Si Koldo García Izaguirre, la mano derecha –las dos manos, seguramente— del exministro José Luis Ábalos, fuera titular de un escaño en el Congreso del que dependiera el gobierno, tengo la certeza de que no dudarían en amnistiarlo. Pobre Koldo. No tiene escaño, no es útil para la gobernabilidad, a diferencia de los diputados de Junts. Al contrario, está pasando a toda velocidad a la condición de clínex humano. Sus compañeros de partido quieren borrarlo de la foto. Difícil: hay muchas fotos.
Sí tiene escaño su jefe y protector, Ábalos, expulsado de la presidencia de Interior y del grupo parlamentario socialista y buscando el indulto partidista mientras se aloja en el grupo mixto “pare defender mi honor personal” aseguró, con amargas quejas hacia el PSOE. Su silencio, todo el mundo lo sabe, vale oro. Koldo está en muchas fotos. Ábalos está en muchas situaciones. Por ahora, ambos están en el centro –no solos, desde luego— de este gigantesco escándalo de corrupción por comisiones ilegales en la compra de mascarillas durante la pandemia del que presuntamente hay huellas claras en los ministerios de Sanidad, Transportes, Interior y Fomento y en los gobiernos autonómicos de Baleares y Canarias. Llevamos cien días de legislatura, pero con este vía crucis que empieza ahora, y llueve sobre muy mojado, le van a parecer a Sánchez cien semanas.
Ábalos, mientras esté en el Grupo Mixto, tendrá, además de un sueldo, la condición de aforado para resguardarse por el momento de las investigaciones; y Frankenstein tendrá un tornillo suelto
Pobre Koldo. ¿Es que no van a valer de nada los servicios prestados? Ay, aquellas noches que pasó custodiando los avales de Pedro Sánchez para ser secretario general, y tantísimos otros encargos, favores, apaños… Ahora se enfrenta desnudo a la tormenta. Ábalos, mientras esté en el Grupo Mixto, tendrá, además de un sueldo, la condición de aforado para resguardarse por el momento de las investigaciones; y Frankenstein tendrá un tornillo suelto más para la negociación de cada voto: el de los presupuestos, por ejemplo. Lo de las responsabilidades políticas en este espectáculo de corrupción –suyas y de su jefe— quedará para otro momento, aunque la sarta de consignas, tan grandilocuentes como vulgares --caiga quien caiga, cortar por lo sano, total transparencia— no es fácil que vaya a funcionar esta vez.
¿Y Sánchez, al que un día se le partirá la mandíbula de tanto apretar con furia los dientes en las malas situaciones que últimamente atraviesa? Qué mal álbum de fotos. Aquella de 2017 en la que el presidente del Gobierno abraza por un lado a Koldo y por otra a su amigo e introductor, Santos Cerdán, celebrando el éxito de la toma del partido. Aquella de 2014, en la que está Koldo con su hacha ante un fascinado Sánchez que luego escribiría: “Pamplona nos descubrió a uno de los gigantes de la militancia en estas tierras navarras. El último aizkolari socialista”.
Esto no ha hecho nada más que empezar. No es original decirlo, pero qué le vamos a hacer: el asunto no es Koldo. Tampoco Ábalos. El asunto es Sánchez. ¿Qué sabía? ¿Cuándo lo supo? ¿Cómo explicará el presidente –sin tiempo para Barbate, holgado para Marruecos-- que una trama tan cercana al poder, con protagonistas tan próximos a él, pusiera en pie una empresa que facturó cero euros en 2019 y obtuvo unos ingresos de más de 53 millones en 2020, en plena pandemia, negociando con mascarillas?
¿Y cómo lo explicará en una Europa en la que, por desgracia, el Gobierno sigue dando espectáculo? Tras la vergüenza de la malversación, el ataque en tromba contra los jueces y negociar una amnistía con los delincuentes condenados por violar la ley, lo siguiente va a ser un posible fraude a los fondos FEDER en la compra de mascarillas. La delegación de Ciudadanos en el Parlamento Europeo, en una carta firmada por mis compañeras Susana Solís y Eva Poptcheva, ha alertado a la Fiscalía europea de todo ello. La Fiscalía ya abrió una investigación para averiguar si una operación de Sanidad –cuando Salvador Illa estaba al frente— para la compra de material sanitario en la pandemia podría afectar a fondos UE en un proceso de designación de contratos por procedimiento de urgencia, sin publicidad ni licitación.
Ay de España, sometida a una tensión innecesaria, ajena a los verdaderos problemas y retos del país y en manos de un Gobierno que amnistía a delincuentes corruptos para poder seguir gobernando
Ay, Koldo, sin amnistía, no por su mala cabeza, sino por no ser diputado de Junts. Ay, Ábalos, sin cargos, sin poder, refugiado en el Grupo Mixto y en silencio, por ahora. Ay, Sánchez, acorralado precisamente por la corrupción, su lanza favorita, después de tantos desmanes de los que iba saliendo airoso, aunque mermado de prestigio y apariencia.
Ay (ahora de verdad) de los ciudadanos, que pagan siempre los platos políticos, económicos y sociales rotos por los dislates de este Frankenstein que nos gobierna. Ay de las instituciones, erosionadas por un hostigamiento sistemático y sin precedentes desde 1978. Ay de España, sometida a una tensión innecesaria, ajena a los verdaderos problemas y retos del país y en manos de un Gobierno que amnistía a delincuentes corruptos para poder seguir gobernando y que dejará sin amnistiar a un presunto delincuente, Koldo, porque es un don nadie, como su jefe Ábalos, por ahora protegido por el escaño. Ninguno vale ya para proteger al líder. Los dos son ahora plomo para sus dañadas alas.