Se avecina una lucha de gigantes en el sector farmacéutico. La multinacional japonesa Takeda ha optado por lanzarse a la producción de una vacuna contra el dengue, una patología contra la que sólo la compañía francesa Sanofi había logrado desarrollar un tratamiento. No obstante, la farmacéutica japonesa tiene toda las papeletas necesarias para conseguir que la vacuna producida por Sanofi -llena de controversia, por otro lado- quede relegada a un segundo plano.
El dengue es una enfermedad provocada de manera general por la picadura de un tipo de mosquitos que también transmiten la fiebre amarilla o el virus del Zika, muy comunes en países con clima tropical. No obstante, este mismo jueves, según ha adelantado El País, se ha registrado en España el primer caso de esta enfermedad por transmisión sexual en Europa. Se trata de una patología extremadamente mortal, para la que por el momento no hay cura definitiva y que provoca cerca de 20.000 muertes al año.
Este jueves, Takeda anunciaba la apertura de su nueva planta de producción en la ciudad alemana de Singuen, para la que ha sido necesaria una inversión de más de 130 millones de euros. La decisión ha sorprendido mucho en el sector, ya que Takeda ni siquiera ha recibido la aprobación de ninguna autoridad sanitaria ni ha terminado sus ensayos clínicos para la nueva vacuna contra el dengue.
De salirle bien, puede suponer una importante inyección de capital para la compañía. Los analistas de EvaluatePharma estiman que obtendrá unos 453 millones de dólares anuales gracias a sus ventas para el año 2024.
El pinchazo de Sanofi
Takeda tiene motivos para estar segura de su apuesta. Según los últimos estudios presentados por la compañía, la vacuna que está desarrollando Takeda ha demostrado ser efectiva con tasas de hasta un 80%. Los resultados, presentados hasta en el prestigioso New England Journal of Medicine, muestran que el tratamiento es eficaz tanto en participantes que habían sido infectados por el virus como en aquellos que no.
Los resultados han sentado como un jarro de agua fría en la sede de Sanofi, la primera farmacéutica en lograr la aprobación de una vacuna contra el dengue, aprobada por la Agencia de Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) en 2016. En su momento supuso toda una revolución, ya que se trataba del primer tratamiento contra esta patología.
No obstante, después del entusiasmo inicial por Dengvaxia -el nombre comercial de la vacuna de Sanofi-, se produjo la tragedia. A finales de 2017, poco después de su lanzamiento, la compañía tuvo que comunicar que tras realizar una serie de estudios, habían descubierto que la vacuna producía nuevos casos de dengue en personas que no habían estado infectadas previamente.
Fue todo un escándalo. La vacuna tuvo que retirarse inmediatamente y la compañía tuvo importantes problemas con las autoridades de Filipinas, donde se estaba llevando una campaña de vacunación en aquel mismo momento. Fue el principio del fin para esta apuesta de Sanofi, que calculaba ventas millonarias con Dengvaxia.
Más de 1.500 millones de inversión
La farmacéutica francesa había invertido más de 1.500 millones de dólares y 20 años de investigación para desarrollar esta vacuna. Sus estimaciones eran de 200 millones de dólares en ventas durante el primer año de comercialización, pero sólo obtuvieron 55 millones en 2016. En 2017, las ventas se hundieron hasta los tres millones de dólares. En sus cuentas de 2018, la compañía ni siquiera desglosa los resultados obtenidos por la vacuna.
A principios de este año, las autoridades de Estados Unidos han aprobado nuevas indicaciones para Dengvaxia, pero mucho más limitadas que las que solicitó Sanofi en un primer momento. Mientras tanto, Takesa se erige como la gran ganadora en la batalla por encontrar una cura contra el virus del dengue. No obstante, a pesar de este aparente éxito inicial, todavía quedará por ver la efectividad de esta nueva vacuna, ya que en el sector farmacéutico nada es asegurado.