Internacional

Estados Unidos, el último bastión contra la digitalización: ¿por qué se sigue votando de manera tan tradicional?

Un complejo sistema electoral, la desconfianza y el arraigo a la tradición frenan la modernización del voto en el país norteamericano

  • Colegio electoral en Nueva York en las elecciones de 2016. -

En una era dominada por la tecnología, donde la digitalización ha permeado casi todos los aspectos de la vida, Estados Unidos se erige como una excepción en lo que respecta al sistema de votación. 

Mientras que numerosos países han adoptado el voto electrónico, el país norteamericano se aferra a métodos tradicionales, lo que suscita interrogantes sobre las causas de esta resistencia a la modernización.

Un sistema electoral único y complejo

El sistema electoral estadounidense se caracteriza por su singularidad y complejidad, cimentándose en el Colegio Electoral, un organismo que ostenta la responsabilidad de elegir al presidente tras evaluar los votos de los ciudadanos. Este sistema, donde el voto popular no determina directamente al ganador, ya presenta una peculiaridad que lo distingue de otros modelos democráticos.

El proceso electoral, que se inicia un año antes de la votación, con los aspirantes a candidatos buscando apoyos y registrándose en la Comisión Federal Electoral, está marcado por una serie de etapas que contribuyen a su complejidad. Le siguen las primarias y asambleas electorales, donde los partidos eligen a sus candidatos. Estas primarias y caucus, como se les conoce en inglés, varían en su formato según el estado y el partido, pudiendo ser abiertas, cerradas o una combinación de ambas. Esta diversidad de procedimientos añade una capa adicional de complejidad al sistema.

El Colegio Electoral, compuesto por 538 electores, refleja la estructura federal del país, con cada estado teniendo un número de electores equivalente a su representación en el Congreso. Para ganar la presidencia, un candidato debe obtener la mayoría de los votos electorales, lo que equivale a 270 votos. Este sistema, diseñado para equilibrar la influencia de los estados en las elecciones presidenciales, puede dar lugar a situaciones donde el candidato que gana el voto popular a nivel nacional no obtiene la presidencia, como ocurrió en las elecciones de 2000 y 2016.

La elección del presidente no se limita a la votación popular, ya que el Colegio Electoral introduce un elemento indirecto en el proceso. Los ciudadanos votan por los electores, quienes a su vez se comprometen a votar por el candidato que ganó el voto popular en su estado. Sin embargo, en Maine y Nebraska, los votos electorales pueden dividirse entre los candidatos, lo que añade una particularidad adicional al sistema

El temor al fraude: un obstáculo a la digitalización

A la complejidad del sistema se suma el temor al fraude, un argumento que ha ganado terreno en los últimos años y se presenta como el principal impedimento para la digitalización del voto. La posibilidad de manipulación de los resultados, la vulnerabilidad a ataques cibernéticos y la falta de confianza en la seguridad de los sistemas electrónicos son algunas de las preocupaciones que se esgrimen.

Seguidores de Trump se manifiestan contra el supuesto fraude electoral

Imagen de los seguidores de Donald Trump se manifiestan por el supuesto fraude de las elecciones de 2020.

Este temor se ha visto exacerbado por la creciente polarización política y la desinformación, que han sembrado dudas sobre la integridad de los procesos electorales. La desconfianza en las instituciones y la proliferación de teorías conspirativas han contribuido a un clima de escepticismo hacia cualquier cambio que pueda percibirse como susceptible a la manipulación.

Los defensores del sistema tradicional argumentan que el voto presencial, con la identificación del votante y el conteo manual de las papeletas, ofrece mayores garantías de seguridad y transparencia. Señalan la dificultad de auditar los sistemas electrónicos y la posibilidad de que hackers interfieran en los resultados.

Sin embargo, los expertos en seguridad informática sostienen que los sistemas de voto electrónico pueden diseñarse con robustas medidas de seguridad que minimicen los riesgos de fraude. Argumentan que la tecnología puede, de hecho, aumentar la transparencia y la trazabilidad del proceso electoral, facilitando la detección y prevención de irregularidades.

Arraigo a la tradición y falta de un sistema unificado

La tradición también juega un papel importante en la reticencia a la digitalización. El sistema electoral actual, con sus peculiaridades y arraigo histórico, se percibe como parte integral de la identidad política del país.

Además, la falta de un sistema electoral unificado a nivel nacional complica aún más la implementación de un sistema de voto electrónico. Cada estado tiene sus propias leyes y procedimientos electorales, lo que dificulta la estandarización y la adopción de una plataforma digital común.

El voto por correo: una alternativa con limitaciones

Si bien la opción de votar por correo existe en algunos estados, este método también ha sido objeto de controversia y se ha visto afectado por la polarización política. Las restricciones impuestas en algunos estados, como la obligatoriedad de justificar la ausencia para solicitar el voto por correo o la limitación en el número de buzones para depositar las papeletas, han dificultado la participación de ciertos sectores de la población.

Además, la desconfianza en la seguridad del proceso, alimentada por denuncias infundadas sobre el extravío de votos o la manipulación de las papeletas, ha erosionado la confianza en este método. La politización del voto por correo ha contribuido a que se perciba como un sistema vulnerable al fraude, a pesar de que los estudios no han encontrado evidencia que respalde estas afirmaciones.

El líder demócrata en Estados Unidos, Joe Biden

Imagen de las elecciones de 2020; marcadas por el COVID-19, las mascarillas y el voto por correo.

La pandemia del COVID-19 impulsó el voto por correo en las elecciones de 2020, pero también intensificó la controversia en torno a su seguridad e integridad. La desinformación y las acusaciones infundadas de fraude masivo, amplificadas por algunos sectores políticos, generaron un clima de incertidumbre y desconfianza que ha persistido hasta la actualidad.

A pesar de sus limitaciones, el voto por correo ofrece la ventaja de la accesibilidad, permitiendo la participación de personas con dificultades para desplazarse a los colegios electorales o que residen en el extranjero. Su implementación de manera segura, transparente y equitativa, con garantías para todos los votantes, podría ser un paso importante hacia la modernización del sistema electoral estadounidense.

Ventajas y desafíos de la digitalización

La digitalización del voto podría aportar ventajas significativas, como la agilización del proceso, la reducción de costes, la mayor accesibilidad para los votantes (pese a la brecha digital) y la disminución del margen de error. Sin embargo, los desafíos en materia de seguridad, privacidad y confianza son considerables.

En un país con una población tan grande y diversa como Estados Unidos, la digitalización podría facilitar la participación electoral, especialmente para aquellos que enfrentan dificultades para acudir a los colegios electorales, como personas con discapacidad, trabajadores con horarios extensos o ciudadanos que residen en el extranjero. La posibilidad de votar desde cualquier lugar con conexión a internet podría aumentar la participación ciudadana y fortalecer la democracia.

Además, la digitalización podría agilizar el conteo de votos y reducir el riesgo de errores humanos, que son inherentes a los sistemas de conteo manual. Los resultados estarían disponibles de manera más rápida y precisa, lo que reduciría la incertidumbre y las posibilidades de disputas postelectorales.

No obstante, la implementación de un sistema de voto electrónico seguro y confiable plantea desafíos considerables. La protección de la privacidad de los votantes y la integridad de sus datos es crucial, así como la garantía de que el sistema sea resistente a ataques cibernéticos y manipulación. La confianza pública en la seguridad y la imparcialidad del sistema es fundamental para su éxito.

Encontrar un equilibrio entre la modernización y la garantía de la integridad del proceso electoral se perfila como el reto principal para Estados Unidos en el futuro. Implementar un sistema de voto electrónico seguro, transparente y confiable que disipe las dudas sobre el fraude y garantice la participación de todos los ciudadanos es una tarea compleja que requiere un amplio consenso político y social.

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