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Puigdemont presidente

Otra vez gana el partido del sofá. La mitad del censo ha decidido que ninguno de los partidos que se presentan merece su confianza. Después de los extenuantes años del procés, la gente está agotada y estupefacta. Nos han robado el cobre y la ilusión.

  • El expresidente de la Generalitat y candidato de Junts a las catalanas, Carles Puigdemont -

Otra vez gana el partido del sofá. La mitad del censo ha decidido que ninguno de los partidos que se presentan merece su confianza. Después de los extenuantes años del procés, la gente está agotada y estupefacta. Nos han robado el cobre y la ilusión. Los primeros sondeos a pie de urna vienen a confirmar lo que se venía pulsando en esta última semana de campaña y en esa tozuda verdad vienen a estrellarse las últimas esperanzas que no se pueden evitar aún en las peores circunstancias. Una sociedad fracturada en dos mitades con sus partidos correspondientes de izquierda a derecha que se reflejan como en un espejo. Nos vemos pero no nos tocamos, la grieta de estos últimos años se ha consolidado. Otra vez más la provincia eternamente olvidada, Lérida, vota en masa al independentismo, como lo hace Gerona. Otra vez el partido socialista se salva por el cinturón de Barcelona. El huido le gana la batalla a los que se quedaron a afrontar las circunstancias, y le planta cara a un Sánchez al que le tiene tomada la medida. Sabe que será president, porque el partido socialista al que se vota en clave España traicione inmediatamente a su electorado cediendo la presidencia a un Puigdemont crecido que mantiene a Sánchez en el poder en Madrid.

La política de la distensión socialista era la paz de la derrota. En la derecha nacional el PP descubre ahora que hay traiciones que no se perdonan y que los votantes que se fueron a Vox lo hicieron para no volver. Perdieron la última posibilidad que tenían de remontar en serio cuando dieron el penoso espectáculo de no confirmar a su mejor candidato posible, Alejandro Fernández, hasta el último momento. Y eso solo porque no les dió tiempo de encontrar a otro más blando y conciliador. Si en algún territorio era importante la unidad del centro derecha y resulta ahora imposible es aquí. Alegrarse de la subida, imposible de evitar cuando  venían de unos inverosímiles 3 diputados, cuando deberían ser alternativa, solo produce una fuerte melancolía en su votante natural. Bajan los niños pijos de la CUP y Comunes, y sube Alianza Catalana, el único partido que asume su ADN, ( nunca mejor dicho) racista. Orriols entrará en el Parlament y a Junts no le temblará el pulso en asociarse a ella si le hace falta, total, para racistas integrados ya tienen Torra, ilustre jarrón chino del partido, no se van a poner exquisitos ahora.

Cuando lo consideren oportuno para sus respectivos intereses, todos los implicados elaborarán un relato para explicar el por qué de la presidencia de Puigdemont


Las negociaciones se prolongarán y llegaremos a las Europeas sin govern, y no se notará nada ni en la calle ni en las empresas. El independentismo ha ganado la batalla y ahora ya no es necesario atacar a la resistencia vencida. Cuando lo consideren oportuno para sus respectivos intereses, todos los implicados elaborarán un relato para explicar el por qué de la presidencia de Puigdemont. No les será difícil, tienen experiencia haciéndonos comulgar con ruedas de molino. Y dentro de unos meses, el referéndum. Nunca habríamos llegado hasta aquí sin el concurso necesario de los partidos nacionales. Gracias por tanto.
A la hora de escribir estas líneas Ciudadanos, ese Ciudadanos que ganó las elecciones en el 17,  queda fuera del Parlament. Guardemos unos segundos de silencio por la última posibilidad de mantener España unida que decidieron desperdiciar los que debían protegerla con una huida que nunca entendimos los que sí nos quedamos.
En fin, Horribles resultados, no por esperados menos desoladores. Como dice Serrat, nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
O puede que se equivoque, porque a veces sí es muy triste la verdad.

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