Opinión

Jaime Botín y Miguel Maura

Por su sentido de la oportunidad, recuperamos este artículo, publicado hace una década en Vozpópuli, en el que se refleja el criterio del banquero Jaime Botín, fallecido este jueves a los 88 años, en torno a la necesidad de que el ejercicio del poder permanezca siempre guiado por una visión integradora, alejada de cualquier sectarismo

  • El banquero Jaime Botín falleció este pasado 15 de agosto a los 88 años

El letargo informativo de los primeros días del año se ha alterado con la publicación de un artículo de Jaime Botín, importante miembro de la clase dirigente y bancaria española, titulado “La derecha política” (El País 4/1/2014), cuyo contenido supone un pronunciamiento claro y contundente sobre quienes ejercen ahora el poder. No dice nada que no se haya expresado en otros medios de opinión por parte de diferentes articulistas, en Vozpópuli hay abundantes muestras de ello, pero lo traigo a colación por tratarse de la primera expresión pública de aguda disconformidad con el estado de cosas de España proveniente de alguien que pertenece al núcleo fundamental del poder, entendido en sentido amplio. Y eso me hace recordar a otro personaje de principios del siglo XX, Miguel Maura, que tuvo la gallardía de denunciar a finales de los años 20 del pasado siglo la situación decrépita de la monarquía de Alfonso XIII, aunque ello le acarreara la ruptura con gran parte del establishment de la Restauración. Para los que venimos sosteniendo que la salida constituyente y democrática a la crisis terminal del régimen del 78 requiere del concurso y de la generosidad de una parte de sus protagonistas, el escrito de Botín en el diario 'El País' es un prólogo que ojalá se enriquezca con más aportaciones del interesado, sobre todo con propuestas, y de otros de su condición social en beneficio del cambio liberal y democrático de España.

Maura y el reformismo imposible

Miguel Maura era un personaje destacado de la derecha española, lo que no le impedía participar del espíritu reformista de su padre, D. Antonio Maura, el de la revolución desde arriba, que tantos disgustos y desavenencias le produjo con Alfonso XIII. El Rey no se encontraba a gusto ni con reformistas conservadores como Antonio Maura, varias veces presidente del Consejo de Ministros, ni con liberales avanzados como Canalejas. No asumía que el porvenir de la monarquía estaba directamente ligado a su capacidad para transformar el país, ensanchando la libertad y la democracia y abriendo las puertas a las demandas sociales de sectores importantes de la población. Precisamente esas demandas y la carencia de respuesta a las mismas son las que Miguel Maura fue conociendo de primera mano tanto en Madrid como en sus viajes frecuentes por España; porque aquellos políticos sí se ocupaban de conocer el país y sus gentes, con independencia del uso que hicieran de ese conocimiento. En el caso de Miguel Maura, su respuesta fue considerar periclitada la Monarquía Alfonsina y cruzar el Rubicón hacia la República. Su despedida del Rey, narrada magistralmente en su libro Así cayó Alfonso XIII, es una muestra de cuán lejos estaba el monarca de la realidad española y cuánto realismo impregnaba la resolución de Maura.

Salvando todas las distancias, la España de hoy se encuentra postrada, con sus gentes desanimadas y víctimas de un desmantelamiento creciente de derechos sociales y políticos por parte de un régimen anegado de corrupciones e incompetencia, que quiere hacer pagar la factura de su crisis al conjunto de la sociedad, especialmente a las clases medias, con el único objetivo de mantener el poder en manos de la estructura partidaria y clientelar, sin la más mínima concesión a las demandas de todo tipo que nutren las manifestaciones pacíficas de miles de españoles. Se suele hacer oídos sordos a todo ello, ignorando que de esa manera se suben las atmósferas de la ebullición ciudadana, lo que puede terminar desbordando los cauces, cada vez más estrechos y mezquinos, del debate político y social en el seno del establishment. Y es ésta una realidad que no puede pasar inadvertida para quienes deseen un horizonte de equilibrio y de estabilidad en el que desarrollar sus profesiones y negocios. Hasta ahora, el silencio de las elites empresariales ha sido clamoroso, casi ominoso, y por ello el pronunciamiento de Jaime Botín adquiere relevancia, sobre todo por  la llamada de atención que contiene.

El valor del pronunciamiento de Jaime Botín

El autor no es ningún diletante ni habla de oídas, se trata de un banquero reputado que ha presidido un banco bien gestionado y valorado por su manera de atravesar dignamente la crisis financiera que tiene patas arriba al sistema bancario español. Como banquero y empresario, además de persona interesada por otras disciplinas, como acredita en su artículo, conoce la dura realidad del país y las dificultades de sus empresas y trabajadores y también conoce la clase de "artistas" que tienen la responsabilidad del Gobierno español. Su testimonio, pues, es valioso para quienes pensamos en un proyecto nacional libre e integrador, alejado del sectarismo y de las visiones carcas y reaccionarias. Por eso, no comparto las críticas de aquellos que despachan su artículo con el desdén y la superficialidad utilizando argumentos ad hominen sin apenas analizar su contenido.

Para tener una idea cabal del pronunciamiento de Botín me permito transcribir las primeras líneas del mismo cuando dice que  “cualquier sentimiento de benevolencia que uno pudiera albergar para con nuestros gobernantes, habida cuenta de la difícil corrida que les ha tocado lidiar, desaparece ante los embustes, triunfalismos injustificados, atribución de méritos ajenos como propios y demás falacias con que nos obsequian”, para concluir con esto otro “si la derecha política gana la partida aquí es como si en América se impusiera un partido republicano dominado por el Tea Party, los herederos del Ku Klux Klan. Algo parecido a un poder integrista religioso, pero en América, y allí funcionan muchos contrapesos. Aquí sería distinto: sería para dar miedo."

Creo que Jaime Botín, como en su día Miguel Maura, ha demostrado interés por el país, lo que no es poco, y ha realizado un servicio, primero a los suyos, aunque no se lo reconozcan, y después a todos los que observamos con estupor e indignación los derroteros de la gobernación de España. En todos mis escritos y en mi reciente libro, La agonía de la Transición, vengo reiterando la necesidad de tender puentes entre los habitantes de la ciudadela y los que en los extramuros deseamos un país libre y civilizado, garantizado por un Estado defensor de los viejos valores burgueses y republicanos que forman parte de la genética del liberalismo español. Ojalá éste Botín se incorpore a la nómina de algunos predecesores suyos en el mundo bancario como José María Aguirre Gonzalo, Luis Valls Taberner o Rafael Termes que por medio de  sus artículos nos enriquecían con sus conocimientos del mundo de las finanzas y de la realidad social y económica en la que operaban sus empresas. Por ello, esperamos sus propuestas con verdadero interés. Hay mucho en juego.

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