En lugar de tomar el sol en una de las famosas playas de Río de Janeiro, las clientas de Erika Bronze se tienden a intentar conseguir su bronceado preferido en la azotea de un viejo edificio de la zona oeste de la ciudad. Ninguna lleva un bikini, además, sino aquello que ha convertido el negocio de Erika Romero en uno de los centros de belleza de moda de Río: trozos de cinta aislante de color negro o azul pegados en sus cuerpos desnudos.
"Es la marquinha", dice Romero, risueña, antes de explicar en qué consiste esa técnica que aprendió de pequeña en su barrio, una favela carioca, y con la que ahora se gana la vida. Se trata de recrear las formas de un bikini pegando cinta adhesiva sobre los cuerpos de sus clientas para someterlas luego a un baño de sol. El objetivo es conseguir las marcas de bronceado que cada mujer quiera tener sobre la piel, explica Romero. "Ellas eligen su bikini, nosotros vamos ajustando", agrega, orgullosa de su boyante negocio ubicado en el barrio de Realengo.
Si en otros países el ideal de belleza es no tener marca alguna sobre la piel bronceada, a las cariocas, en cambio, les gusta llevar las líneas perfectamente delineadas que les dejaría un bikini, explica la emprendedora brasileña de 34 años. "Me queda bien para el trabajo", explica Sabrina Vasconcelo, de 28 años. "Y en la playa, con el bikini, no queda siempre bien". "Aquí en cambio queda exacto", asegura.
"En la playa el bikini siempre acaba moviéndose y las líneas no quedan bien", la secunda por su parte Jully Lins, de 23 años, otra clienta de Erika Bronze. Para conseguir las marcas idóneas, Erika Romero y sus ayudantes vigilan constantemente que las tiras de la cinta no se desplacen y colocan paños blancos sobre el plástico para controlar la humedad.
Un muchacho joven pasa también de rato en rato entre las alrededor de 20 tumbonas de la azotea, refrescando a las mujeres con un chorrito de agua. Para cada bronceado se necesitan unas tres horas, hora y media boca abajo y el mismo tiempo boca arriba. Cada jornada cuesta 70 reales, unos 22 dólares. "Hago tres o cuatro tipo de modelos. Hay grande, pequeño, también el 'retro'. Y el hilo dental, el más usado por las cariocas", explica Romero. A diario recibe de 25 a 30 clientes, asegura, en pleno verano en el hemisferio sur. El negocio va viento en popa.
En todo el año Erika Bronze espera ingresar hasta 100.000 reales (unos 31.000 dólares). En los últimos meses, los negocios con el bronceado de cinta aislante empiezan a ser cada vez más populares en Río, una ciudad conocida desde siempre por su obsesión por el culto de la belleza y los cuidados físicos.
"Ahora nos conocen en todo Brasil", asegura Romero sobre el negocio que abrió hace tres años. Ella se considera una de las pioneras de la moda. Porque la técnica de la "marquinha", agrega después, la conoce en realidad desde muy joven. "Lo hago desde la adolescencia en mi comunidad", dice.
La idea de la "marquinha" nació en los barrios más pobres de Río, en las favelas, donde las chicas no tienen a menudo recursos para comprarse bikinis. "En las comunidades (favelas) se hace mucho", dice Romero sobre la "marquinha". "Es la cultura de las comunidades. Toda chica usa cintas", agrega. Cinta aislante o esparadrapo. En su casa, dice Romero, su madre usaba mucha cinta adhesiva para parchar los muebles desportillados.
Erika Romero es de Vila Aliança, una favela ubicada la zona norte de Río. Su negocio lo empezó en realidad ahí, pero optó por cambiarse cuando le empezó a ir bien. "Muchos clientes se preocupaban porque es una favela, la gente de la playa no iba", explica. Como la mayoría de favelas, normalmente ubicadas en los numerosos cerros de Río, Vila Aliança tiene problemas con la delincuencia y el tráfico de drogas.
Desde que se cambió a Realengo, un barrio de clase media, Erika Bronze es un éxito, asegura ahora su dueña. "Viene gente que vive incluso frente a la playa, de Copacabana, de Barra, de Leblon", agrega enumerando algunas de las zonas más acomodadas de Río. Mientras la moda de la "marquinha" se extiende en el país, los dermatólogos, eso sí, vuelven a advertir estos días sobre el peligro de exponerse mucho al sol.
"El cáncer de piel es el que tiene mayor incidencia en Brasil y está relacionado con esa exposición al sol continua e intensa", comentó la especialista Juliana Neiva al diario Globo a propósito de la nueva moda. "Tres horas de sol en un día, de exposición directa al sol, es mucha cosa", apuntaba también al diario Celso Sodré, un dermatólogo.