Mientras la mayoría de los países europeos comenzaban a registrar cada día más casos de covid-19 y acumular miles de fallecidos por culpa de la pandemia, en Rusia parecía que el virus nunca iba a llegar. No obstante, la situación ha cambiado radicalmente y el país más grande del mundo se ha convertido también en el segundo con más contagios, después de Estados Unidos.
A pesar de estar registrando la friolera de 10.000 contagios diarios, que desde el Gobierno ruso achacan a su capacidad de detención de casos, sólo han registrado un total de 2.428 fallecimientos por culpa de la pandemia, lo que ha causado ciertas reticencias entre la comunidad internacional, que acusa al Kremlin de falta de transparencia.
De hecho, en Moscú dan la epidemia como resuelta y ya están poniendo en marcha planes para empezar el fin del confinamiento, después de ser uno de los últimos países de la región en imponer restricciones al movimiento. Este jueves, la directora del La directora de la Agencia Federal Médico-Biológica y exministra de Sanidad de Rusia, Veronika Skvortsova, anunciaba que el país había superado la famosa "meseta" de contagios, ya que el índice de contagios se "muestra estable", por lo que las medidas de apertura pueden continuar.
"Es difícil pronosticar cuánto tiempo mantendremos este nivel de estabilidad, que podemos llamar meseta. Depende de muchos factores", aseveró Skvortsova en una conferencia de prensa, citada por la agencia Interfax.
De acuerdo con las últimas cifras oficiales, el número de contagios en el país supera ya las 260.000 personas. El Kremlin ha planeado una desescalada gradual en tres frases, que dependerán en gran medida de los líderes regionales. Rusia, un estado federal, está formado por 85 entidades federadas, que cuentan con un gobernados al frente.
Una de las cosas que más llaman la atención del país es su baja mortalidad. El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguraba hace unos días que se debe al programa de testeo masivo que ha puesto en marcha su Ejecutivo, una afirmación muy discutida tanto por la oposición como por otros poderes internacionales, que creen que la cifra -tanto de contagios como de fallecidos- es mucho mayor.
La mitad del Gobierno ha dado positivo
De hecho, el virus está tan presente en el país que ya ha tocado de cerca al propio Putin, algo similar a lo que le ocurrió al también escéptico -al menos inicialmente- primer ministro británico, Boris Johnson. El pasado martes, el portavoz del presidente ruso, Dimitri Peskov, confirmó que ha resultado contagiado del virus.
Todas las miradas se giraron en ese momento a Putin, a pesar de que Peskov se apresuró en indicar que no se había reunido de manera presencial con el líder ruso desde hacía un mes. Peskov no es el único miembro del gabinete ruso en contraer el virus, ya que la ministra de Cultura, Olga Lyubimova, el ministro de Obras Públicas, Vladimir Yakushev y el ministro de Ciencia, Valeri Falkov también han dado positivo en las pruebas. Putin, de acuerdo con el Gobierno ruso, "se encuentra perfectamente" y trabaja desde su residencia, fuera de Moscú.
Y es que la capital, como viene siendo habitual en la mayoría de países afectados por la covid-19, se ha convertido en el epicentro de la pandemia en Rusia. Acumula por el momento la mitad de los casos y de todas las muertes del país. Allí la cuarentena tardará más en levantarse, ya que su alcalde, Sergei Sobyanin, ha decretado confinamiento mínimo hasta el 31 de mayo. En el resto del país, no obstante, las medidas de confinamiento han empezado a levantarse desde el pasado martes.