La distancia entre las decisiones que adopta la cúpula del Gobierno en La Moncloa y el trabajo diario del resto de ministerios se ha convertido ya en un abismo. La sensación de caos y la unilateralidad del mando único del Ejecutivo en la gestión de la desescalada del coronavirus ha aislado a España de los grandes acuerdos europeos, por ejemplo en materia turística, y amenaza con un hundimiento todavía mayor de la economía.
La ruptura entre Pedro Sánchez y los ministros del mando único con el resto de departamentos, de la que informó Vozpópuli a finales de abril, sigue creciendo. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha adoptado una de las líneas más restrictivas de la Unión Europea en esta salida progresiva de la emergencia sanitaria. Illa ha desoído a la mayor parte de los ministerios económicos y a Exteriores, que apuestan por recuperar el pulso de la actividad lo antes posible.
"Nos hemos quedado solos", dicen fuentes del Gobierno a este diario. "Todo ha estado muy mal gestionado y emitimos mensajes contradictorios ante nuestras empresas y nuestros socios europeos constantemente".
La paradoja de una victoria
Illa impuso una cuarentena forzosa a todos los extranjeros que visiten España en contra de lo que el Ministerio de Asuntos Exteriores negociaba en Bruselas. El rocambolesco caso de las fronteras, del que Exteriores se enteró por el Boletín Oficial del Estado (BOE), tuvo un segundo capítulo solo un día después.
La Comisión Europea recogió en su informe de recomendaciones la petición de restringir lo menos posible el tráfico de pasajeros entre los países de la Unión, no solo por razones de movimientos de personal laboral, sino también para salvar el sector turístico.
"La paradoja es que esta recomendación se puede considerar una victoria del Gobierno por estar en la línea de lo que estábamos negociando", dicen estas fuentes.
El daño de esta medida para el sector turístico es prácticamente irreversible. Y ha costado una primera reacción del Gobierno francés de Emmanuel Macron, que ha respondido de forma recíproca. Francia ha impuesto la cuarentena obligatoria a los españoles que visiten el país vecino. Se espera que otros países de la Unión respondan a la medida española de la misma forma que Macron.
Macron, Johnson e Italia
Macron y el primer ministro británico, Boris Johnson, alcanzaron un principio de acuerdo para que sus nacionales viajen de un país a otro sin verse obligados a pasar una cuarentena de dos semanas. El acuerdo, que se anunció a bombo y platillo, no está todavía en vigor. Francia y el Reino Unido viven etapas de la epidemia diferentes y no se considera todavía seguro establecer ese pasillo.
La línea marcada por el acuerdo Macron-Johnson es la que ha seguido Italia con entusiasmo. El Gobierno de Giuseppe Conte ha dicho que habrá campaña de verano. Y se ha afanado en vender la creación de corredores aéreos seguros que permitan el transito de turistas alemanes o franceses. Es más un deseo que una realidad, dicen desde el Gobierno. Pero España ha quedado al margen de cualquier negociación de este tipo mientras siga vigente la cuarentena forzosa para extranjeros.
"Todo esto genera una enorme desventaja competitiva para nuestras empresas en un entorno económico muy complicado", señalan estas fuentes.
Al episodio de las fronteras se ha sumado esta semana el del comercio. Illa ha desautorizado a la ministra de Industria, Reyes Maroto, dos veces al prohibir las rebajas en los establecimientos por temor a "aglomeraciones". La contundencia de Illa, primero en el BOE y luego en sus declaraciones ante los medios, ha tirado por la borda las gestiones del Ministerio de Maroto con uno de los sectores más castigados por el confinamiento. Industria trasladó al comercio que las rebajas eran posibles siempre que se controlase el aforo de los establecimientos.