Elecciones Andalucía 2022

La movida de las andaluzas

La izquierda ya se ha ocupado de buscar el error burocrático para hacer de Macarena una mártir y una reina

  • La candidata de Vox a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Macarena Olona

En este país siempre estamos en campaña electoral, pero la de Andalucía va camino de ser movida. Los obispos o sea los políticos de la izquierda, han intentado apartar a Macarena Olona de la competición, la más folclórica de los candidatos, y ahora nadie se cree que las encuestas no la favorecían tanto como el vestido de flamenca. Y habrá que decir la verdad de la realidad, la verité, que aquí hay mucha calaverada.

La última gran idea de Abascal, lo de la teoría de reemplazo, no ha sido muy acertado. Vox va copiando todas las ideas de Democracia Nacional, y éstos se llenan la cabeza con conspiraciones para seguir hilando el copo y segregar la dosis diaria de adrenalina. El pensamiento conspiranoico, el complot, les acerca a un sincretismo mágico. Si Vox no hace más campaña, mejor, porque empezaba a ser un tanto surrealista, pero ya da igual porque se la está haciendo el resto.

Detrás de la posibilidad del abrazo hay también una pugna entre la derecha tradicional y Vox por ver quién lidera la oposición a la guerra cultural. Los de la alt right no quieren que esa misión tan importante sea acaparada por las “falsas disidencias”. Es una tendencia inquietante porque iban a salvar a España, pero por el camino se han enredado con los conservadores y con los liberales dado que la izquierda ya se ha ido por la barranquilla con el padrecito Sánchez.

El partido de Abascal va con un paquete que incluye desde el odio a los liberales hasta lunáticas conspiraciones

El susto metafísico del votante racional, de la intelectualidá de Vox, es que le recuerden que no puede seleccionar solo una parte de las ideas, porque este partido va con un paquete que incluye desde el odio a los liberales hasta lunáticas conspiraciones. De todas formas, ya se ha ocupado la izquierda de buscar el error burocrático para hacer de Macarena una mártir y una reina. Esto es un escándalo social parecido a los que le montan a Ayuso, y que siempre acaban con el candidato de la izquierda destronado, llorando y rebozándose por el suelo.

Intentar demonizar a Vox o sacarlo del juego democrático es un grave error. Eso de que el mal anda errático por el universo de Vox solo lo compra la izquierda, que vive en su utopía. Han exprimido demasiado la lógica simplista del bien y del mal (yo o el caos). Todo ese rollo es de predicadores y es un coñazo. De lo que habría que hablar es de los tropezones intelectuales de Vox, de derivas irracionales que se contagian, como impulsos eléctricos. Conspiraciones lunáticas, la ola de los inmigrantes que no son patria, la España de los machetes y todo eso.

Juanma Moreno, en su papel de señorito andaluz, es más fiel a esta sencillez antigua; ha empezado a imitar lo que es suyo y viene siendo el andaluz antonomástico

Abundan ahora las turbas, la picaresca afín donde se cuecen estas teorías. A mi me gusta mucho la España tradicional. Hay una España, la más sencilla y la mejor, que no come de la mano de la izquierda ni tampoco se presta a lavados de cerebro. Tienen ese genio sencillo o esa simplicidad que rechaza que la explicación más retorcida sea más verídica. Hay más dignidad y verdad en campañas más realistas, menos ideológicas, pese a que la conspiración pueda tener un poderoso impulso inmediato al movilizar la energía del miedo. Juanma Moreno, en su papel de señorito andaluz, es más fiel a esta sencillez antigua; ha empezado a imitar lo que es suyo y viene siendo el andaluz antonomástico.

Ahora se ama la mentira como se ama lo raro, lo distinto, pero aún así hay una mayoría que conoce la verdad de las cosas. No es necesario fingir España, ni inventarse trolas para ganar elecciones, ni elaborar chanchullos burocráticos. En realidad, lo de vivir de elecciones ya no es una manera limpia de ganar, sino una manera de vivir de la política, de mantenerse o robar el sillón siguiendo el viento a favor. Y si no hay otra cosa, hay que vender triunfos electorales, candidatas disfrazadas de españolas y jaleos varios.

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