Caracas vivió este martes su primer gran cacerolazo del año contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, intermitente y no homogéneo en todas las zonas de la capital, tras el anuncio hecho horas antes por la empresa estadounidense AT&T de que cerrará en Venezuela su negocio de televisión de pago DIRECTV.
AT&T informó este martes en un comunicado de que "las sanciones del Gobierno de Estados Unidos a Venezuela han prohibido la transmisión de los canales de Globovisión y PDVSA, los cuales se requieren bajo la licencia de DIRECTV para proporcionar el servicio de televisión de pago en Venezuela".
Como consecuencia, la empresa señala que le resulta "imposible cumplir con los requisitos legales de los dos países" y por ello se ve obligada a cesar las operaciones de DIRECTV en Venezuela. Según AT&T, la decisión -que tiene efecto inmediato- fue tomada por la directiva del grupo en Estados Unidos y en ella no tuvo participación o conocimiento previo del equipo de DIRECTV en Venezuela.
Con un pobre internet, escaso servicio de agua y cortes frecuentes de luz, la televisión de pago, que tiene un coste casi simbólico en Venezuela, supone para muchos el único alivio con el que pasar el confinamiento para prevenir la pandemia de COVID-19.
El ruido de las cacerolas fue particularmente intenso durante unos 20 minutos en el sector de Chacao, una zona que tradicionalmente alberga población acomodada y gran bastión opositor, donde muchos vecinos se asomaron a las ventanas y se escucharon petardos y gritos contra Maduro.
Algunos caraqueños convocados a través de mensajes, y otros sorprendidos por el ruido de sus vecinos, comenzaron la protesta casi de forma simultánea con una declaración del vicepresidente de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, acerca de la situación de la COVID-19.
De extremo a extremo de la capital
En el extremo oriental de Caracas, en la popular barriada de Petare, considerada como una de las mayores favelas de América Latina, el sonido de las cacerolas fue también muy fuerte, casi tanto como en el de los sectores que la circundan, según pudo constatar Efe.
Petare ha sido escenario las últimas semanas de duros combates entre pandillas en un aparente enfrentamiento por el control de la zona. Al otro extremo de la capital venezolana, en la también popular barriada de Catia, las cacerolas sonaron aunque de un modo mucho menos ensordecedor, según comprobó Efe.
Catia es uno de los puntos fuertes del chavismo, en el que incluso residen muchos integrantes de "los colectivos", grupos de simpatizantes del oficialismo que actúan como parapolicías o paramilitares, según las denuncias de numerosos activistas de derechos humanos o Amnistía Internacional.
Varios vídeos difundidos en redes sociales permiten ver que la protesta también adquirió fuerza en el sector conocido como El Paraíso, una zona habitada por la antigua clase media que viró de ser mayoritariamente chavista a simpatizar por la oposición de manera progresiva.