La gestión del Gobierno durante el estado de alarma por el coronavirus está provocando grietas en el clima de entendimiento entre PSOE y PNV. Los partidos que gobiernan coaligados en el País Vasco han chocado estas semanas más que nunca en mucho tiempo. Las relaciones entre algunos consejeros del Gabinete que preside Íñigo Urkullu se han deteriorado. Y aunque parece que en las últimas horas ambos socios están enterrando el hacha de guerra, los peneuvistas lo tienen claro: solo mantendrán el apoyo a Pedro Sánchez en el Congreso si se les permite gestionar la "desescalada" del confinamiento en Euskadi a su antojo.
Los peneuvistas están dispuestos a dejar de votar junto al PSOE en el Congreso si el Gobierno de Sánchez no cede. Lo verbalizó el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, durante la sesión celebrada el pasado miércoles para aprobar la tercera prórroga del estado de alarma. Tras un un discurso trufado de pullas al Ejecutivo de PSOE y Podemos, el jeltzale añadió en el turno de réplica que "si se va a hacer esa desescalada, quienes deben aplicarla, adecuarla en el ámbito territorial y social, son los máximos representantes del Estado en las comunidades autónomas".
Esta evidente presión de Esteban llegaba después de semanas de choques entre PSOE y PNV. Las hostilidades han sido obvias sobre todo en el País Vasco, donde ambos partidos gobiernan juntos. La gestión de la crisis por parte de Sánchez ha irritado sobremanera a los peneuvistas. El principal motivo de su malestar es que el partido presidido por Andoni Ortuzar no se siente cómodo con un estado de alarma donde las decisiones son solo del Gobierno central. A solo unos meses de las elecciones vascas, que estaban previstas para el 5 de abril y están pospuestas sine die -aunque el lehendakari piensa en julio para celebrarlas-, Urkullu y los suyos necesitan vender a sus electores que manejan la situación.
A solo unos meses de las elecciones vascas, que estaban previstas para el 5 de abril y están pospuestas 'sine die', Urkullu y los suyos necesitan vender a sus electores que manejan la situación
En ese contexto se entienden mejor que nunca las diferentes críticas al Gobierno expresadas por el propio Urkullu en las últimas semanas. Los jeltzales consideran que Sánchez no ha escuchado para llegar a consensos valiéndose de las prerrogativas del estado de alarma. Así, el lehendakari acusó al Ejecutivo de PSOE y Podemos de actuar de forma "unilateral" y hasta afirmó que su gestión de la crisis "no es asumible". Palabras que lógicamente escocieron en las filas del PSE.
Llovía sobre mojado. Porque la verdad, sin adjetivos o declaraciones públicas, es que al PNV no le gustó la propia declaración del estado de alarma. Y menos aún el cierre de actividades no esenciales. En ambos casos, Sánchez sorprendió a Urkullu y sus más fieles, que no podían creerse que se tomasen dichas decisiones sin siquiera consultarles o, lo que es peor, tras haberles prometido que no se tomarían.
Consejeros a la gresca
La secretaria general del PSE, Idoia Mendia, pidió públicamente al PNV "rebajar el tono de las críticas no justificadas a la actuación del Gobierno de España". Lo hizo después de que, debido al clamoroso enfado del PNV, los problemas se trasladasen al propio seno de un Gobierno vasco de dos socios hasta ahora muy bien avenidos. En una situación inédita hasta la fecha, diferentes consejeros del Gabinete de Urkullu cruzaron mensajes nada habituales durante la legislatura.
Así, la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, del PNV, acusó a Sánchez de "especular" y "dificultar el autoabastecimiento". La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno vasco, Arantxa Tapia, también peneuvista, dijo que "habrá que ver" qué es lo que quiere el presidente del Gobierno central con su propuesta de "acuerdo de reconstrucción", aunque le advertía de que "de ninguna manera se puede pasar por encima del autogobierno" vasco con "la excusa de la crisis".
En una situación donde muchos se frotaban los ojos para creerlo, la titular de Trabajo y Justicia, María Jesús San José, del PSE, afirmaba que "algunas críticas de trazo grueso no ayudan a la colaboración" cuando estaba sentada en rueda de prensa junto a la citada Tapia y a Josu Erkoreka, portavoz del Ejecutivo autonómico.
El pasado fin de semana Mendia volvió a la carga y aseguró, en una entrevista a El Correo, que "el PNV va a tener que arrimar el hombro en España sin pedir tanto a cambio", agregó que la relación entre los socios "es buena" pero añadió que "no compartimos las declaraciones que han hecho algunos consejeros del PNV con mucha alegría y desacierto las últimas semanas". Un día después, insistía en zanjar la crisis con sus socios porque "coincidimos en lo fundamental".
"Espectáculo lamentable"
Los choques entre los socios del Gobierno vasco no han pasado inadvertidos para el resto de fuerzas políticas. Así, por ejemplo, el candidato a lehendakari de la coalición PP+Cs, Carlos Iturgaiz, lleva días insistiendo en que en Euskadi se vive "un espectáculo lamentable" y en que los vascos "no entienden que el PNV y el PSE, es decir Urkullu y Mendia, se comporten como gobierno y oposición a la vez, echándose los trastos a la cabeza".
Durante los últimos días, una vez que Sánchez habla de "desescalada asimétrica" por comunidades, parece que PNV y PSE trabajan a destajo por recuperar la sintonía o al menos para que lo parezca. Las declaraciones son más conciliadoras. Y Urkullu anunciaba este viernes que convocará una mesa de partidos para analizar la situación, que es justo lo que proponía Mendia. Pero la amenaza sigue latente: si el Gobierno no deja vía libre al PNV para gestionar la salida de la crisis, los peneuvistas retirarán su apoyo en el Congreso.