A Pedro Sánchez no parece importarle el 30% de voto de castigo que ha recibido en la elección de su Ejecutiva y el Comité Federal. "Hoy el PSOE ha puesto rumbo a La Moncloa", ha proclamado ufano en el acto de clausura el secretario general que ganó las primarias de forma rotunda a Susana Díaz -50,02% del voto militantes frente a poco más del 39%- pero a quien todavía le queda mucho para pacificar el partido. Hoy se ha demostrado.
De hecho, la andaluza y la mayoría de sus delegados no se han quedado al acto multitudinario en el pabellón 3 de Ifema con 5.000 militantes; después de votar en blanco como forma de protesta, han emprendido viaje de vuelta. Tampoco ha estado el asturiano Javier Fernández.
Sí han acudido otros cuatro barones críticos, el extremeño Guillermo Fernández Vara -nuevo presidente del Consejo Territorial del PSOE, que ha salido urgentemente para Cáceres a coordinar una reunión sobre el incendio en Portugal-, el aragones, Javier Lambán y el castellano-manchego, Emiliano García-Page, ambos con caras largas y el valenciano, Ximo Puig, muy enfadado con Ferraz. Lo primero que ha hecho el presidente valenciano al llegar a Ifema es denunciar ante los periodistas una maniobra de Sánchez y los suyos en Ferraz para intentar desestabilizarle en la secretaría general del PSPV.
Luego, en primera fila sentado -García Page ni eso, lo ha seguido de pie en una esquina próxima al escenario-, Puig ha aguantado estóicamente escuchando a Pedro Sánchez proclamar "olvidamos lo que éramos y vosotros (la militancia) os levatásteis para recordárnoslo" votándole a él y no a la presidenta andaluza en una acción de "dignidad". "Con más democracia vamos a construir un nuevo PSOE (...) Aquí está el PSOE", gritó entre vítores y aplausos de los suyos.
El líder socialista comienza su mandato con claros guiños a la izquierda: asegura que el PSOE no compite con Podemos, solo con el PP, y dice a los indignados del 15-M que la regeneración "pronto será una realidad"
Se propone hacer "oposición de Estado", que no significa apoyar al Gobierno del PP sino "defender al Estado de este gobierno". En ese punto, dejó claro cuales caladeros de votos tiene en mente: "Quiero dirigirme a quienes se convocaron hace 6 años, un 15 de mayo, al grito de 'No nos representan'. A todos ellos les decimos que su demanda de regeneración aún insatisfecha, pronto será una realidad", les dijo.
El líder socialista tiene pendiente anunciar en horas una de las decisiones más trascendentes de esta nueva etapa, el nombre del portavoz del Grupo Socialista, pero ya advirtió este domingo que "nosotros solamente competimos con el PP", no con Podemos. A los morados y a Ciudadanos les ha vuelto a emplazar a una alianza que le haga a él presidente del Gobierno en una moción de censura, pero como eso es ciencia-ficción, que diría el ministro portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, pedirá a los progresistas que lo tengan en cuenta.
El PSOE hablará alto y claro para que todos esos millones de españoles "apoyen mayoritariamente" en las próximas elecciones al único partido que puede desalojar al PP. Hasta que ese momento llegue, lo que va a crear el Grupo Socialista es lo que ha denominado "espacio de coordinación parlamentaria" en que el con Podemos y otros grupos de oposición, y visto que Mariano Rajoy no tiene mayoría, puedan derogarse todas aquellas reformas que han creado "tanto sufrimiento". "Y porque somos la izquierda de gobierno, miraremos de frente a la derecha. Ni de lado ni desde abajo. De frente", insistió, con el público en pie, en uno de sus argumentos favoritos contra la gestora que ha regido los destinos del PSOE en estos últimos 9 meses.
Capítulo aparte ha merecido en su discurso el asunto catalán. "¡Basta ya de neocentralismo!", ha dicho un Pedro Sánchez "a favor de España y del catalanismo". No quiere ni la España centralistas ni la independentista, y sí apostar por la fórmula federal de encaje de todos los territorios.
