Mobira Cityman
Estamos en los años 80. La telefonía móvil aún estaba en pleno proceso de transición desde los salpicaderos de los coches de los yuppies de Wall Street a los bolsillos de cualquier hijo de vecino. Aunque Nokia presentó este modelo en 1987, unos años después de que el legendario Dynatac de Motorola llegara al mercado, pronto se convirtió en icono: al poco de su lanzamiento, el entonces presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, realizó una histórica llamada en público desde Helsinki al ministro soviético de telecomunicaciones. Desde entonces, el Cityman fue conocido con el sobrenombre de Gorba. Era grande, pesado como un ladrillo (dan fe de ello los 760 gramos que pesaba) y estaba dotado de algunas características que hoy nos pueden producir una sonrisa, pero que en aquellos tiempos suponían una auténtica revolución, como la tecla de rellamada o un indicador de duración de las conversaciones.
5110
A finales de los años 90, no había ningún teléfono tan popular como el Nokia 5110. Lanzado en 1998, hay una cosa clara sobre este teléfono: era ROBUSTO, así, con mayúsculas. Aunque carecía de la conexión por infrarrojos que tenía su hermano del sector business 6110, los usuarios se enamoraron de él desde el primer momento y lo convirtieron en el teléfono más popular del mundo. Más allá de sus prestaciones técnicas, el público vio en el 5110 ese espíritu tamagotchi, generando nuevas pasiones con el teléfono: fue uno de los primeros en contar con el adictivo juego Snake y sus carcasas intercambiables comenzaron a convertir a los teléfonos móviles en complementos de moda. Su producción fue abandonada en 2001 a favor de dispositivos más estilizados, pero incluso después de muerto, sigue siendo referente de la informática más vanguardista: su pantalla es una de las preferidas por los usuarios de las placas Arduino para desarrollar sus proyectos de software libre.
3210
En el siglo pasado, los teléfonos móviles tenían antena exterior. A veces grandes, a veces planas, a veces extensibles… pero siempre ahí, en una de las esquinas superiores del aparato. Pero entonces llegó este modelo de Nokia, con la antena integrada en el interior del dispositivo, y el resto de marcas no tuvieron más remedio que adaptarse. El 3210 también fue uno de los primeros teléfonos móviles creados pensando en el sector más joven del mercado adulto, entre los 18 y los 25 años. A partir de su diseño de derivaron otros muchos modelos similares.
Nokia N-Gage
En Nokia comenzaron el siglo XXI convencidos de que el futuro de la telefonía móvil pasaba por el mundo de los videojuegos: al fin y al cabo, tantos millones de usuarios enganchados al Snake no podían ir desencaminados. El caso es que en 2003 los suecos presentaron un híbrido entre teléfono y consola que apasionó a algunos y aberró a otros muchos. El incomprendido N-Gage fue, sin embargo, un digno precursor de los smartphones, ya que incorporaba en un solo dispositivo, aparte de la consola de juegos, un reproductor de vídeo y de archivos MP3 (el boom de Napster había tenido lugar solo tres años antes), radio FM y la posibilidad de instalarle programas, así como conexión USB y bluetooth. Sin embargo, lo cerrado de su plataforma y un diseño que parecía realizado por la competencia (para cambiar los juegos había que apagar el teléfono y para hablar era necesario colocarlo de perfil con respecto a la cara) acabaron por darle la puntilla. Nokia llegó a lanzar una segunda versión más centrada en la plataforma de juego que en las características multimedia, pero no fue suficiente para atraer al público, que llevaba tiempo prefiriendo otros dispositivos como la Game Boy Advance de Nintendo o la PSP de Sony. Aun así, su muerte definitiva tardó algún tiempo: su producción fue finalizada en 2009.
Tirirí
De acuerdo, hemos hecho trampa: el quinto elemento de esta lista no es un teléfono móvil en sí, sino la melodía que todos asociamos desde hace años a este tipo de tecnología. Se trata de la que muchos conocen como la ‘sinfonía Nokia’, pero que en realidad son los compases 13 al 16 del solo de guitarra Gran Vals compuesto por el español Francisco Tárrega, escrito en 1902. Dicen que en el momento de mayor esplendor de la marca, esta melodía sonaba unas 1.800 millones de veces al día en el mundo. Sin duda, la tonada más popular de todo el planeta… hasta que llegó el Marimba del iPhone, claro.