilbao, un acuerdo tomado por el consejo de Gamesa gracias a los votos de los consejeros de Siemens.
Por ello, Iberdrola también impugnó el pasado 10 de julio la decisión de otra reunión del consejo de Gamesa, en ese caso porque fijaba unos umbrales económicos muy elevados para la aprobación de proyectos y operaciones por parte del órgano de administración. La empresa española consideraba que con ese cambio el consejo perdería sus competencias y se estaría retorciendo su reglamento.
En román paladino, la energética considera que el grupo alemán perjudica a todos los pequeños inversores con sus decisiones.
La venta y el problema del arraigo
Llegados a este punto de desencuentro, parece claro que una de las partes tendrá que ceder. La posibilidad que más se escucha es que, como publicó Vozpópuli, el gigante alemán compre a Iberdrola el 8% de acciones que le quedan en Gamesa. La operación podría resultar, incluso, ventajosa para la eléctrica española.
Pero en este punto de la ecuación se llega, nuevamente, al tema del "arraigo" de las empresas grandes con sede en el País Vasco. Porque tanto los trabajadores como los empresarios vascos no quieren ni oír hablar de una posible fuga de Gamesa si queda en manos alemanas.
El propio lehendakari, Íñigo Urkullu, decía esta misma semana, durante un foro organizado por El Correo, que el Gobierno vasco "está en contacto" con esas empresas emblemáticas (Gamesa o Euskaltel) y vendía un mensaje de calma, pero recordaba que en todo caso se trata de compañías cotizadas con las que el Ejecutivo poco puede hacer. Precisamente por eso su Ejecutivo tiene previsto poner en marcha pronto el Fondo Finkatuz, cuyo destino es comprar acciones en empresas "estratégicas" en la economía vasca.