Elecciones Andalucía 2022

Espadas solo revalidará los 33 diputados de Díaz si hay movilización sorpresa del PSOE

En la sede central de Ferraz cruzan los dedos para que fallen los últimos sondeos, que dejan al candidato en muy mala situación: con 28 escaños y el liderazgo de los socialistas andaluces en el aire

Al candidato socialista Juan Espadas todos, dentro y fuera del PSOE, le dan por amortizado y con el liderazgo en el aire a tenor de los últimos tracking no publicados: bajaría de los 33 diputados que logró Susana Díaz en 2018 a solo 28, el peor resultado en la historia del socialismo andaluz; por contra, su rival, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla, quien perdió las elecciones frente a Díaz pero ganó finalmente el Gobierno de la Junta, pasaría de los actuales 26 diputados del PP a 50 y subiendo.

Esa tendencia ha desatado en la sede de Ferraz el ”pánico” a la profecía autocumplida, según fuentes socialistas, que ven inevitable una severa derrota este domingo en las urnas si no se registra una movilización sorpresa en la Andalucía interior. Un empujón de última hora para salvar varios escaños logrados por el PSOE-A en Sevilla, Jaén, Córdoba o Granada hace cuatro años. Ello permitiría a Espadas, por lo menos, empatar o acercarse a los 33 escaños que le dejó su antecesora en la Secretaría General del PSOE-A.

El ex alcalde sevillano está siendo víctima del famoso band wagon, el arrastre que siempre ejerce entre los indecisos el ganador virtual y que tan bien tienen estudiado los sociólogos desde hace décadas. La contraparte es el efecto perdedor sobre un Espadas con casi todo en contra: Un menor índice de conocimiento entre el electorado, el precio de la gasolina, la luz y el gas disparados y, sobre todo, ”un Pedro Sánchez metido en alianzas con los independentistas que se entienden muy bien en Barcelona y Bilbao, pero en Algeciras o Jerez no las entiende nadie”, señala a Vozpópuli un conocido encuestador.

Tanto en el equipo de Espadas como en la sede central de Ferraz prefieren aferrarse a la esperanza de un “voto oculto” al PSOE que no estarían detectando los sondeos y que ya en 2012 frustró la llegada de Javier Arenas a la Presidencia de la Junta de Andalucía

Si a esas dificultades objetivas del candidato se une que sus socios para el gobierno de izquierda, Por Andalucía (Inmaculada Nieto) y Adelante Andalucía (Teresa Rodríguez), no han cogido aire hasta la celebración de los dos debate televisados, permitiendo que se instalara la idea de que Moreno Bonilla puede sumar más que todos ellos sin necesidad de Macarena Olona (VOX), es decir, una llamada al voto útil de la derecha en toda regla, lo previsible es que el domingo caiga sobre el PSOE-A una tormenta perfecta.

Pese a todo, en el equipo de Espadas y en la sede central de Ferraz prefieren aferrarse a la esperanza del “voto oculto” que no estarían detectando los sondeos; un fenómeno que ya en 2012 frustró la llegada de Javier Arenas, mentor del actual presidente, a la Junta de Andalucía. Aunque el ex ministro popular ganó aquellas elecciones con 50 escaños, la suma de toda la izquierda propició luego la continuidad de un José Antonio Griñán con menos diputados, solo 47, en el Palacio de San Telmo. Y eso que ya había estallado el caso ERE que todavía hoy mantiene a Griñán y Manuel Chaves en el banquillo de los acusados.

Sin embargo, esa movilización sorpresa de la izquierda suscita dudas entre los expertos demoscópicos por varios factores: uno, el traspasado del PSOE-A al PP, casi un 17% de antiguos sufragios; dos, el vaciamiento de Ciudadanos -21 diputados en 2018- a los populares hasta la práctica desaparición de ese partido; y tres, que la campaña del miedo a Vox no da señales de que vaya a sacar de sus casas a los andaluces este domingo; ”de hecho, Moreno ha gobernado estos cuatro años en alianza con la extrema derecha”, recuerda una fuente socialista. ”¿Miedo, a qué?”.

Espadas no quiere ni oír que el PSOE-A acabe obteniendo menos de un millón de votos el domingo porque eso dejaría muy tocado su liderazgo y abriría un ciclo largo de poder del PP andaluz

Lo que sí podría ocurrir este 19 de junio -dependerá del volumen de participación final- es que el reparto del último escaño de cada una de las ocho provincias favorezca a los socialistas, como le ocurrió a Susana Díaz en las primeras y únicas elecciones que ganó, las de 2015. En aquella ocasión, con un PSOE-A al inicio del declive y asediado por el caso ERE y por nuevas formaciones como Podemos y Ciudadanos a izquierda y derecha, Díaz logró 1.411.278 (35,41%) votos y 47 diputados.

Cierto que bajó un 7,5% en sufragios respecto a los que había obtenido en marzo de 2012 su mentor, Griñán, pero todavía mantuvo fortaleza y al final del recuento los escaños de Sevilla, Jaén, Córdoba y Huelva fueron a manos del PSOE-A; algo a lo que Susana Díaz no se acercaría ni de lejos más de tres años más tarde, en diciembre 2018, cuando Díaz obtuvo solo 1.010.889 sufragios (28,4%) y los 33 escaños con los que se despidió de la política andaluza.

Pues bien, ese peor resultado de Susana Díaz es hoy el mejor escenario para un Juan Espadas que no quiere ni oír hablar de bajar del millón de votos, porque eso pondría en peligro su liderazgo de la federación y abriría un ciclo largo de poder del PP en Andalucía varias legislaturas. Pero, llevado al terreno de los números, eso es lo que significa la escuálida horquilla de voto 23,8/26,6% que le otorga el propio CIS dirigido por el socialista José Félix Tezanos.

“Salvar la cara”

Juan Espadas, por contra, prefiere aferrarse al hecho de que los 400.000 andaluces que dieron la espalda a Díaz en 2018 respecto a cuatro años antes, solo cuatro meses más tarde, en las elecciones generales del 28 de abril de 2019, respaldaron a Pedro Sánchez. “Al menos, si empata a 33 con Susana en el reparto de escaños provinciales con los restos, no tendremos ruido al día siguiente porque salvará la cara”, admite una fuente interna. ”Él y el propio Sánchez, que estuvo en primera persona en la batalla (contra Díaz)”, matizan desde otra federación.

La realidad es que todo el PSOE contiene a esta hora la respiración. Hay mucha preocupación en las federaciones por el efecto demoledor en el ánimo que puede deparar una dura derrota en el granero por antonomasia y, de hecho, eso se pudo ver el pasado fin de semana con todos los barones autonómicos -al asturiano Adrián Barbón; el extremeño Guillermo Fernández Vara; el valenciano Ximo Puig; o el aragonés, Javier Lambán.

Y es que la federación andaluza, con 46.770 militantes, representa la cuarta parte del total, y sostiene un entramado de poder con 500 alcaldes y seis de las ocho diputaciones que se la juega este domingo. Semejante derrota anunciada sería un aviso seguro para todo el PSOE de pérdida de poder local por toda la geografía nacional en las elecciones de mayo en 2023.

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