Tecnología

La Tierra es un ovillo de cables submarinos por donde viaja internet y el móvil

El lecho marino está repleto de cables de fibra óptica que unen todos los continentes. Es la red por la que viajan tus correos electrónicos, las llamadas de teléfono o las fotografías que subes a Facebook. Los llamados buques cableros se encargan de ampliar esta red y arreglar los cables cuando se rompen.

  • Tras cruzar el océano, el buque cablero llega a la costa y conecta el cable al nodo de comunicaciones que repartirá la señal por el país

Son las 8 de la mañana en la playa de Sopelana y ya cae un sol de justicia. En lontananza, a unos 1.500 metros mar adentro, un barco cargado con miles de metros de fibra óptica está a punto de comenzar una odisea que podría llevar la rúbrica de Julio Verne: 1.400 leguas de cable sumarino o, lo que es lo mismo, 6.600 kilómetros de fibra que se depositarán sobre el lecho marino hasta llegar a Virginia, Estados Unidos. El objetivo de este cable, un proyecto de Facebook, Telefónica (a través de su filial Telxius) y Microsoft es mejorar las comunicaciones entre nuestro continente y el que descubrió Cristóbal Colón.

"Cuando hablamos con otro continente nuestras llamadas de teléfono viajan vía satélite". Es la respuesta, casi estándar pero completamente errónea, que dan quienes son interpelados acerca de cómo viajan las comunicaciones internacionales.

La realidad es bien distinta. Cada vez que, por ejemplo, actualizas tu correo electrónico, debes conectarte a los servidores donde están almacenados. En la mayoría de los casos están en otros continentes, así que tu teléfono mandará la orden, que viajará de antena en antena hasta llegar a uno de los trece puntos que, situados en las costas españolas, lanzarán tu petición a través de un cable submarino hasta los servidores del otro continente.

Cuando la petición alcance los equipos donde están almacenados nuestros correos, se iniciará el camino de vuelta hasta la pantalla de nuestro móvil, que actualizará la bandeja de entrada. Nuestra petición habrá viajado por una compleja red de cables sorteando simas oceánicas, rocas y zonas de pesca intensivas, hasta abrirse paso a la superficie, viajar sobre antenas de telefonía móvil, llegar hasta el servidor y regresar de nuevo hasta la pantalla del móvil u ordenador con la información solicitada, todo en décimas de segundo.

364 cables, un millón de kilómetros

El globo terráqueo es un ovillo formado por 364 cables submarinos. Una red capaz de soportar todas las comunicaciones del mundo. En el caso de que, por ejemplo, se produjera un atentado contra estos cables, las comunicaciones no se verían afectadas, ya que se encauzarían a través de otras rutas. Habría que romper todos los cables que conectan a un país o continente para dejar 'a oscuras' esa zona, algo que se antoja complejo.

Veamos cómo es el proceso por el cual se consigue unir dos continentes con un cable. Es tan sencillo -y tan complejo- como llevarlo de un extremo a otro del mundo de una forma casi directa. Pensemos en ese invento infantil que nos permitía hablar con nuestros compañeros de preescolar a metros de distancia, y que consistía en unir dos recipientes de yoghurt vacíos a través de un hilo. Cambien los los recipientes del yoghurt por un par de continentes, el hilo por un cable submarino, el suelo sobre el que pende el hilo por un océano y tendrán una ejemplo fácil de comprender de cómo funcionan las comunicaciones transoceánicas.

Pero volvamos a la realidad. Desde la costa vemos al buque cablero fondeado en las inmediaciones de la playa con toda la fibra -a bordo- necesaria para unir ambos continentes. Una vez anclado en la costa, un equipo de buzos se lanza al agua con el cable y lo va enterrando hasta llegar a la playa, donde también de forma subterránea se llevará hasta el nodo de comunicaciones que redistribuirá la señal a las ciudades y hogares de todo el país -cuando el otro extremo del cable se una al otro continente- como si de una red de capilares sanguíneos se tratara.

Tras esta operación, el barco levanta el ancla y comienza a desenrollar el cable mientras avanza hacia su destino. El recorrido de la fibra óptica por el fondo marino está muy estudiado, y se traza evitando zonas en las que el cable se pueda romper o trabar, áreas con actividad sísmica intensa, pozos petrolíferos, zonas de pesca intensiva... El tiempo que el buque cablero tardará en cruzar el océano depende mucho de los problemas que se encuentre por el camino, pero se puede hablar de un rango de entre dos y cuatro meses.

Cable submarino

Pescadores y anclas, la principal amenaza

Las roturas de los cables se deben a movimientos de placas o accidentes sísmicos que tienen lugar en los fondos marinos. Pero el mayor peligro está cerca de las costas. Cuando el cable se acerca a las playas, las redes de arrastre de los pescadores y en las anclas de los barcos son sus principales amenazas. Hay también quien se habla de algún tiburón despistado -quizá sea una leyenda marina, que no urbana- que se ha liado a dentelladas con un cable hasta romperlo.

El revestimiento protector de los cables es por ello más grueso cerca de la costa, donde su grosor alcanza los 5 ó 6 centímetros. Cuando se aleja de la misma pasa a tener 3 ó 4 centímetros de diámetro. Poco importa el grosor mar adentro. Ningún cable resiste un movimiento brusco de las placas tectónicas.

¿Cómo se arregla un cable roto?

La rotura de un cable se puede producir a decenas o a miles de metros de profundidad, pero la forma de arreglarlo es la misma.

Los buques cableros llevan a bordo una suerte de ganchos y sistemas para izar a bordo los cables rotos, y un completo laboratorio en su interior para arreglarlo. Aunque el cable no se haya quebrado completamente, si se encuentra a mucha profundidad los ganchos lo seccionan antes de subirlo a cubierta para proceder a su reparación.

Básicamente los cables se arreglan, una vez sobre cubierta, mediante una descarga eléctrica que suelda los extremos rotos. Tras esta operación se certifica el correcto funcionamiento de la fibra óptica y se recubre el cable para protegerlo antes de volver a depositarlo en el lecho marino.

Los cables están compuestos de varias capas de polietileno y acero que lo protegen y aíslan del agua marina, muy peligrosa para componentes electrónicos por su alta salinidad. Es un sistema de círculos concéntricos cuyo objetivo es mantener a salvo los 16 filamentos de fibra óptica, del tamaño de un pelo humano, que son capaces de transmitir hasta 4 películas en alta definición por segundo.

Capacidades que explican cómo 'solo' 364 cables submarinos son capaces de afrontar toda la demanda de datos que se produce en el mundo a diario. Y la que está por venir. El ovillo de cables seguirá creciendo.

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