Este domingo se cumple una semana de la entrada de los talibanes en Kabul. Siete días de caos en la capital afgana y de evacuaciones precipitadas. Unos días en los que Clarissa Ward, corresponsal de la CNN, se ha viralizado por sus reportajes en las calles de Kabul, cubierta con un hiyab y acosada por los talibanes. En España, varias periodistas han dedicado su carrera a informar desde países musulmanes en conflicto. Es el caso de Pilar Requena y Mayte Carrasco, que llevan años contando Afganistán sobre el terreno, y de Pilar Cebrián, especializada en radicalización yihadista en Oriente Medio. Las tres reporteras hablan con Vozpópuli del futuro de las mujeres afganas bajo el yugo talibán, de la situación que vive el país y de la relación de los talibanes con los medios de comunicación.
"Afganistán me atrapó en cuanto llegué. Me atraparon sus gentes, sus mujeres, su valentía y ya no he podido soltarme. Tengo un problema: donde haya mujeres que necesitan mi apoyo, donde haya necesidad de educación, donde yo pueda aportar algo, me engancha", reconoce Requena en conversación telefónica. La reportera es una veterana de los servicios informativos de TVE. Comenzó en la cadena pública en 1987, fue enviada especial, corresponsal en Berlín y reportera del programa En Portada. Desde febrero es la directora de Documentos TV, otro clásico de la televisón pública. En 2011 publicó su libro Afganistán.
Afganistán, un país maldito
Requena viajó a Afganistán por última vez en 2011. De esa época recuerda como "la situación en las ciudades iba mejorando". "No todos los derechos de la mujer se respetaban, pero sí que ibas viendo una mayor incorporación de las mujeres al trabajo, a los estudios y a las empresas", asegura. El pasado domingo, tras la toma de Kabul, los talibanes consolidaron su vuelta al poder en Afganistán. Su regreso se ha precipitado después de que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ordenase la retirada de sus tropas. La decisión ha terminado con veinte años de invasión estadounidense.
"Todo es extremadamente difícil de prever. No se sabe hasta que punto los talibanes van a poder controlar todo lo que ocurra en el país", dice Mayte Carrasco. Especializada en información internacional, Carrasco empezó en los Informativos de Telecinco en 1999 y vivió en Francia y Rusia como corresponsal. Ahora es documentalista y reportera freelance. El año pasado estrenó Afganistán, el país herido, un documental de cuatro capítulos que recorre el último medio siglo de historia afgana. "La gran maldición de Afganistán es que constantemente hay países que quieren controlarlo. Todos los países que han tratado de poner un pie en Afganistán han fracasado en sus intentos. Es un país ingobernable y una trampa para extranjeros. Lamentablemente no le van a dejar descansar", analiza.
Todos los países que han tratado de poner un pie en Afganistán han fracasado en sus intentos. Es un país ingobernable y una trampa para extranjerosMayte Carrasco, documentalista y reportera freelance
Ahora, con el regreso de los talibanes al poder, Carrasco cree que podrían darse uno de estos tres escenarios. "El primero, que los talibán sean reconocidos por países potentes y logren mantener el orden unos años. El segundo, que el Valle del Panjshir u en otros lugares haya una sublevación y haya otra guerra civil. El tercero, el peor, es que haya escisiones dentro de los talibán y que otros grupos armados, como Daesh o Al Qaeda, quieran su trozo del pastel".
Trabajar en suelo fundamentalista
Las dos reporteras han viajado a Afganistán de forma intermitente. Requena, por ejemplo, ha pasado dos veranos en el país y lo ha visitado otras cuatro ocasiones más. "La primera vez me puse muy nerviosa porque no tenía agenda, tienes que componértela ahí mismo, sobre el terreno. Siempre tuve 'síes'; todo el mundo me ayudó y me recibió, tanto en los reportajes para televisión como para escribir el libro. Incluso hubo gente de provincia que viajó a Kabul para que yo no tuviera riesgos", relata.
Las periodistas, como el resto de mujeres afganas, tienen que lidiar con las costumbres musulmanas. No sólo deben cubrirse el pelo con el hiyab, las corresponsales, según Carrasco, deben taparse las muñecas y los tobillos e ir acompañadas por un hombre para poder pasear por la calle. "Los hombres me increpaban, me decían que a dónde iba sola… Esto no me ha sucedido en Siria ni Libia ni Túnez. Ni en las trincheras sirias con los islamistas más integristas (…) Cuando eres reportera, hay que saber muy bien cuando vas a tener que vestirte de una manera u otra".
Pilar Cebrián no ha estado nunca en Afganistán, pero ha vivido en Jerusalén, El Cairo y en Estambul. Desde 2001 cubre los conflictos armados de Oriente Medio. Su trabajo se ha centrado, sobre todo, en la radicalización yihadista y su influencia en Europa. Cree que para una mujer, ser periodista en estos territorios tiene pros y contras: "Llamamos más la atención y nos respetan menos, pero en ocasiones nos protegen más o bien no les suponemos una amenaza y eso es un motivo para que nos den una entrevista". En cualquier caso, Cebrián dice que adaptarse al atuendo musulmán que exige en cada país es una forma de "no llamar la atención".
El regreso de los talibanes al poder amenaza de nuevo el futuro de las mujeres y niñas afganas. Especialmente a su libertad y derechos a la educación y al trabajo. La organización, sin embargo, ha asegurado esta semana que las mujeres podrán trabajar "en el marco del Islam". "A los talibán de ahora les vamos a ver la cara en cuanto salgan las tropas extranjeras. Mientras tanto, yo no me creo nada de lo que están diciendo. (…) Muchas mujeres se sientes desprotegidas porque saben que nadie les va a rescatar", zanja Carrasco.
La periodista de TVE comparte esta visión. Recuerda cómo se le "saltaban las lágrimas" cuando veía a las niñas afganas entrando y saliendo del colegio con sus uniformes. "Todo eso corre el riesgo de haber desaparecido", dice Requena.
Talibanes 2.0
Hay algo que diferencia a los talibanes de antes con los de ahora. En los años 90, durante su primer régimen, prohibieron Internet. La representación humana no estaba permitida. "Entonces eran iconoclastas, no tenían interés en atender a un medio de comunicación y dentro del Emirato Islámico de Afganistán -el nombre con el que rebautizaron al país entre 1996 y 2001- estaba prohibido la tenencia de televisiones", explica Manuel R. Torres, experto en terrorismo yihadista, insurgencias y movimientos radicales.
Si los talibanes muestran un perfil más moderado es muy posible que la sociedad internacional asuma los hechos consumados: que han vuelto al poder y hay que vivir con esa realidadManuel R. Torres, experto en terrorismo yihadista, insurgencias y movimientos radicales
La comunicación de los nuevos talibanes es más sotisficada. Graban sus operaciones, sus entrenamientos, los mensajes de sus líderes, atienden a los medios extranjeros… Tienen hasta una revista propia, Al-Sumud, que publican mensualmente desde 2006. "El nivel de actividad de la organización, sin llegar a la hiperproductividad del Daesh, no es despreciable", asegura Torres. "Estos talibanes son mucho más pragmáticos que los derrocados en 2001. Se han dado cuenta de que la comunicación es una herramienta esencial para ganar reconocimiento internacional (…) Si muestran un perfil más moderado es muy posible que la sociedad internacional asuma los hechos consumados: que han vuelto al poder y hay que vivir con esa realidad", añade.
"Es verdad que están intentando ofrecer una cara nueva, de taliban 2.0", indica Cebrián. La reportera cree que el grupo quire imponer la ley islámica, gobernar y, a su vez, aparentar que se puede "combinar la autocracia islámica con la diplomacia".