En otro contexto, plagado de miradas largas, alejado de esa dosis de éxtasis diario de plagios, másteres y demás vergüenzas políticas, hubiera merecido una apertura de telediario la salida de Caixabank de Repsol. No sólo porque el movimiento pone fin a uno de esos matrimonios empresariales de décadas, sino porque las aristas del paso aún son inescrutables entre el club del Ibex. Y a más, a más, en las relaciones entre el mundo del dinero y Moncloa. En este ámbito, el mundo de la empresa le regaló un guiño a Pedro Sánchez en la escenificación de su autobombo en la Casa de América de la pasada semana. Allí estaba José María Álvarez Pallete (Telefónica), el presidente de esa compañía que es un estado dentro del Estado. También, Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), l’enfant terrible de la energía para pasados Gobiernos y algunos de sus ministros, como Álvaro Nadal. O Florentino Pérez (ACS), el mejor de los funambulistas en ese complicado alambre de visitas a despachos y millonarios contratos públicos. El resto de los grandes empresarios excusaron su ausencia por motivos de agenda. Incluso José Ignacio Goirigolzarri, el presidente de la todavía Bankia pública, para su disgusto, dejó el asiento vacío por otros compromisos. “Que Sánchez no se piense que tiene ganado al Ibex por los aplausos en público del otro día. En el seno de la CEOE, los empresarios están muy descontentos por la nula política económica de este Gobierno, más ahora que empiezan a asomarse los primeros síntomas de recesión. O Sánchez endereza el rumbo y empieza a preocuparse por las cosas importantes, o vamos hacia el desastre más absoluto”, reflexionaba estos días uno de los presidentes del Ibex. Uno de los que no asistió al aquelarre presidencial en el edificio de las famosas sicofonías.
Por allí, la Casa de América, no se dejaron ver ni Isidro Fainé ni Antoni Brufau. Los protagonistas de la separación de la semana. Después de 22 años de relación, “Brufau y Fainé”, asegura alguien que les conoce bien, “son como esos matrimonios que ya no tienen nada que decirse, porque se han dicho de todo en el pasado, pero que siguen guardando la compostura por aquello del qué dirán”. La salida de Caixabank de la sala de máquinas de Repsol se efectúa de forma ordenada. Porque los sobresaltos no convienen a ninguna de las dos firmas. Una salida abrupta, en forma de colocación acelerada, podría haber aumentado las pérdidas de 450 millones que sufrirá el banco catalán por el movimiento si el mercado no hubiese aceptado de buen grado la operación. Y pese a que la magia de la contabilidad en los consolidados de las compañías lo aguanta todo, el negocio bancario, con los tipos por el subsuelo, no aguanta rotos mayores.
¿Por qué sale Caixabank ahora de Repsol? Sin duda, porque la petrolera ya no resulta una amenaza en Naturgy. Su salida de la antigua Gas Natural comenzó a mover las fichas de dominó entre ambos grupos. Si Repsol ya no suponía una amenaza para La Caixa en la gasista dejaba de tener sentido que el banco siguiera en el accionariado de la petrolera. Los tiempos extrañan. Apenas tres meses después de que Repsol presentara un plan estratégico, notablemente acogido por los analistas y el mercado, aprobado y corregido por su accionista mayoritario: Caixabank. “Las directrices del Banco Central Europeo (BCE) para que los bancos dejen de tener participaciones industriales vienen desde que se impuso la supervisión única. Por tanto, lo más razonable hubiera sido que Caixabank no hubiera participado del plan estratégico de Repsol y hubiese dejado ese camino a los nuevos accionistas”, apunta un directivo del mundo energético.
En el argumentario del banco catalán se alude a las mayores exigencias de capital que exige el BCE por las participaciones no financieras para justificar el movimiento. Pero lo cierto, es que Caixabank tenía catalogado a Repsol como participación financiera cuando la petrolera anunció su salida de la nueva Naturgy. ¿Por qué ese cambio? “La marcha de Caixabank de Repsol hay que reflexionarla dentro de un contexto. No es un movimiento aislado en la estrategia de Fainé”, apunta alguien que conoce bien al ejecutivo manresano. “Es el final de esa banca industrial que era el universo de La Caixa hasta hace poco”, matiza. La cascada de ventas comenzó con el traspaso de Aguas de Barcelona al grupo francés Suez. Después, la venta del 10% de Gas Natural. El tercer capítulo, la salida de Abertis, se convirtió en uno de esos folletines de intrigas palaciegas con poco apoyo por parte del Gobierno de Rajoy. Con la salida de Repsol, el universo Caixa finiquita otra de las joyas de su corona y resta a los resultados de Caixabank un pellizco de 170 millones anuales, el dividendo de la petrolera.
¿Por qué sale ahora Caixabank de Repsol? La situación de la petrolera anima a lo contrario.
Y la pregunta merece ser repetida. ¿Por qué sale ahora Caixabank de Repsol? La situación de la petrolera anima a lo contrario. Su situación de liquidez es sobresaliente tras la venta de su participación en Naturgy. No tiene problemas de deuda. Ha diversificado su negocio (entrada en el mercado eléctrico o nuevas formas de movilidad con una firma de carsharing). Y cuenta con un excelente as: el yacimiento de petróleo descubierto en Alaska. “Las exigencias del BCE y el nuevo plan estratégico de Caixabank (se presentará en el último trimestre)”, reiteran desde la entidad catalana, para justificar la tocata y fuga de Repsol.
Todo lo contrario sucede con la participación en Telefónica. Fainé, Jordi Gual y Gonzalo Gortázar han logrado convencer al BCE de que la presencia en la teleco es estratégica para el banco por aquello de que digitalización bancaria y asociación con Telefónica es un binomio indispensable en estos momentos. “Las negociaciones en Francfort han conseguido que la participación de Telefónica no castigue en capital”, aseguran fuentes financieras. Quizás por eso, Criteria y Caixabank han hecho acopio durante este verano de una gran cantidad de telefónicas. Entre la matriz y su filial bancaria ya suman más del 6% de la empresa presidida por Pallete. Unas compras que sostuvieron durante agosto la cotización de Telefónica. Favor por favor. No en vano la teleco mantuvo los títulos de Caixabank hace un año, en los momentos duros del procés y en los días previos al anuncio del cambio de sede.
En menos de un año, Moncloa ya no discute la presencia de Fainé en Telefónica ni se quiere forzar su paso atrás definitiva, como intentó el Gobierno de Rajoy tras la salida del banquero de la presidencia de Gas Natural. Entonces, la distancia entre Moncloa y Fainé no pudo desligarse del conflicto político catalán. En un contexto de tensión prolongada entre Madrid y Barcelona, el nexo entre el pope de La Caixa y el Gobierno se deterioró considerablemente. El traslado de la sede social de la entidad bancaria –y posteriormente el de Gas Natural, Abertis o Cellnex- fue visto como una buena noticia y se considera como uno de los factores que más ha debilitado a los soberanistas. Sin embargo, en la Moncloa de Rajoy sostenían que esta decisión debería haberse adoptado mucho antes, puesto que hubiera echado por tierra el argumento que enarbolaron los independentistas durante mucho tiempo, con el que descartaban que la declaración unilateral de independencia fuera a afectar a la economía catalana.
“Fainé vuelve a sentirse fuerte”, asegura un antiguo colaborador del banquero. Y hacerse más fuerte en Telefónica, en el actual contexto de dificultades de la compañía presidida por Pallete, es su operación en estos momentos. Incluso, algún analista no descarta que Criteria y Caixabank puedan convertirse en el primer accionista de la teleco, superando a BBVA, que cuenta con un 6,96% de los títulos. “La entrada del fondo Elliot en Telefónica puede estar arrastrando al mundo Caixa si consideran que puede haber un potencial de revalorización”, explica un analista.
La apuesta de Criteria por Telefónica se inició a finales de 2017, coincidiendo con la operación de venta de Abertis. El pasado mes de mayo el holding controlado por Caixabank alcanzó el 0,5% de la operadora, y desde entonces ha mantenido las compras hasta superar ahora el 1%. “La venta de Repsol es para hacer liquidez de cara a otra operación. No dudo que Isidro siga comprando telefónicas”, asegura estos días un presidente del Ibex. Veremos.