Al principio de la epidemia de Covid-19, las comparativas entre esta enfermedad y la gripe eran de lo más común. A medida que ha ido avanzando se ha descubierto que poco tiene que ver este coronavirus con el de la gripe, ya que sólo en nuestro país se ha cobrado la vida de más de 7.300 personas.
No obstante, todavía se tiene la esperanza de que guarde una similitud con la gripe y desaparezca con la llegada del buen tiempo, lo cual permitiría el fin de la cuarentena y toda una liberación para nuestro sistema sanitario. Sin embargo, todavía no hay consenso científico sobre el tema.
¿Afectan las distintas temperaturas al virus? Algunos expertos creen que sí. Según afirma a Vozpópuli Luis Enjuanes, investigador del departamento de Biología Celular y Molecular del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y director del Laboratorio de Coronavirus del CNB, el calor "es uno de los factores que inactiva el virus". En ese sentido, también alega que la radiación solar ultravioleta también debilita al SARS-CoV2, como ocurre con la gripe.
Por último, explica que una de las principales razones por las que el virus puede debilitarse con la llegada del buen tiempo es que la gente pasa más tiempo fuera de casa y en espacios ventilados durante el verano, además de estar más expuestos al sol, lo que dificulta la transmisión del virus. En invierno, las condiciones son justo las contrarias.
¿Es o no es estacional?
Más allá de la temperatura en sí, otra de las claves para entender esta confusión es que la comunidad científica todavía no tiene claro si la Covid-19 es o no estacional, como la gripe. Mientras que las otras epidemias de coronavirus conocidas -el SARS y el MERS- surgieron como un brote aislado, todavía cabe la posibilidad de que el virus no sólo desaparezca con el calor, si no que pueda volver a aparecer con la llegada del frío.
Varios estudios científicos publicados antes de que el brote de coronavirus cobrase la dimensión que tiene actualmente reafirman esta posibilidad, si bien no han sido revisados todavía. Según explicaba a Vozpópuli hace unos días Benito Almirante, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, aún es pronto para determinar si la Covid-19 se convertirá en una enfermedad estacional, como la gripe. No obstante, es una posibilidad que no descarta. "Es posible que haya llegado para quedarse y tengamos que convivir con él, como ocurrió con la gripe, pero aún no lo sabemos", explicaba
Por el momento, la postura de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que el nuevo coronavirus puede transmitirse en cualquier tipo de clima, independientemente de si es cálido o húmedo. Esto explicaría como es posible que a día de hoy se estén produciendo casos de coronavirus en las antípodas, en Australia, donde se encuentran en verano y las temperaturas son altas.
La OMS advierte: puede suponer "una falsa promesa"
No obstante, si bien desde la OMS no descartan esa posibilidad, advierten a los países afectados que no se dejen llevar por "esa falsa promesa". Hace unos días, Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS advertida de que aún "no se sabe cuál será su comportamiento en diferentes situaciones climáticas”. Con lo que se sabe hasta ahora, “es una falsa esperanza decir que el virus desaparecerá” cuando llegue el buen tiempo en el hemisferio norte, apuntó.
En Estados Unidos, por el otro lado, están apostando relativamente fuerte en esa idea. Hace unos días, el asesor científico de Donald Trump, Anthony Fauci, aseguraba la semana pasada que el país no sólo tiene que tener en cuenta que el virus probablemente desaparezca con el calor, sino que cabe la posibilidad de que se trate de una enfermedad estacional.
El calor puede frenar el contagio, pero no acabar con el virus
Fauci se basa en una serie de nuevos estudios publicados este fin de semana -y a los que las autoridades sanitarias tuvieron acceso antes- en los que se establece que cerca del 90% de las transmisiones de coronavirus se han producido en temperaturas entre los 2 y los 17 grados.
El estudio, realizado por dos investigadores del MIT, establece que si bien la transmisión en lugares con temperaturas más altas es posible, la expansión del virus en estas regiones se produce más despacio. Esto implicaría que en el mejor escenario posible, la tasa de contagios en Europa y Estados Unidos se ralentizará a medida que llegue el verano.
No obstante, advierten que la humedad supone un factor tan importante como el calor, por lo que determinadas ciudades donde la tasa de humedad es más baja, como es el caso de Madrid, puede que no se vean "beneficiadas" lo suficiente del verano para lograr reducir la expansión del virus.
"Nuestros resultados no implican de ninguna manera que la Covid-19 no pueda expandirse en regiones húmedas y cálidas, por lo que se deben poner en marcha medidas de salud pública para poder frenar la transmisión del virus", alertan los autores en su escrito. Lo único que apuntan es a que el clima sí que juega un papel en la epidemia que estamos viviendo. Cómo de importante será ese papel todavía está por ver.