La democracia y el propio Juan Carlos vienen del franquismo, como muy bien ha escrito Pío Moa. Juan Carlos heredó una España prospera y sin los odios de la Guerra civil ya olvidados. Recibió una democracia en herencia que fue organizada por Torcuato Fernandez Miranda y ratificada en referéndum por una mayoría abrumadora del pueblo español. Los últimos 40 años han sido magníficos desde cualquier punto de vista, con unas cuotas de democracia y prosperidad económica dignas de mención y de reconocimiento de todo el mundo.
El Rey emérito puede que haya cometido errores en el ámbito privado, pero los tendrán que establecer los Tribunales y no Corinna y Villarejo. Hasta entonces goza de la presunción de inocencia que corresponde a todo ciudadano que ni siquiera, como es el caso, ha sido citado como investigado ni imputado. Además, Juan Carlos no ha huido de la Justicia, como han hecho muchos otros que todos conocemos, puesto que ha declarado que está a su disposición en el momento en que esta lo cite.
Malos consejeros
Mucha gente, de todos los sectores y de todos los ámbitos, callan cobardemente y no levantan ni un dedo por el Rey emérito que nos ha propiciado, como ya he señalado anteriormente, 40 años de notoriedad, prosperidad y trabajo. Solo Felipe González, el mejor presidente del Gobierno que hemos tenido, lo ha defendido. Juan Carlos habrá cometido grandes errores pero, y esto en absoluto los justifica, inducido por terceros de todos conocidos, y por olvidar las enseñanzas de su mentor que se basaban en la honradez, la austeridad y el amor a la Patria por encima de todo.
Y, desde luego, resultan impresentables, improcedentes, e inadmisibles los interesados comentarios de Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, sobre el anterior rey porque, gracias al albur de la democracia que trajo Franco y presidió Juan Carlos I, el líder de Podemos puede estar donde está y viviendo como vive. Y en pago a ello, solo piensa es destruir uno de los mejores periodos de paz y bienestar social de la historia de España.
Frente a ello estamos obligados a poner todo nuestro empeño en que no lo consiga.