Sociedad

El horario de verano permite ahorrar cerca de 300 millones de euros

En la madrugada del domingo, los relojes deberán adelantarse una hora (a las 02.00 serán las 03.00) para así aprovechar mejor la luz natural. Esta medida, propuesta en el siglo XVIII, permite ahorrar un 5% del gasto en iluminación. 

Los relojes deberán adelantarse una hora en la madrugada del domingo -a las 02.00 serán las 03.00- por la entrada en vigor del horario de verano, con el que se prevé ahorrar en iluminación un cinco por ciento, alrededor de 300 millones de euros. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) recuerda que seguir determinadas pautas o hábitos, "sin renunciar al confort", permiten un ahorro de cien euros al año, además de evitar emisiones contaminantes a la atmósfera.

Según estimaciones del IDAE, de los 300 millones de euros de ahorro 90 millones corresponden al potencial de los hogares españoles -seis euros por casa- y los 210 restantes se ahorrarían en los edificios del sector bancario y en la industria, según apunta EFE.

Para ahorrar energía con la iluminación, el IDAE recomienda, entre otras medidas, aprovechar lo máximo posible la luz natural, apagar la luz cuando se abandone una estancia, usar bombillas de bajo consumo y limpiar con regularidad las fuentes de luz, ya que la suciedad acumulada dificulta una correcta difusión.

El cambio horario, según los expertos, influye en el organismo aunque aseguran que hay que relativizar su impacto, porque se trata de un "pequeño jet lag". Durante los tres o cuatro primeros días del nuevo horario estival podrá ser habitual, tal y como señala la Sociedad Española del Sueño, la sensación de cansancio a lo que se sumará una mayor dificultad para irse a la cama como consecuencia de la alteración del reloj biológico.

Los niños y los ancianos, junto con las personas que se acuestan más tarde y no suelen madrugar, serán los que más sientan este cambio.

Una idea del siglo XVIII

La idea del aprovechamiento de la luz natural por el adelanto de una hora fue planteada por primera vez en el siglo XVIII por el científico y diplomático estadounidense Benjamín Franklin, propuesta que entonces tenía como fin reducir el consumo de velas.

Durante la I Guerra Mundial, los países en conflicto recurrieron al horario de verano para ahorrar energía, aunque tras el conflicto se dejó de aplicar.

Décadas más tarde, en 1974, comenzó a generalizarse a causa de la primera crisis del petróleo que hizo necesario reducir el consumo de electricidad en iluminación y se aplicó como directiva desde 1981 con una renovación cada cuatro años.

Desde la aprobación de la novena directiva, por el Parlamento Europeo y Consejo de la Unión, en enero de 2001, el cambio horario se aplica con carácter indefinido y en España dicha norma fue incorporada al ordenamiento jurídico español por real decreto en 2002.

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