Hasta hace algunos años, la idea de poder crear estructuras en tres dimensiones, tangibles, a partir de un mero diseño y ante nuestros ojos parecía algo imposible. Poco después, la impresión 3D ha irrumpido con fuerza en el mundo tecnológico y sus aplicaciones prácticas parecen infinitas.
Sin embargo, uno de los sectores donde más se está comenzando a utilizar no tiene apenas nada que ver con Silicon Valley, sino que se encuentra entre los pasillos de cientos de hospitales por todo el mundo. O en el Parque Tecnológico de Granada, donde Regemat 3D, una pequeña compañía granadina, está exportando su tecnología de bioimpresión a 28 países de todo el mundo.
La bioimpresión utiliza células madre para ‘fabricar’ mediante una impresora 3D especializada y customizada prácticamente cualquier tipo de tejido humano. De acuerdo con el informe TMT Predicitions 2019 elaborado por la consultora Deloitte, se trata de un mercado que generó unos ingresos agregados de más de 1.500 millones de euros en 2017, con expectativas de crecer aún más.
En el caso de Regemat 3D, que cuenta con numerosos proyectos en todo el mundo, imprimen hueso, tejidos musculares, piel y hasta córnea desde cero, que luego implantan a decenas de pacientes.
La idea detrás de la creación de esta empresa surgió, según explica a Vozpópuli su director ejecutivo, Manuel Figueruela, de su compañía anterior, Breca Healthcare, dedicada a construir prótesis personalizadas también con impresión 3D, una de las primeras en nuestro país en utilizar este tipo de tecnología.
Regenerar lesiones con las propias células del paciente
“En el fondo, la idea inicial de Regemat 3D era dejar de tener que seguir haciendo lo que hacemos con Breca Healthcare, aunque parezca mentira”, apunta Figueruela. Según explica, una de las mejoras más importantes que ha supuesto el uso de la bioimpresión es que los tejidos que imprimen están hechos con las células del propio paciente, por lo que no dejan rastro después de un tiempo.
“Con Breca implantamos prótesis que a veces son de titanio, por ejemplo. Ese material queda de por vida en el cuerpo y en ocasiones puede generar rechazo por parte del sistema del paciente. Con la bioimpresión, la idea es que sea el propio cuerpo el que regenere la lesión, con sus propias células y con materiales humanos de los que no quedará rastro pasado un tiempo”, señala.
“En vez de utilizar tecnologías de impresión 3D para imprimir piezas para coches, estamos imprimiendo tejidos vivos humanos, así de simple”, bromea Figueruela. A día de hoy, la inmensa mayoría del negocio de Regemat 3D está en el extranjero, donde obtienen el 85% de su facturación.
En el último ejercicio obtuvieron cerca de 700.000 euros de facturación, que planean duplicar durante 2019, hasta llegar a 1,3 millones de euros
Trabajan con equipos investigadores en todo el mundo, a los que venden su tecnología y bioimpresoras personalizadas, que fabrican desde cero. “Tanto la parte de hardware como la parte de software, es desarrollo propio. Somos la única empresa del mundo que customiza las bioimpresoras a las necesidades de los distintos grupos de investigadores que trabajan con nosotros”, apunta.
“No es lo mismo imprimir piel, que imprimir hueso”, explica su director general. “A lo mejor para utilizar un determinado tipo de células necesitamos imprimir a temperaturas muy altas, mientras que para imprimir tejido cardíaco necesitamos imprimir a menos veinte grados”, añade.
En la actualidad, son una de las pocas empresas que cuenta con una licitación pública en la India, están presentes en Arabia Saudí, donde han participado en los dos primeros casos de la historia de ese país en el uso de la bioimpresión. La lista de países se alarga.
Según asegura Figueruela, la demanda es tal que hasta la fecha no han necesitado departamento comercial, que fundaron por primera vez en febrero de este año. “El año pasado estábamos presentes en 16 países y este en 28”, apunta.
Duplican sus ingresos año por año
En el último ejercicio obtuvieron cerca de 700.000 euros de facturación, que planean duplicar durante 2019, hasta llegar a 1,3 millones de euros. Ahora mismo acaban de cerrar una ronda de inversión privada de medio millón de euros y hace apenas unos meses, obtuvieron una subvención de 430.000 euros del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (Cdti).
El modus operandi de la bioimpresión es relativamente sencillo, según asegura Figueruela, que pone el ejemplo de un paciente de artrosis de rodilla. Cuando reciben la información de su lesión a a partir de una resonancia, por ejemplo, generan un modelo con las misma estructura y dimensiones que la rodilla original.
“Luego, cogemos las células del paciente, imprimimos esas células sobre un soporte o una biotinta, en ese soporte se añaden las células, a las que les añade proteínas o sustancias potenciadoras del crecimiento para garantizar que luego regeneren la lesión. Ese nuevo tejido interacciona y termina imitando finalmente el comportamiento literal de un tejido humano”, desarrolla.
Imprimir tumores para curar enfermedades
En España, trabajan junto al Hospital de La Paz en un proyecto centrado en la impresión de córnea para ser trasplantada. Hasta el momento, para poder realizar un trasplante de córnea, se utilizaba la de un fallecido, algo que esperan poder cambiar para siempre.
En colaboración con el Hospital Universitario de Granada, por otro lado, están trabajando en una de las aplicaciones más desconocidas de la bioimpresión de tejidos, que es la impresión de tumores, en particular de tumores de cáncer de colon. “Imprimir tejidos no es sólo para tratar lesiones, sino también para curar enfermedades”, apunta Figueruela.
Uno de los usos más desconocidos de la bioimpresión es el de los ensayos clínicos. Cuando una empresa farmacéutica está desarrollando un medicamento, tiene que pasar por varias fases de ensayos clínicos: primero comienza en el laboratorio entre probetas -in vitro- y luego pasan a utilizarse en animales, hasta que llegan finalmente a voluntarios humanos. Muchas veces, los resultados obtenidos en animales no son los mismos que en humanos, y en ocasiones este proceso puede resultar hasta peligroso.
¿Por qué imprimir entonces un tumor de cáncer de colon? “Porque es la única forma real de probar los resultados de ese tratamiento sobre un tumor humano y obtener resultados idénticos a los que se obtendrían sobre un enfermo, pero sin riesgo alguno”, señala Figueruela.
Por último, uno de sus proyectos más “emocionantes” según apunta el director general de Regemat, es en colaboración con el Hospital de Parapléjicos de Toledo, donde están trabajando en la posibilidad de añadir grafeno a tejidos humanos para que puedan conducir los impulsos neuronales y llegar incluso a regenerar lesiones medulares.
A pesar de la infinidad de ejemplos, Figueruela quiere distanciarse de los titulares que hablan de imprimir órganos. “Eso todavía está muy lejos, y nosotros no queremos jugar a ser Dios”, señala. “El objetivo es utilizar la tecnología que tenemos para aportar a la sociedad algo que realmente sea beneficioso, que mejore de verdad la vida de los pacientes y que a ser posible, la alargue”, concluye.