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¿Vino de un laboratorio o de un murciélago? Lo que sabemos sobre el origen del virus

La realidad es que todavía se desconoce a ciencia cierta cuál ha sido el origen del virus. Sólo se tienen dos certezas: es animal y no, no fue creado en un laboratorio

  • Imagen de un murciélago.

¿Surgió en un laboratorio chino como arma contra Estados Unidos, como dice el presidente norteamericano, Donald Trump? ¿O fue justo al revés, obra de los militares estadounidenses para minar la posición internacional de China? ¿Fue culpa de un pangolín? ¿Realmente alguien se comió una sopa de murciélago en Wuhan y ahora estamos así? 

La realidad es que a día de hoy todavía no se sabe a ciencia cierta de dónde ha surgido el virus SARS-COV-2, que acumula más de 220.000 infectados en todo el mundo y casi 10.000 fallecidos, concentrados en Italia y China. No obstante, la constante investigación sobre el patógeno ha logrado aclarar varias dudas: no, no fue creado en un laboratorio y sí, su origen es animal. 

Esta semana se ha publicado un estudio científico en la prestigiosa revista Nature Medicine, uno de los más completos sobre el origen del virus elaborado hasta la fecha. El trabajo, obra de un grupo de científicos del Scripps Research Institute, no ha encontrado ninguna evidencia de que el virus se haya creado en un laboratorio o haya sido diseñado de manera artificial. 

"Comparando los datos de secuencia del genoma disponibles para las cepas de coronavirus conocidas, podemos determinar con firmeza que se originó a través de procesos naturales", asegura en el estudio uno de sus autores, el científico Kristian Andersen, uno de los nombres más conocidos a nivel internacional en el mundo de la epidemiología. 

Es una lástima para las teorías de la conspiración que han rondado alrededor del virus, pero los investigadores norteamericanos lo tienen claro: "Nuestros análisis muestran claramente que el SARS-COV-2 no es una construcción de un laboratorio o un virus manipulado a propósito". ¿Pero cómo han llegado a esa conclusión? En el estudio ha establecido una comparativa con hasta seis genomas distintos: tres de murciélagos, el del virus del SARS humano, el del pangolín y el del SARS-CoV-2.

Un virus manipulado genéticamente no presentaría los fallos que sí que tiene el SARS-CoV-2 en ese aspecto, según apuntan en el estudio

¿Por qué compararlo con el SARS? el SARS, al igual que el virus que provoca a día de hoy la enfermedad de Covid-19, forman parte de la familia de coronavirus. Es decir: el coronavirus al que nos referimos continuamente es simplemente uno de los muchos que forman esta familia. Son conocidos precisamente por causar infecciones respiratorias y por tener un origen animal.

No es lo suficientemente "perfecto" para ser artificial

El equipo de científicos que lidera Andersen ha logrado estudiar muy a fondo el patrón genético del virus gracias a que muy poquito después de comenzase la epidemia del Covid-19 en China, científicos chinos secuenciaron su genoma y lo pusieron a disposición de investigadores de todo el mundo, en busca de una solución al brote. De toda la información que proporciona el genoma del virus, se centraron en algo muy concreto: el patrón genético de las proteínas de espigas. Es decir, la especie de armadura exterior que tiene el virus y que utiliza para pegarse a las células y así contagiarlas. 

Al estudiar esa 'armadura' determinaron que aunque era bastante eficaz, presentaba ciertos desajustes, por así decirlo. Un virus manipulado genéticamente no presentaría los fallos que sí que tiene el SARS-CoV-2 en ese aspecto, según apuntan en el estudio. Según explica el catedrático de Genética de la Universidad de Valencia e investigador de FISABIO en una entrevista con la agencia SINC: "Su diseño no es el que haría un ingeniero con el objetivo de crear un virus que provoque una pandemia”.

Por otro lado, la teoría de que tiene un origen natural también se vio respaldada por el hecho que al estudiar la estructura molecular del virus descubrieron que en vez de parecerse a sus primos hermanos -el SARS o el MERS- se parecía más a la de virus que se encuentran en animales como -sorpresa- los murciélagos o los pangolines.

Entonces, ¿pangolín o murciélago?

La respuesta es que cabe la posibilidad que fuera cosa de los dos. En el equipo de Andersen han llegado a la conclusión de que hay dos escenarios posibles que expliquen la creación del virus, aunque no se deciden por ninguno. En el primero, la teoría es que el virus evolucionó a su estado actual en un huésped no humano y de ahí, saltó a algún ciudadano chino en Wuhan en la famosa lonja de pescado, donde vendían estos animales y muchas otras especies salvajes. 

Los investigadores creen que pudo haber un "intermediario" animal entre los murciélagos y los humanos, ya que no hay casos documentados de transmisión directa entre nosotros y esta especia. Ahi es donde podría haber entrado en juego el pangolín.

Así fue como surgieron los brotes de SARS y MERS: con personas contrayendo la enfermedad después de verse expuestas a civetas infectadas en el caso del SARS y a camellos en el caso del MERS. Las civetas son una especie de ciervos pequeños muy comunes en Asia que se consumen en China como alimento. 

¿Pero donde entran los murciélagos en todo esto? ¿Y el pangolín? Para intentar explicarlo de la manera más sencilla posible, ningún virus surge de la nada. En este caso, los científicos creen que su origen primario pudieron ser los murciélagos, ya que el SARS-CoV-2 se parece mucho a los coronavirus de esta especie y que de ahí saltó a otro animal, donde mutó y una vez mutado saltó a un humano. 

Los investigadores creen que pudo haber un "intermediario" animal entre los murciélagos y los humanos, ya que no hay casos documentados de transmisión directa entre nosotros y esta especia. Ahi es donde podría haber entrado en juego el pangolín. Relacionan a este pequeño armadillo con el SARS-CoV-2 porque la "armadura" de los coronavirus de esta especie se parecen mucho a la del virus que provoca el Covid-19. 

El segundo escenario es que el virus haya mutado directamente en un cuerpo humano. Es decir, que un animal -probablemente un murciélago- hubiera transmitido una versión aparentemente inofensiva del virus a un humano y dentro del cuerpo de este paciente cero mutase hasta convertirse en el SARS-CoV-2. Si este hubiera sido el caso, implicaría que el virus podría haber evolucionado durante cierto tiempo sin ser detectado dentro de la población humana.

Andrew Rambaut, uno de los coautores de esta investigación, advierte de que, en cualquier caso, "es difícil si no imposible" saber en este momento cuál de los escenarios es el más probable. Según apunta, esta hipótesis es menos probable que la del intermediario animal. No obstante, explica que si el SARS-CoV-2 entró en los seres humanos en su versión actual desde un animal, aumenta la probabilidad de futuros brotes, ya que el virus causante podría seguir circulando en la población animal sin que lo supiéramos y saltar de nuevo a seres humanos. Por el momento, aunque nos acercamos, se desconoce el origen exacto de esta pandemia.

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