Política

Las 24 horas en las que Rivera puso en jaque el plan de Sánchez de ir a elecciones al 10-N

El presidente del Gobierno nunca creyó en la oferta de Cs, pero por primera vez en cinco meses dudó en cómo responder. El PSOE empezó a pensar en mayo que volver a las urnas era la mejor opción

  • Pedro Sánchez.

Y Pedro Sánchez dudó.

No tanto en el fondo, pero sí en la forma. Por primera vez en muchos meses, el presidente del Gobierno perdió el relato del bloqueo de la derecha a su investidura. Y el PSOE emitió mensajes defensivos sobre lo que pensaba hacer con la abstención que Albert Rivera ofreció por sorpresa el lunes por la mañana.

Las últimas 24 horas han sido el punto de quiebre en el guión de la repetición electoral que Sánchez había empezado a escribir después del 26 de mayo. El desenlace se ha cumplido. El Rey no ha propuesto candidato y España volverá a las urnas el 10 de noviembre.

El jefe del Ejecutivo ha culpado al resto de partidos nacionales de la repetición, y en especial a Podemos. Pero el último día y medio ha supuesto un golpe al tablero cuyas consecuencias electorales no se conocerán hasta que se cuenten otra vez las papeletas. Sánchez ha pedido a los españoles una "mayoría aún más clara". 

Debilita el relato

Antes de su declaración en Moncloa tras constatar Felipe VI la falta de acuerdo, Sánchez tuvo que lidiar con la oferta de Ciudadanos. Ni siquiera el partido naranja esperaba que llegase viva al martes. El entorno de Rivera creía que el portazo del PP y el PSOE sería inmediato. Pero los dos grandes partidos dudaron. El comunicado del PSOE a última hora del lunes en el que insistía en la abstención "técnica" (gratis) de Rivera fue lo más parecido a una justificación.

Algunas voces ya avisaban a Sánchez de que sus argumentos para regresar a las urnas quedaban muy debilitados. Ahora tenía dos ofertas encima de la mesa: el Gobierno de coalición con Podemos y la abstención patriótica de Rivera y quizá Pablo Casado.

Ciudadanos olió sangre. Y subió la apuesta a primera hora de la mañana. Rivera cerró la entrevista en El programa de Ana Rosa en Tele 5 creyendo probablemente que sus respuestas se limitarían a decir que él lo había intentado.

Pero con la oferta viva antes de que los principales líderes políticos despacharan con el Rey, Rivera reveló que había enviado una carta a Sánchez en la que pedía una reunión urgente. Y le ofrecía una negociación exprés hasta el próximo lunes. “La investidura puede celebrarse entre el sábado y el lunes”, dijo. El lunes 23 era la fecha límite para evitar la repetición electoral.

Ronda de llamadas para desactivar a Rivera

Las palabras de Rivera se solaparon con las del secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, en RNE. Ábalos dijo que el PSOE siempre estaba abierto a reunirse. La frase era más por compromiso que otra cosa. Pero es cierto que en ese momento, el Gobierno no sabía muy bien qué hacer. Y los asesores de los ministros se encontraban preparando argumentos a favor y en contra del acuerdo con Ciudadanos.

Sánchez tenía claro que no quería ese acuerdo. Su convencimiento y el de todo el PSOE era que el movimiento de Rivera era exclusivamente electoral. Y que Ciudadanos solo quería mejorar su posición de salida de cara a la nueva cita con las urnas. Pero la manera de rechazar esa oferta “evenenada” era lo que preocupaba en Moncloa.

“Hoy el foco es el Rey”, decía una fuente próxima a Sánchez para salir del paso. “Simplemente, respeto al jefe del Estado”.

Sin embargo, el problema era que la pelota seguía en el tejado de Sánchez. Y para despejarla, el jefe del Ejecutivo ideó su propia ronda de consultas telefónica a mitad de mañana. Tuvo que hacerlo rápido, porque el líder de Podemos, Pablo Iglesias, estaba prácticamente camino del Palacio de la Zarzuela cuando el PSOE comunicó la agenda de llamadas de Sánchez.

Iglesias esperaba una última reunión

Nadie en Podemos esperaba la llamada. De hecho, Iglesias trasladó a su entorno que todavía confiaba en que el candidato socialista le convocase a una reunión con alguna oferta de última hora. Se equivocaba. La conversación entre ambos no dejó un solo resquicio al acuerdo. Los dos líderes, eso sí, pactaron un comunicado conjunto sobre el contenido de su charla. Era una manera de empezar a cerrar el paso a Rivera, porque Iglesias ya anunciaba que podría revisar su abstención ante un “eventual pacto con Ciudadanos”.

Las intenciones del PSOE quedaron confirmadas después de la llamada con Casado. El PP dio a entender que seguía en el no a Sánchez. Y tras hablar con Rivera, Sánchez enterró la investidura alternativa. El presidente del Gobierno rechazó la reunión con el líder de Ciudadanos e hizo pública una carta de respuesta. La misiva era un calco del comunicado de la tarde anterior, en la que el PSOE daba por hecho que ya cumple las condiciones de Rivera. Punto.

El pulso fue en realidad comunicativo. Nada se movió ni el lunes, ni el martes. Nadie del PSOE contactó discretamente con Ciudadanos. “Ni una mirada”, decía un alto cargo del partido naranja. Todo lo gestionó el presidente.

El Rey constató la falta de un acuerdo viable y optó por no encargar a Sánchez la formación de Gobierno. Han pasado casi cinco meses desde las elecciones del 28 abril. España volverá a las urnas el 10 de noviembre en las cuartas elecciones generales en menos de cuatro años.  

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