Los medicamentos biosimilares siguen siendo la asignatura pendiente de la sanidad española. A pesar de la primera vez que la Unión Europea autorizó un biosimilar en el año 2006, han tardado mucho en llegar a nuestro país, y continúan ocupando una cuota de mercado muy por debajo de la media europea.
La penetración de los biosimilares en España ronda el 30%, mientras que la media de la Unión Europea está en un 50%. Actualmente, el número de medicamentos biosimilares autorizados en España es de 32 fármacos. Nuestro país continúa a la cola de Europa, paralizada por la falta de incentivos que han recibido este tipo de medicamentos hasta la fecha.
A pesar de ello, desde 2019 han proporcionado un ahorro al sistema sanitario un ahorro cercano a los 1.900 millones de euros, según datos proporcionados por la Asociación Española de Biosimilares (Biosim) en su última memoria de actividades. Esta cifra es el equivalente al 1,4% del gasto farmacéutico total durante esos años.
El Ministerio toma medidas
Parece que desde el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social que dirige María Luisa Carcedo han visto potencial en el uso de estos fármacos, que todavía son un gran desconocido para la población general. Es por ello que puso en marcha hace varias semanas el Plan de Fomento de Medicamentos Genéricos y Biosimilares, con el que planean potenciar su uso y que ha levantado numerosas ampollas entre el resto de la industria.
El plan aspira a reducir los tiempos en los que un biosimilar o genérico esté disponible en el mercado, incentivará a la industria para que apueste por este tipo de productos e intentará fomentar su prescripción entre los profesionales sanitarios. Pero, ¿por qué el uso de biosimilares supone un ahorro y por qué parte la industria se opone?
Según un estudio de la Fundación Weber sobre el impacto económico de la introducción de biosimilares en el Sistema Nacional de Salud, la apuesta por este tipo de medicamentos ha supuesto un ahorro de unos 574 millones de euros sólo en 2019. Si el plan de Sanidad para fomentarlos sale adelante, durante el año que viene el ahorro podría aumentar hasta superar los 2.400 millones de euros.
Este impacto económico se produce por dos razones, principalmente. Por un lado, como se trata de medicamentos que se fabrican en base a conocimiento científico ya existente, no es necesario repetir todos los estudios clínicos realizados con el medicamento biológico original, son mucho más baratos.
La industria 'tradicional', en contra
En España, particularmente, se venden por un 30% menos que su fármaco de referencia. Como consecuencia de la introducción de este tipo de productos, el resto de medicamentos dentro de su mercado también bajan de precio de manera automática para poder hacer frente a su nuevo competidor.
Según la Fundación Weber, el 78% del ahorro se produce por la bajada de precios de los fármacos originales que provoca la llegada de los biosimilares, mientras que el 22% restante es consecuencia de la venta del biosimilar.
Es por ello que desde el resto de la industria farmacéutica -es decir, los laboratorios que no apuestan por este tipo de medicamentos- se oponen a la puesta en marcha de estas medidas, debido a que les obligan a bajar el precio de medicamentos por los que han invertido ingentes cantidades de dinero.
Por otro lado, al contrario de lo que ocurre con los medicamentos genéricos, hasta cierto punto los fármacos que tratan enfermedades raras o patologías como el cáncer siempre han contado con más exclusividad, ya que hasta hace relativamente poco no temían que apareciese una copia de su producto en el mercado.