Hay un celo exagerado con el ministro de Economía, Luis de Guindos, en lo que se refiere a su actividad de Gobierno como titular en funciones de tan importante cartera, pero sobre todo como responsable tutelar de la cartera de Industria, Energía y Turismo desde que José Manuel Soria se vio obligado a dimitir por su implicación en los papeles de Panamá.
Guindos fue consejero de Endesa y por ello se viene inhibiendo, desde hace meses, en la aprobación y firma de las normas que saca adelante el Gobierno sobre el sector eléctrico, pero el último de sus renuncios raya el esperpento.
El BOE publicaba el pasado 17 de septiembre unas órdenes de rango menor “por la que se determina el traspaso de clientes de determinadas empresas comercializadoras de energía eléctrica a un comercializador de referencia y se determinan las condiciones de suministro de dichos clientes”.
Guindos se inhibió en la orden de cargar a las eléctricas con el bono social, pero lo ha hecho también en una norma de traspaso de clientes en la que la incompatibilidad raya lo imposible
El Ejecutivo traslada a Presidencia de Gobierno la responsabilidad de esas órdenes, para evitar que Guindos tenga que firmarlas. Es la vicepresidenta, titular del Departamento de Moncloa con más poder por debajo de Mariano Rajoy, la que ha asumido no sólo esta norma de rango menor sino otras tantas más para evitar que el ministro de Economía incurra en alguna incompatibilidad a futuro por haberse sentado en el consejo de la eléctrica controlada por el Estado italiano a través de Enel.
Por detrás quedan la orden ministerial del reparto de la financiación del bono social que tanto cabrea a las eléctricas, aprobado el 6 de septiembre, o la norma que fija la retribución de la distribución de las redes eléctricas, en junio pasado, entre otras.
Algunas fuentes políticas señalan que Guindos no sólo está tirando del manual de absoluta pulcritud para evitar cualquier incompatibilidad por haber sido consejero de Endesa y haber tenido que asumir la tutela de Industria, sino que de camino el ministro de Economía evita cerrarse puertas a futuro de cara a una posible salida del Gobierno en caso de que Mariano Rajoy consiga formarlo.
La firma de cualquiera de estas normas, por nimia que parezca, supondría la extensión en el tiempo de su plazo de incompatibilidad para poder acceder a un cargo en cualquier compañía del sector.
Sin embargo, no es esta la única explicación que se da al exceso de inhibiciones del ministro. La decisión de darle las competencias de Industria tras la salida forzada de Soria por los papeles de Panamá es presentada por fuentes gubernamentales como “la solución natural”, teniendo en cuenta que el Ministerio de Hacienda se ocupa también de las Administraciones Públicas, que la responsabilidad de Fomento recayó sobre Rafael Catalá y que en abril pasado ya se tenía pensado que Alfonso Alonso fuera candidato a lehendakari y que su cartera de Sanidad pasara a manos de la ministra de Empleo, Fátima Báñez.
Álvaro Nadal se encarga de supervisar todas las normas energéticas que le caen a la 'vice', previa consulta a su hermano, el secretario de Energía
Guindos es amigo personal de Soria y su antiguo cargo como consejero de Endesa le ha obligado a inhibirse en varias decisiones del Consejo de Ministros que competen al área de energía, delegándolas en Sáenz de Santamaría. La vicepresidenta suele consultar estas decisiones primero con Álvaro Nadal, jefe de la Oficina Económica, quien tiene a su hermano Alberto como secretario de Estado de Energía.
En el Gobierno se subraya, pues, que ha habido continuidad en el departamento, donde trabajan otros dos secretarios de Estado más, el de Telecomunicaciones y el de Turismo, aunque es evidente que los hermanos Nadal, a través de Moncloa, han aumentado su influencia en el ámbito de la energía.