Sin datos relativos a 2020, los sanitarios llevan meses constatando que, lejos de disminuir, las agresiones a los profesionales no cesan. Lamentan como, en apenas un año, han pasado de ser ovacionados con aplausos a culparles de los retrasos en la atención por culpa de la pandemia. Aseguran que lo preveían. Y piden mayor contundencia. También una norma estatal que incluya la creación de un Observatorio sobre la violencia en el ámbito sanitario, reclamación que está en punto muerto.
El Sindicato de Enfermería SATSE pedía esta semana al Ministerio de Sanidad y a las consejerías de Salud de las comunidades autónomas que agilicen la recopilación de datos sobre agresiones a sanitarios. Se quejaban de que, hace apenas unos días, el departamento que dirige Carolina Darias les traslado las estadísticas relativas a 2017 y 2018. "No es razonable que el último informe presentado ahora sea de 2017-2018 y no se conozca oficialmente la realidad actual", señalaban.
A pesar de que la atención sigue siendo telefónica en muchos servicios, se están dando amenazas, insultos, empujones...El coronavirus hace que la gente esté mucho más nerviosa", dicen desde SATSE
Una realidad que, indica a Vozpópuli María José Garcia, portavoz de SATSE, puede dar un vuelco en este año de pandemia. "Estamos temiendo tener los datos de 2020. A pesar de que la atención sigue siendo telefónica en muchos servicios, se están dando episodios de violencia verbal, como insultos o amenazas, y también de carácter físico, como empujones o golpes. La situación por el coronavirus hace que la gente esté mucho más nerviosa".
Más decepción, más cansancio
"Llevamos un año luchando contra la pandemia. Tenemos liada la que tenemos en los hospitales, se habla ya de una cuarta ola y, encima, te encuentras con que no hay comprensión ni respeto por parte de los ciudadanos. Eso hace que aumente el cansancio y la decepción. Cada vez se escucha más lo de: '¿Para qué me habré metido yo en esto?'", subraya María José García.
García señala que sigue habiendo un problema preocupante: la falta de denuncias. "Muchas veces se tiende a minimizar esas agresiones y eso no nos permite cuantificar la magnitud del problema. Muchas veces iniciar un trámite burocrático es un mal rato; a veces incluso no se hace por miedo. Otras, se justifica esa actitud y, al final, los problemas de la asistencia sanitaria los pagamos nosotros", añade.
La portavoz de SATSE alude a situaciones de violencia que no sólo se dan en entornos más conflictivos, como las entradas de Urgencias, o en los centros de salud. Apunta también a las situaciones que se dan cuando los sanitarios acuden a los domicilios de los pacientes, algo que le preocupa mucho.
Sanitarios sin reconocimiento
Las organizaciones sindicales llevan tiempo constando que la crisis sanitaria no ha hecho más que empeorar la situación. "Con el confinamiento, descendieron las agresiones, pero fue acabar la pandemia y comenzar de nuevo. Por ejemplo, en Atención Primaria, si el médico no te atiende. Ya no necesitas ni irte a un centro de salud, hasta en las redes. Es el pan nuestro de cada día por el colapso o las listas de espera", señala a Vozpópuli María José Campillo, secretaria de Finanzas y Servicios de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM).
"No nos pilla por sorpresa, los aplausos no nos los terminábamos de creer", dice María José Campillo desde CESM.
¿Sorprende esta escalada de violencia tras el sacrificio demostrado por los sanitarios durante este año?. "No nos pilla por sorpresa, los aplausos no nos los terminábamos de creer. Estamos demasiado acostumbrados al maltrato por la administración y por la población", asevera María José Campillo desde CESM. "Tenemos la memoria muy corta", apostilla su compañera de SATSE.
Una realidad desconocida
Como se ha dicho, todas las estadísticas que se barajan son antiguas, pre-pandemia. Los últimos datos aportados por el Observatorio Nacional de Agresiones a Sanitarios de la Organización Médica Colegial (OMC), que se puso en marcha en 2009, hablaban de 490 casos agresiones en 2018, de las que el 59% correspondían a médicas.
El perfil del profesional agredido es mujer, entre los 35 y los 55 años, y personal de enfermería o médico, según los datos facilitados por el Ministerio a SATSE.
Los datos trasladados por Sanidad a SATSE se remontan a 2017 cuando se registraron un total de 8.326 notificaciones, lo que supone una tasa global de 15,39 agresiones por cada 1.000 profesionales, y en 2018, 9.506 notificaciones: una tasa de 17,17 agresiones por cada 1.000 profesionales, informa el sindicato. El perfil del profesional agredido es mujer, entre los 35 y los 55 años, y personal de enfermería o médico.
Agresiones a sanitarios
SATSE lleva tiempo pidiendo una norma estatal que implique y obligue a todas las administraciones públicas, así como a la sanidad privada y concertada, a adoptar todas las medidas y actuaciones necesarias. Cada servicio autonómico de salud, critican, establece sus protocolos "de manera independiente y descoordinada".
La organización recuerda que hace unos meses elaboró un borrador de anteproyecto de Ley que establece un amplio conjunto de medidas (prevención, sensibilización, información, apoyo…) para proteger a todos los profesionales y que ya ha trasladado al Ministerio y a los principales partidos políticos. La iniciativa contempla la creación de un Observatorio sobre la violencia en el ámbito sanitario para hacer "una radiografía detallada y actualizada" del problema. De momento, admite María José García, todo está "en punto muerto".
"El botón antipánico está muy bien, pero no tiene sentido que para entrar en una consejería de cualquier tipo tengas que pasar por un arco de metal y que no haya seguridad en un centro sanitario", zanja la representante de CESM.
Horus
Lo que estoy viendo es que muchos sanitarios, que no tienen nada que ver con la pandemia, se están aprovechando para escaquearse todavía mas.
Gwyddno
Como de costumbre, se pasa "¡qué bien, otro me lo va a arreglar", al "¿¡por qué no me lo arreglas!?"
Gwyddno
No creo que pueda sorprender a nadie. La hipocresía suicida de los balconcitos y la agresividad demente de ahora son síntomas de la misma enfermedad, mucho más grave que la Covid: la progredumbre