Coquetear con la bisexualidad vende. Cualquier famosa lo sabe. Acercarte a tu mejor amiga, a tu rival, a quien sea, y darle un beso aparentemente sentido te garantizar un par de días de portadas. ¡Qué atrevida! Pero, ¿qué ocurre con la verdadera causa bisexual? ¿Frivolizamos demasiado sobre una realidad que sigue considerándose inexistente? La última en subirse al carro ha sido Ariana Grande, a quien se le 'escapó' un vídeo besándose con una amiga. Claro, y nos lo tendremos que creer...

Cuando pensábamos que ya nada podría superar a la campaña del cubo de agua helada en favor de la investigación contra la ELA, los famosos han encontrado nuevas formas de llamar la atención de los medios y, de paso, colapsar las redes sociales. Que si fotografías recién levantados, que si agarrarse con ganas el paquete, todo vale con tal de unirse a una buena causa. Pero ¿hasta cuándo va a durar esta moda?

Esto del puente y la festividad de Halloween, contra lo que se crea, no es costumbre exportada por los norteamericanos sino una magna globalización de una antiquísima tradición irlandesa. “¿Susto, truco o trato?”, dice la chiquillería de todo el planeta mientras los padres organizan visitas al campo santo, compran desde huesos de santo, pelotas del difunto o buñuelos rellenos de crema de batata hasta coloristas tartas de calabaza gigante. Por ahí va bien la cosa, lo que a algunos nos trae de cabeza -y ni una vez más estamos dispuestos a repetir- es asistir a esos mismos visionados una y otra vez. Me refiero al repetido y banal argumento con estudiantes descerebrados que van a un lago de picnic y pernocta en cabaña con cientos de camas donde fluidos y testosterona, combinados con deseo y feromonas, se entremezclan con motosierras, caretas de cuero y psicópatas que salen de armarios empotrados. Luego, mazo de sustos, muertos a mansalva, excelentísimos y bellos cadáveres. ¡Qué pereza; otra vez no!