Hace unos días Elon Musk pedía que no se utilizasen robots en las guerras. Una petición más que loable, a la que cualquiera con dos dedos de frente se uniría, pero sorprende la repercusión que adquiere todo lo que toca su palabra.
Es cierto que muchos de sus inventos o proyectos parecen imposibles, y de ahí que se le piense como un tipo que utiliza el futuro para ser relevante en el presente, pero no es menos cierto que empresas como PayPal o Tesla han sido cofundadas por él.
Lo de PayPal, pues bueno, qué quieren que les diga, es un proyecto que no es en exceso complejo. Pero lo de Tesla sí que parecía una entelequia. Algo complicado. Y mira tú por donde, todas las semanas al ir a trabajar me cruzo con dos o tres de vehículos de la firma. Y la cosa no queda ahí. Hay intención de que la cosa vaya a más. La compañía tiene previsto instalar más de una veintena de supercargadores por diferentes puntos de España -y del mundo- para que quienes hagan viajes largos puedan recargar sus baterías en quince minutos.
Es cierto que muchos de sus inventos o proyectos parecen imposibles, y de ahí que se le piense como un tipo que utiliza el futuro para ser relevante en el presente, pero no es menos cierto que empresas como PayPal o Tesla, han estado cofundadas por él
Lo de Hyperloop puede ser una columpiada, por qué no, pero es verdad que ya nos hace dudar a muchos. Lo cierto es que no se piensa en Hyperloop sin pensar en Elon Musk, otro proyecto que es suyo pero que además, sin saber por qué, sabemos que es suyo cuando se le nombra. Lo mismo sucede con SpaceX, la empresa que fundó hace ya unos años que promete llevarnos a Marte. Otra posible milonga que al final resulta que no va a serlo: la compañía, que cuenta con 1.100 empleados, ha anunciado que en unas semanas lanzará el Falcon Heavy al espacio, la nave que dicen será capaz de realizar semejante travesía.
Lo que sí es cierto es que sabe medir. Sabe cuándo comunicar y cómo comunicarlo. A veces se trata de un simple y lapidario mensaje en redes sociales, caso del Falcon Heavy, a veces una declaración más profunda y reposada. Pero siempre parece todo espontáneo. Por eso se digiere mejor.
No le pasa, por ejemplo, esto mismo a Mark Zuckerberg o a Jeff Bezos. Sus discursos están más estudiados y medidos y, sobre todo, todos circulan únicamente en torno a una cosa: Facebook o Amazon. Son hombres de un único proyecto, de una única marca. Eso complica el Marketing. No hay sorpresa.
Elon Musk es más dinámico, más interesante. ¿Por qué? Porque su producto no es un proyecto, lo es su cabeza. Es su cerebro el que lanza propuestas disruptivas, atractivas, imposibles... Y muchas.
Es como si Julio Verne no sólo contara las cosas que se harán en el futuro, sino que además las hiciera realidad. Viajes a Marte, coches eléctricos, cápsulas que permitirán viajar a cientos de kilómetros...
Son proyectos con los que el hombre lleva años soñando, y que Musk trata de convertir en realidades. Y a veces hasta lo consigue. Pero no nos dejemos llevar por la euforia.
Musk no ha llegado a Marte. Hyperloop no es una realidad y a Tesla le queda mucho para que sus coches se vendan de forma masiva. Lo que sí es una realidad es que el marketing con el que barniza todos sus productos funciona.
Al fin y al cabo, ahora mismo ha conseguido, una vez más, que estemos hablando de él y sus proyectos.