Si la noticia es que Sánchez defiende al Rey Felipe VI, entonces es que lo obvio ya no se distingue de lo novedoso y por lo tanto, tenemos un problema a la vista mucho más cerca de lo que creemos.
En 2014, con Rajoy como presidente del Gobierno y Rubalcaba manteniendo al PSOE comprometido con el sistema del 78, el Rey Juan Carlos I encontró el momento de su reinado para dejarlo. No le quedaba más tiempo porque los dos partidos del sistema estaban dando síntomas de agotamiento por unas y otras razones. Nadie puede dudar del olfato político de Juan Carlos I a diferencia de otros asuntos muy personales de los que ya veremos si la justicia tiene algo que decir, o no. Sabia que la ultima estación para bajarse únicamente se la podían preparar dos políticos con toda su trayectoria hecha, dos tipos con sentido de la realidad y poco dados a la frivolidad en cuestiones de Estado. Lo que estaba por venir después es lo que ahora tenemos.
La Monarquía parlamentaria es el techo insustituible en un sistema que por supuesto tiene todos esos valores que los republicanos de verdad encuentran en la democracia del 78, la gran obra de Juan Carlos I. El legado de la concordia y la convivencia con un régimen de libertades individuales y derechos civiles como nunca antes en la historia de España no desaparece ni se mancilla por la vida personal pero el traslado -que no fuga ni exilio-del Rey Juan Carlos fuera de España lo deja a la intemperie.
El palacio de la Mareta fue un regalo, como tantos otros, que Juan Carlos I entregó al Estado. Sánchez está ahora en su uso y disfrute en Lanzarote, alojado en una residencia regalada al Rey de España. Un obsequio del Rey de Jordania que es del Patrimonio Nacional porque así lo decidió el obsequiado con el único criterio posible en estos casos. Hace un mes el presidente del Gobierno calificó como “inquietantes y perturbadoras” las informaciones periodísticas sobre los 100 millones de euros que le habrían dado al Rey Juan Carlos por sus gestiones para la construcción del AVE a La Meca. Aquel día, el presidente se saltó la presunción de inocencia, una de las diferencias fundamentales de una democracia con otro tipo de regímenes. Sentarse mirando al mar en Lanzarote desde una mansión jordana tan regalada como el dinero árabe no inquieta ni perturba al inquilino de la Moncloa, aunque todo proceda de otras manos.
El anuncio de la salida de España del Rey Juan Carlos no es un cortafuegos sino una cesión a quienes van carcomiendo el sistema del 78
El anuncio de la salida de España del Rey Juan Carlos no es un cortafuegos sino una cesión a quienes van carcomiendo el sistema del 78. Políticamente es un error. Deja al Rey Felipe VI en la misma intemperie que el legado de su padre frente a una tropa de enemigos que no van a parar en su afán por derribar a una institución sin la cual sería muy sencillo acabar con la España constitucional de todos. El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, junto con los partidos nacionalistas e independentistas, han ganado tiempo y terreno en su cacería a Felipe VI... Sánchez tiene que decidir entre sus socios de moción de censura e investidura o la Constitución del 78 y la obvia defensa del reinado de Felipe VI continuación del legado político de Juan Carlos I.
No es posible tener un pie en La Mareta y otro en la residencia de su aliado en Galapagar. La salida del Rey Juan Carlos I ha tapado la realidad de un Gobierno con los brotes de coronavirus más descontrolados de Europa que acude con prisa a las ventanillas europeas de rescate para coger dinero fresco. El incremento disparado de los gastos de la Sanidad y el pago de los millones de salarios de los trabajadores en ERTE empiezan a ahogar las cuentas del Estado. Y luego dirán que no fue un rescate. Como es costumbre con este Gobierno y su presidente nada es lo que parece y también viceversa. Y mientras tanto se agolpan las crisis para beneficio de quienes saben que son las oportunidades que no se pueden desperdiciar. Ya se sabe que la historia no se repite pero a veces rima.