Sociedad

Nueva pifia en el 'caso Ruth y José': la Policía extravió hace siete meses el hueso número 8

El resto óseo, de dos centímetros de longitud, se perdió en marzo al ser trasladado a Madrid para un estudio químico. El incidente pone en cuestión la cadena de custodia de la prueba clave para acusar de asesinato al padre de los dos niños de Córdoba.

  • Imagen del hueso extraviado que aparece en los informes de la antropóloga forense.

Las alarmas saltaron hace sólo unos días. El pasado 28 de septiembre, Josefina Lamas, la experta en antropología de la Policía que identificó en un primer momento como de animales los huesos hallados en la finca de las Quemadillas, comparecía ante el titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Córdoba, José Luis Rodríguez Lain, para rectificar aquel dictamen erróneo y apoyar las conclusiones de los otros expertos que habían certificado que aquellos restos eran en realidad de dos niños de 6 y 2 años de edad: Ruth y José. Así lo hizo, pero al término de su testimonio, Lamas destapó una nueva caja de los truenos: entre los pruebas en poder del magistrado faltaba un resto óseo de los localizados en la hoguera. En concreto, el etiquetado con el número 8.

El juez investiga si el resto óseo desapareció en marzo en los laboratorios de Química de la Policía en Madrid

Un pequeño fragmento de dos centrímetros de largo y unos cuantos milímetros de ancho (que Vozpópuli reproduce en la imagen sobre estas líneas) que no estaba en la pequeña caja que debía contenerlo y que ha puesto en cuestión la cadena de custodia de la principal prueba que acusa de asesinato al padre de los pequeños, José Bretón. La gravedad de lo revelado por la perito, que provocó la sorpresa de los presentes en un testimonio que se esperaba casi rutinario, obligó al magistrado a emitir días después, el 5 de octubre, un auto para intentar aclarar las "disfunciones detectadas" en la caja que contenía el hueso extraviado y "zanjar la polémica". El auto ordenaba a la Policía investigar el paradero del hueso.

Siempre según el reciente testimonio ante el juez de la perito, al que ha tenido acceso este diario, dicho fragmento fue localizado en la noche del 10 de octubre de 2011 en una de las cuadrículas en las que se dividió la hoguera para facilitar su estudio. En concreto, en la 3-A. Fotografíado poco después de ser extraído de entre la ceniza y el hollín, fue introducido en una caja para su posterior estudio. De hecho, fue una de las piezas que utilizó la perito para concluir que aquellos restos no correspondían a seres humanos sino a pequeños animales. La fotografía del mismo fue, por ello, incorporada al dictamen que once meses después se reveló como erróneo.

Dos fotografías en el sumario

No fue el único documento judicial en el que sería incluida la imagen. Una vez descubierto el grave fallo de identificación a finales de agosto, la perito volvió a redactar un informe, éste mucho más amplio, en el que explicaba a sus superiores qué metodología de estudio realizó para llegar a su grave conclusión errónea. En él, la técnico de la Policía detalló que rastreó internet a través de Google en busca de fotografías de huesos de niños para compararlas con los restos encontrado en la búsqueda. En este documento, la perito vovió a incluir la imagen del pequeño vestigio número 8.

Las cajas 5 y 8 de la cuadrícula 3-A estaban vacías, pero de la primera se encontraron los restos esparcidos en otra caja

Fue la última vez que se volvió a hablar de él dentro del sumario... hasta ahora. Josefina Lamas relató al juez el 28 de septiembre que cuando volvió a analizar los restos óseos cuatro días antes de declarar, se dio cuenta de que los huesos se encontraban "muy deteriorados" fruto, en su opinión, de que las altas temperaturas a las que habían estado sometidos los habían vuelto muy frágiles y, por lo tanto, vulnerables a las manipulaciones que sufrieron. También detectó que en la caja precintada con el número 3-A había dos pequeñas cajas utilizadas habitualmente para contener torundas que estaban vacías cuando debían contener vestigios. Eran las número 5 y 8.

Los restos que contenía la primera, el fragmento de una costilla, fueron localizados esparcidos en el embalaje grande que contenía todo lo hallado en dicha cuadrícula. Del otro hueso, un "fragmento proximal posiblemente cúbito", ni rastro. La perito incluso aportó un dato más: en el informe que había destapado en agosto su error, el realizado por el forense de la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco Francisco Etxeberría, ya no se mencionaba dicho resto óseo. Tampoco aparecían fotografías del mismo en el documento de este experto.

La fecha clave: marzo

¿Dónde se perdió entonces? El juez ha ordenado a la Policía que recomponga paso a paso el camino seguido por los huesos desde que se hallaron en la hoguera de la finca de las Quemadillas hasta que finalmente acabaron en el juzgado. Más de un año de idas y venidas en el que las cajas que los contenían han pasado por Sevilla y Madrid. Sin embargo, las sospechas sobre su supuesta pérdida se centran, en concreto, en las jornadas más cercanas al 14 de marzo pasado, hace hoy justo siete meses.

En el informe de agosto en el que el forense Etxeberría destapó el error ya no se menciona el hueso extraviado

Esos días, las cajas con los restos fueron llevados a la capital, a las dependencias de la Comisaría General de Policía Científica, para ser sometidos a un análisis en el departamento de Química. Según Josefina Lamas, ella mismo vio llegar las cajas al laboratorio donde iban a ser estudiados, ya que el mismo se encuentran justo enfrente de su despacho. La antropóloga forense afirmó que saludó al compañero que la llevaba y que estuvo con él hasta que le sellaron el documento que certificaba su entrega.

"La caja estaba precintada y no vi nada extraño en ella", aseguró a la vez que especificó que dicho precinto cubría la parte superior y los laterales de la caja. Cuando el juez le mostró las imágenes que en ese momento sacaron del contenido de las caja, insistió en que las cajas más pequeñas que estaban en el interior se mantenían aparentemente en su disposición original, con la que se pretendía "que se movieran lo menos posible" y, por tanto, se degradaran lo mínimo. No volvió a verlas hasta que el 24 de septiembre volvió a estudiar los restos para comparecer ante el juez. Entonces descubrió la ausencia de la número 8.

Sin pilas para el flash de la cámara

El juez ha pedido ahora que la Policía especifique qué agentes la transportaron desde Córdoba a Madrid, quiénes las entregaron en el laboratorio de Madrid y si la caja estuvo durante todo el trayecto precintada. También quiere saber si alguno de los restos óseos de la caja 3-A fue sometido a algún tipo de analítica y qué ocurrió con los mismos. Incluso solicita que se le entreguen todas las fotografías que realizaron a las muestras durante el tiempo que permanecieron en estas dependencias policiales.

La Policía no pudo tomar en la finca fotos de todos los restos hallados porque el flash de la cámara se quedó sin pilas

El testimonio de Josefina Lamas también ha permitido conocer otros fallos policiales durante las pesquisas. Así, asegura que la noche en la que extrajeron de la hoguera los restos óseos para su posterior estudio, no pudieron hacer fotografías in situ a todos porque en un momento dado el flash de la cámara que utilizaban se quedó sin pilas. Además, insistió que antes de llegar ella a la finca de las Quemadilas a recoger los vestigios, los restos de la fogata sufrieron "dos o tres manipulaciones" por parte de otros policías que, incluso,reavivaron el fuego e impidieron saber con exactitud cómo estaba colocados los huesos. Ahora, la desaparición de los restos óseos etiquetados con el número 8 vuelve a cuestionar el trabajo policial en el crimen que más ha impactado a la sociedad española en los últimos años.

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