Que el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) es un lobby que camina hacia su desaparición es un hecho ya casi amortizado que no sólo descuentan los que lo forman (algunos grandes el Ibex y de la Empresa Familiar) sino también los grandes empresarios y banqueros que están fuera, la clase política en general y Moncloa en particular.
Pero, ¿quiénes están detrás de su decadencia, de su inoperancia, de su falta de actividad e influencia? Este diario ya publicó que el Consejo lleva meses sin reunirse y la situación va para largo, señalan varias fuentes de sus integrantes.
La nueva hornada de jóvenes presidentes que ha tomado las riendas de tres de las grandes entidades que promovieron la creación de ese lobby que nació en los estertores del zapaterismo, cuando España caminaba hacia el rescate, ha sido la que ha abonado su declive.
Los nuevos presidentes de Telefónica, Santander y El Corte Inglés se han negado a asistir en el caso de que se convoque alguna reunión en el Consejo
Ni José María Álvarez Pallete, presidente de Telefónica, sustituto del actual presidente del CEC y principal urdidor del mismo, César Alierta; ni Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander, hija de Emilio Botín, el ‘colaborador necesario’ del aragonés en tal aventura; ni mucho menos el jovencísimo Dimas Gimeno, presidente de El Corte Inglés y sobrino de Isidoro Álvarez, otro de los grandes prebostes del lobby que se creó para contribuir a la ‘salvación de España’, están por la labor de jugar ese papel institucional de influencia política que tanto gustaba a sus mayores.
“Estamos aquí para gestionar las empresas que dirigimos, no para politizar nuestra actividad ni para meternos en política. No nos gusta la situación que sufre España ni el caos político, pero nosotros ahí no debemos meternos”, señala una fuente interna de una de estas tres entidades.
Pallete, Gimeno y Botín ya han hecho llegar a algunos de sus compañeros de viaje en el CEC que nada de reuniones ni de postulados ante la situación de desgobierno e incertidumbre económica que vive el país. Tampoco posicionarse de forma conjunta ante el desafío catalán, “cada uno por su lado”, dice esta fuente. Máxime cuando desde Moncloa llegaron claros mensajes de desaprobación de su actividad el pasado año y de que hasta el mismísimo Mariano Rajoy se ha negado a volver a recibirlos en la sede de la presidencia de Gobierno.
"Estamos aquí para gestionar las empresas que dirigimos, no para politizar nuestra actividad ni para meternos en política", dicen desde una de estas tres entidades
En esa misma línea se han mostrado en privado otras empresas que aunque no han renovado sus sillones presidenciales, no quieren que el organismo que surgió como efecto colateral de la crisis de credibilidad que vivía la patronal CEOE que lideraba el encarcelado Gerardo Díaz Ferrán siga funcionando.
Un alto ejecutivo como Pablo Isla, presidente de Inditex, rechazó la propuesta de presidir el lobby que iba a haber dejado Alierta al abandonar en abril su más altas responsabilidades en Telefónica. De hecho, a la vista de que el momento de incertidumbre política que se vivía en primavera, camino de nuevas elecciones el 26J, para evitar que la disolución se produjera y no armar ruido, el empresario zaragozano, ahora al mano de la Fundación Telefónica, aceptó a regañadientes quedarse de presidente del CEC hasta febrero próximo.
Ésta es la fecha que más de la mitad de los integrantes del lobby barajan como la idónea para disolverlo, señalan varias fuentes de las 17 sociedades que lo forman.