Perplejos y abochornados. Así se han quedado los miembros de la cúpula del Ministerio de Asuntos Exteriores bajo el primer Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero al enterarse de la operación policial lanzada el lunes por orden del juez Santiago Pedraz y la Fiscalía Anticorrupción contra una supuesta trama de blanqueo de dinero procedente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), que incluyó registros en las oficinas del exembajador en Caracas, Raúl Morodo, y la detención del hijo de éste último.
Morodo no era diplomático de carrera, sino un prestigioso catedrático de Derecho Constitucional, con idiomas, que en la Transición ayudó a la creación del Partido Socialista Popular (PSP) de Enrique Tierno Galván. Entre sus pupilos estaba un jovencísimo José Bono y cuando en las primeras elecciones democráticas se quedaron lejos de sus objetivos electorales, decidieron integrarse sin grandes traumas en el PSOE.
En 2004 Zapatero llegó al poder, Bono se convirtió en ministro de Defensa y éste convenció al presidente del Gobierno de las ventajas de colocar a su antiguo mentor político en la delicada embajada española en Venezuela. Hugo Chávez había superado en 2002 un golpe de Estado que a punto estuvo de desalojarle del poder y en ese momento había comenzado su radicalización bolivariana.
Exteriores se resistió
La elección de Morodo como embajador 'político' en Caracas no tuvo el visto bueno inicial del entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ya que fue un nombramiento impuesto por Bono a Zapatero en el que el jefe de la diplomacia no pudo terciar.
Desde la llegada del nuevo embajador español a Caracas, el Ministerio de Defensa impulsó la venta de ocho patrulleras de vigilancia a Venezuela a cargo de los astilleros públicos de Navantia. El precio de la operación de los barcos se cifró en 1.207 millones de euros, de los cuales casi 42 fueron a parar a intermediarios, según el contrato que publicó El Confidencial en 2010. Pero la cifra ascendió a los 1.726 millones con la inclusión de varios aviones de transporte de la compañía CASA.
En el libro que Bono publicó en 2015, titulado 'Diario de un ministro', figuran numerosas alusiones a Raúl Morodo. De ellas se desprende que el embajador participó activamente en la negociación sobre la entrega de este material de guerra a Venezuela que desde el Ejecutivo de Zapatero se intentó edulcorar diciendo que era de "carácter defensivo".
Aquella venta de material militar al régimen de Chávez fue un quebradero de cabeza para España. Estados Unidos presionó insistentemente al Gobierno de Zapatero para impedir la entrega de las patrulleras y llegó a denegar la transferencia de tecnología militar para los aviones de transporte que se incluyeron a última hora en el paquete de venta, según cables desvelados en Wikileaks.
En todo este tira y afloja hubo mucha tensión entre Bono y Moratinos, tal y como reconoce este último a Vozpópuli, pero una vez superada la venta militar a Venezuela, la labor de Morodo en Caracas fue reconocida como muy positiva por sus superiores jerárquicos en Madrid.
Un detalle que impresionó a Moratinos en aquella época es que el embajador español tenía el móvil de Chávez y le podía llamar en cualquier momento. Morodo consiguió, de esta forma, el sueño de todo embajador: tener interlocución directa con el presidente del país en el que está acreditado.
"Estoy muy impactado por este tema, sobre todo que salga Panamá" en este turbio asunto, confiesa Moratinos
El Gobierno socialista cesó a Morodo en 2008 al comienzo de la segunda legislatura de Zapatero -su 'padrino' Bono había dimitido en 2006-. Desde ese momento y hasta 2013 -curiosamente el año que falleció Chávez- es el período que está investigando la Audiencia Nacional en el que el embajador y su hijo Alejo tejieron una supuesta trama de sociedades pantallas entre Panamá y Suiza, a través de las cuales canalizaron 3,8 millones de euros por asesorías ficticias al régimen chavista.
"Estoy muy impactado por este tema, sobre todo que salga Panamá" en este turbio asunto, confiesa Moratinos a este diario. "Le perdí de vista cuando dejó de ser embajador y yo nombré a su sustituto", prosigue el actual alto representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones.
Las ventajas del hilo directo
El exjefe de la diplomacia española recuerda que Morodo era "muy amigo" de Bono y el hecho ya relatado de que tenía el teléfono de Chávez para cualquier gestión diplomática. "Hizo una buena labor aunque al principio tuvimos sus más y sus menos con los temas de las patrulleras", subraya Moratinos.
Ese hilo directo entre Morodo y el presidente de Venezuela pudo ser de gran valor a partir de 2008 cuando, ya lejos de Caracas, la petrolera PDVSA empezó a regar con dinero las cuentas panameñas del exembajador y su hijo Alejo.