Josep Prats ha sido cocinero antes que fraile. Antes de introducirse en la gestión de un fondo de bolsa europea, se dedicó durante quince años al análisis de valores sobre los que establecía precios objetivos y recomendaciones de compra o venta. “La bondad o maldad de estos consejos se ha visto reflejada en un valor liquidativo”, asegura, después de una década dedicado a la selección de compañías por “puro análisis fundamental”, primero en Ahorro Corporación -donde fue director de análisis y director de gestión de patrimonios y renta variable- y desde 2013 en Abante.
Los resultados demuestran que sus análisis han sido correctos, ya que el fondo ha acumulado una rentabilidad del 170% frente al 7% del EuroStoxx 50 durante este período. “Estoy satisfecho porque han sido años difíciles. Tengo todos mis ahorros financieros invertidos en el European Quality y por tanto me afecta directamente por orgullo como gestor y por mi retribución”, bromea Prats, quien tiene una cartera concentrada de entre 23 y 24 valores de un universo de 70 compañías europeas, con muy poca rotación al año. “El año que más movimientos realizo cambio 6 o 7 valores”, señala.
“Son muchos años de seguimiento de empresas europeas, que son grandes compañías globales, con liderazgo en sus sectores, con posiciones en el mercado muy consolidadas desde hace mucho tiempo. Las sorpresas positivas o negativas que se pueden producir en un momento determinado por la coyuntura económica no influyen tanto en sus cuentas de resultados, aunque luego el mercado sobrerreaccione y multiplique por tres o cuatro veces el efecto benéfico o perjudicial que puede tener un mal resultado”, explica Prats.
Todos los expertos confían en que este año se producirá finalmente la ansiada recuperación de beneficios de las compañías europeas, con la ayuda de la bajada del precio del petróleo y la depreciación del euro, a pesar de las incertidumbres económicas que sobrevuelan sobre Grecia y su posible impacto en la moneda común europea. Josep Prats considera que, de hecho, la victoria de Syriza en las pasadas elecciones helenas ayudará a rebajar la sensación de riesgo en los mercados.
“Este año sí que va ser el de la consolidación definitiva del euro. Es la prueba definitiva que el mercado está esperando de que el euro va en serio. El país más problemático de la zona euro gobernado por el gobierno más problemático para el 'stablishment' es el máximo problema imaginable. Y si se resuelve favorablemente, se despejan automáticamente todas las dudas sobre la continuidad del euro”, prevé el gestor del Abante European Quality Fund.
“Europa les puede ofrecer a los griegos menor rigor fiscal, acompañado de más ayuda para que el gobierno de Tsipras tenga algún alivio. Y se llegará a un acuerdo porque está en el interés de todos. Cualquier tipo de quita o condonación tendría un efecto de arrastre sobre el sector financiero que sería contraproducente. La voluntad de los griegos es quedarse en la zona euro porque si volvieran los dracmas la devaluación sería brutal y no podrían comprar nada. Así que el final está claro: Grecia sigue en el euro, no hay impago de la deuda y las dudas sobre la moneda única desaparecen”, insiste Prats.
Con el tema griego resuelto, la cuestión sería recuperar la normalidad en el sector bancario europeo, que “no funciona como debería hacerlo”. “Los bancos han estado con necesidad de recapitalización a base de retención de beneficios e incluso ampliaciones de capital. Con los test de estrés y la supervisión unificada europea, hemos alcanzado un hito en el proceso de integración de Europa. Y la compra de deuda soberana por parte del BCE va a significar un acto simbólico al sentar un precedente: se rompe el tabú sobre una futura mutualización de deuda”, apunta Prats.
Riesgo sobre Europa
Esta sucesión de hechos tendrá un fuerte impacto en la percepción de riesgo sobre Europa, que bajará radicalmente, opina el gestor de Abante. “Los grandes valores de la bolsa norteamericana y europea presentan unas perspectivas de beneficios muy similares porque son compañías globales. Sin embargo, el precio que se paga por una u otra es distinto por la sensación de riesgo sobre Europa”, apunta Prats, para quien el entorno económico actualmente ha ayudado a rebajar esta presión.
“Un euro débil es un balón de oxígeno para las compañías europeas porque facilita las importaciones. Esto aporta un plus de crecimiento y ayuda a las finanzas públicas. La factura del petróleo también es un tema relevante porque el dinero que se ahorren las familias en la gasolina lo podrán destinar al consumo. Y quizás los ajustes de países como Francia e Italia no sean tan dramáticos”, señala Prats, que confía en que una vez que se consolide la recuperación el peso de los partidos populistas disminuya.
Su cartera refleja estas ideas mediante una fuerte presencia en bancos y seguros, que son los más beneficiados de los escenarios de normalización de riesgos, a juicio de Prats. “Las compañías de consumo e industria globales no se han visto perjudicadas ni lo serán en el caso de que cambie la percepción de riesgo”, explica Prats. “Me interesan las compañías automovilísticas alemanas porque son firmas globales con cierto sesgo al segmento de lujo. Y van a seguir creciendo porque el sector a nivel mundial lo sigue haciendo”.
Esta idea de globalidad a la hora de analizar los valores del fondo le sirve a Prats para animar a los ahorradores españoles a dar el salto hacia la renta variable. “Nos enfrentamos a una temporada larga de dos décadas como mínimo de tipos de interés muy bajos. La opción de la bolsa que muchas personas nunca habían contemplado porque les parecía arriesga aparece ahora atractiva, si se plantea con un horizonte temporal de diez años. Y un primer paso sería entrar en compañías cuyo beneficio es menos azaroso, menos volátil, como las grandes firmas de la zona euro, que actúan en un mercado global. Porque la globalización está para quedarse y los ahorradores tendrán que cambiar su mentalidad, acostumbrados a rentabilidades sin riesgo muy altas. Es la hora de poner el dinero a trabajar y que se beneficie de la parte positiva de la globalización”, aconseja Prats.