Hasta un 60% de las consultas relacionadas con hiposmia (pérdida parcial del olfato) o anosmia (pérdida completa) están relacionadas con el coronavirus. La buena noticia es que la mayoría de los pacientes, superada la infección y pasados unos meses, recuperan la función olfativa por completo. Para los que mantienen las secuelas, el Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, en Madrid, trabaja en un novedoso test que permite determinar el mejor tratamiento posible para rehabilitar y mejorar el olfato perdido. Entre lo más llamativo que está viendo los otorrinos en consulta, pacientes que perciben olores que no son reales. Se denomina fantosmia.
Lo explica a Vozpópuli Francisco Márquez, jefe de servicio de Otorrinolaringología del centro sanitario madrileño quien señala que, en plena segunda ola de la pandemia, están registrando un creciente número de casos que detallan este síntoma, que no solo afecta al olfato, sino también al gusto. En su hospital, el doctor Márquez desgrana que se han atendido "unos cinco casos a la semana desde el inicio de la pandemia, lo que nos llevaría a un total de entre 150-200 pacientes. Respecto a los pacientes documentados, es difícil precisarlo. Nosotros registramos síntomas, más que signos clínicos", señala.
Además, continúa, al principio "no se hacían pruebas para determinar la existencia de SARS CoV-2, tan solo diagnosticábamos por síntomas compatibles con la enfermedad. Ahora es cierto que cualquier paciente que llega con pérdida de olfato a nuestro servicio se le hace prueba, en este caso serológica, porque estaríamos ante una secuela y no tanto ante la covid-19 activa".
En la actualidad, explica, documentan exploración y sintomatología y hacen pruebas complementarias (test de laboratorio o test radiológicos, para descartar otras patologías). Hasta un 60% de anosmias e hiposmias que ven podrían estar provocadas por el coronavirus, según los datos que manejan.
Fantosmia: olores que no existen
Entre lo más llamativo que está viendo en consulta, asegura, pacientes que "presentan percepciones olfatorias que no existen. Se denomina fantosmia. Oler cosas que no son reales. Y a veces no son placenteras. Por ejemplo, oler a pescado cuando estás comiendo carne. Es una situación muy anómala, en la que se confunden las vías de identificación de los olores".
El otorrino tacha de "muy interesante" la relación entre olfato y sabor. "El sabor es una sensación mixta, que tiene una parte olfatoria y otra parte gustativa. Esta última es más básica, pero el olfato no: hay muchas sensaciones olfatorias distintas. Hay pacientes que, al perder el olfato, pierden también el sabor. Y si rehabilitan el primero, pueden también recuperar el segundo", precisa.
Un 80% de pacientes
La capacidad para oler puede verse afectada por alteraciones en la nariz, en los nervios que van de la nariz al cerebro o en el propio cerebro, explica el médico. "Inicialmente, los primeros estudios que se hicieron en China nos indicaron que un 8% de pacientes infectados mostraba pérdida de olfato. Transcurridos estos meses, y con estudios realizados con más pacientes, este porcentaje de afectación se eleva hasta el 80% en el olfato y el sabor", señala.
Es ahí, donde el especialista alude a la llamada rehabilitación olfativa que, incluso, asegura, podría llegar a mejorar la función que se tenía antes de la infección: "Podemos ayudar con el reentrenamiento del olfato, fortaleciendo las células sensoriales existentes, incrementando su número o, al menos, aumentando las conexiones entre ellas" explica el doctor Márquez.
Según el médico, está demostrado que oler sustancias específicas puede mejorar el olfato. Partiendo de esta evidencia, el Hospital La Moraleja está utilizando un test del olfato que permite determinar el mejor tratamiento posible para rehabilitar y mejorar esa función. Para ello, eligen sustancias de cuatro grupos: olores frutales (por ejemplo, el limón), olores florales (la rosa), olores especiados (el clavo) y olores resinosos (el eucalipto).
Con ellos, el paciente logra estimular su olfato y también otras áreas del cerebro, con recuerdos sobre la forma, el sabor o el color de la sustancia que genera el olor. Para una rehabilitación completa, detalla el especialista, no importa tanto el tipo de infección que ha provocado la pérdida de la función, sino el número de células restantes una vez superado el proceso.
Un test complejo
"El test del olfato es ciertamente complejo", admite el especialista porque "hay muchas y muy diversas sensaciones y el umbral de detección de los olfatos es muy diferente de una persona a otra. También influye mucho la cultura olfatoria que se tenga porque describir un olor no siempre es sencillo".
Los test de los que disponen en su hospital, están estandarizados por la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, que es la referencia en este ámbito. "Hay test cuantitativos, que miden la sensación olfatoria con unos olores conocidos como el metanol. Y también están los test de identificación de olores, que son más cualitativos. Presentamos doce olores distintos y al paciente le das cuatro opciones para identificarlos. Después, vas midiendo la correcta identificación o no de esos olores. Dependiendo de la edad y el sexo, hay unos baremos que establecen la pérdida de olfato", describe.
Tratamiento más adecuado
El test del olfato, aclara, se realiza en el momento del diagnóstico, con las mencionadas doce sustancias distintas, que deben ser identificadas por el paciente de una forma guiada, es decir, dándole cuatro soluciones para elegir una de ellas. Mediante el estudio, los otorrinos pueden conocer el alcance de la pérdida del olfato, establecer el tratamiento más adecuado para su rehabilitación y el tiempo necesario para llevar a cabo todo el proceso.
La recuperación del olfato afectado por coronavirus es bastante novedosa, pero es espontánea en el 80% de los casos y en un plazo de seis meses, señala el médico
"La recuperación del olfato afectado por coronavirus es bastante novedosa, estamos conociéndola todavía", reconoce el médico. Además, precisa, antes la rehabilitación no era tan habitual como empieza a serlo ahora. "Hasta ahora era un tema más artesanal, lo tenía que hacer cada paciente, ahora ya disponemos de kits en el mercado y de un control y seguimiento clínico", apunta.
Esa recuperación, afirma, es espontánea en el 80% de los casos y en un plazo de seis meses. "Ahora bien, el entrenamiento olfatorio permite acelerar esa recuperación, estamos viendo en cuánto tiempo. Ya tenemos casos que en dos semanas han recuperado la función perfectamente. Del otro 20% que no recupera espontáneamente, vemos que la mitad podría recuperar con rehabilitación en un período máximo de dos años", añade.
Traumatismos o sustancias tóxicas
Más allá del coronavirus y de otras infecciones por virus, el doctor Márquez advierte de que el olfato también se puede perder por traumatismos craneales, exposición a sustancias tóxicas, alteraciones metabólicas, neurológicas e idiopáticas: "Si la anosmia se produce por una deformidad del tabique nasal, una hipertrofia de los cornetes nasales, un tumor o unos pólipos en la nariz, es posible recurrir a la cirugía para, también, recuperar la función por completo", señala.
"La pérdida de olfato se sustancia en una pérdida de células sensoriales. Se destruyen por un irritante, por un virus o por un traumatismo. Da igual cómo se hayan destruido, que la rehabilitación será más exitosa cuanto mejor puedas estimular las células que te quedan. Por eso, es válida en todos los casos", finaliza el médico.