Las calles de la localidad vasca de Basauri registraban en la noche del miércoles una rocambolesca historia protagonizada por un preso que disfrutaba de un permiso penitenciario. Tras una pelea en un bar, amenazó con hacer detonar una granada de mano.
Dos agentes de paisano de la Ertzaintza lograron reducirle, aunque en un primer momento no le habían dado demasiada credibilidad. Cuando descubrieron que el individuo de nacionalidad rumana llevaba el artefacto en un bolsillo, tuvieron incluso que movilizar a la unidad de desactivación de explosivos de la Policía vasca, según relata el diario El Correo.
"Los agentes se fueron acercando despacio. Uno por cada lado. Seguía con las manos en los bolsillos. Y se abalanzaron sobre él en cuanto vieron la oportunidad. Le redujeron y le esposaron", cuenta el periódico vasco. Una vez reducido, los policías descubrieron que la granada tenía el accionador y el tapón superior.
Después, los Tedax vascos pudieron comprobar que en realidad el artefacto estaba desactivado y no tenía carga ni material detonante alguno. Una vez en comisaría, el detenido confesó que tenía más artilugios de este tipo en su casa. Sin embargo, tras el registro del domicilio, los ertzainas no lograron encontrar ninguno.