Opinión

El funeral del mileurismo

Aturde desde los medios oficiosos un relato que repite que todo va bien, a contramano de las cuentas caseras de los ciudadanos, para los que llegar a fin de mes es la verdadera maratón de España

La verdad, la política española ha entrado en un remolino de tensión insostenible.

Sánchez no da abasto, tiene más problemas que los astronautas del Boeing, esos que no pueden volver. Y están empezando a oler mal los cuerpos que va arrojando en el maletero.

Por ejemplo, Ábalos y Koldo. Que, si hay algo que se les da bien, es hablar. Si señor, desde el maletero, por eso es que, al hablar, se les nota un poco incómodos. Pedro los tiene bien atados, pero le faltó amordazarlos, tal vez pensó que no haría falta, seguramente, por lo de bien atados, pero no. Error. De papá a papá. Ya tú sabes.

Mientras tanto, aturde desde los medios oficiosos un relato que repite que todo va bien, a contramano de las cuentas caseras de los ciudadanos, para los que llegar a fin de mes, es la verdadera maratón de España.

El español promedio ya está abandonando las marcas tradicionales. Es el momento del nacimiento y fortalecimiento de las marcas blancas o segundas marcas, que por precio se hacen populares. Bajan la calidad y la cantidad, esto se llama de nombre inflación y de apellidos pobreza estructural.

Mientras tanto, esas figuras revolviéndose en el maletero del poder son apenas las primeras, vendrán más, lo mismo ocurrió en cada ocaso bolivariano. Sin embargo, ya encontrarán la manera de que un referéndum, cualquier desastre natural o la epidemia que sea, les sirva para hacerte mirar un pajarillo mientras va desapareciendo para siempre el mileurismo español.

"Mileurismo" seguirá siendo un españolismo, pero ya significará, por ejemplo: Persona que vive en la pobreza y podría estar acercándose peligrosamente, por accidente o error a la pobreza extrema

Y de pronto, el mileurismo ya no existe más, Sánchez ha logrado en tan solo seis años malograr la condición sostenible del mileurista ibérico. Esto es un logro indiscutible de este gobierno en el plano económico y es un dato, o mejor dicho una conclusión apoyada en decenas de datos.

Hasta la RAE ha incorporado efectivamente al diccionario el tan español "Mileurismo", que define como un fenómeno social relativo a la proliferación de mileuristas, admitiendo una condición social hoy extinta, la ¨condición de mileurista¨.

Dile adiós, no más, mileurista dentro de muy poco no va a significar lo mismo y espero que la RAE lo refleje en alguna revisión.

"Mileurismo" seguirá siendo un españolismo, pero ya significará, por ejemplo: Persona que vive en la pobreza y podría estar acercándose peligrosamente, por accidente o error a la pobreza extrema.

O algo así, no es que ose aportar ideas a ese cúmulo de cerebros de a uno por letra, que se sientan allí en la Real Academia Española. Gloria y honor.

En fin, el fin del mileurismo coincide con la idea de que te olvides de comprarte una casa y de que ni lo sueñes si eres un joven formado en busca de trabajo, por ejemplo. Y ni hablemos de coches y esas cosas que además van en contra de la agenda 2030.

La fuga de los jóvenes

Una verdadera pena porque, hasta hace poco sumando mil euros y contando con Zara e Ikea, tenías una foto de perfil de clase media. La próxima cosa muy mala que deriva de la muerte del mileurismo, es que algunos jóvenes comenzarán a emigrar.

Se buscarán la vida por ahí, son españoles, algunos por buenos currantes y otros porque sus padres les han pagado la universidad. Todos le habrán puesto a su futuro el pecho o la cabeza, o las dos cosas; y solo trabajan los veranos en la costa, pues no aguantarán mucho más.

Se producirá entonces una creciente diáspora juvenil, una fuga de cerebros bien amueblados y de buenos brazos de España para todo el mundo, que hoy es más redondo de lo que lo ha sido nunca.

Visto lo visto, tendrán que evitar México además de Cuba, Colombia, Nicaragua y Venezuela, porque la deriva del gigante norteamericano en socio de estos, lo ha llevado a cometer la imprudencia de decirle a los socialistas que vayan a la asunción de la nueva presidente, pero sin el Rey de España.

“Cosas veredes amigo Sancho que non crederes”

En fin, que nuestros jóvenes ex mileuristas no van a ir adonde se aplican las políticas de las que están huyendo, por las que estarán dejando familia y amigos atrás otra vez, esa dolorosa y reiterada costumbre española. Este proceso se desarrollará gradualmente, y por múltiples razones, en principio el imposible acceso a la primera vivienda que está despareciendo de los grandes centros urbanos. Y si copian también la ley argentina de regulación de propiedades en renta, como quiere el ala izquierda del gobierno, pues bailarán otro tango triste.

No hay estado de bonanza hoy en España. No hay estado de bienestar. Hay un estado de necesidad generado por el estado, que hace depender al ciudadano cada vez más del estado. Eso es lo único que hay.

Los días por venir no parecen tan gloriosos para Sánchez como él seguramente quisiera, porque camina sobre una cuerda floja, sosteniendo, cual vara de equilibrista, a una mujer entre sus brazos, a punto de caer a cada paso

Además de unos problemas agregados, como la inmigración ilegal y su estrecha relación con la inseguridad ciudadana, el descalabro institucional en los medios y en la justicia, la corrupción campante, el endeudamiento público por generaciones y muchos otros a puro ritmo bolivariano. Chévere. Deberíamos ir practicando el perreo, que aparentemente es lo que nos toca.

En fin, que me perdone la RAE, pero para la transformación de la democracia española en esta cosa, todavía no hay palabras, solo días por venir.

Y los días por venir no parecen tan gloriosos para Sánchez como él seguramente quisiera, porque camina sobre una cuerda floja, sosteniendo, cual vara de equilibrista, a una mujer entre sus brazos, a punto de caer a cada paso. Y esta vez, sin red. Sin contar a su familia, que le llueve y truena, ya todo alrededor se le está formando la tormenta perfecta.

Los restos del tejido social

En su lugar, cualquier líder precavido iría pidiendo el teléfono de Harvey Keitel, el inolvidable Winston Wolf en Pulp Fiction, la de Tarantino. Porque no creo que haya otro capaz de limpiar los restos de tejido social que habrán volado en pedazos cuando acabemos con estos años de vilipendio que sufre la democracia española. Es posible que hoy Harvey Keitel, con 85 tacos en la galera, ya no pueda con el desaguisado que dejará sin duda este gobierno, pero tal vez les pueda recomendar a alguien.

Sin embargo, al mileurismo, a nuestro querido mileurismo, ya podemos despedirlo en silencio, como a un viejo amigo, como a un lindo recuerdo, sin misa ni procesión.

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