Ser, estar y parecer no son lo mismo. Hasta aquí todos lo entendemos, incluso Rufián. Sentado el aserto, podremos decir que una cosa es ser español, otra cosa estar en España y una tercera parecer español. No es baladí, porque en los últimos días hemos visto a la ministra de cosas chulísimas Yoli Diaz, la Fashionaria, decir que lo que ha hecho Ferrovial largándose a Holanda, hartos de que aquí los frían a impuestos, los insulten y les pongan la zancadilla, no es español. Ojo al dato y para la cinta, Gaspar, que diría José María García. Así que no es español, ministra, se referirá usted a la España Matria de la que nos hablaba en su día y que todavía tiene a los lingüistas ojipláticos.
Efectivamente, mi Mari Yoli, España siempre fue femenina: la madre patria, madre, a ver, lea mis labios, joven, ma-dre. Peor ha sido lo del portavocito socialista Patxi López, alias a ti que más te da, que niega la mayor y dice que Ferrovial ni se ha ido ni lo va a hacer. Vaya, he aquí el Junqueras Free Style. ¿Recuerdan cuando el puñetero procés estaba en lo más álgido y se piraron cuatro mil empresas de Cataluña? ¿Recuerdan que Junqueras era consejero de economía de la generalidad? ¿Recuerdan que negó que se hubiera ido una sola empresa y que, cuando el escándalo ya no podía taparse, el Premio Nobel de Oriol soltó “mejor, son unas traidoras y ya volverán”? Pues eso mismo hacen en Can Moncloa.
Ser español es quedarse en España aunque pierdas dinero y acabes más hecho polvo que el cirujano plástico de Leticia Sabater
Aquí no se va ni Dios sin permiso de Pedrete. “No me vaya usted por ahí” es el remoquete de moda entre la Ministrería Montada del Canadá, que se lo espeta con cara de perdonavidas al periodista de turno cuando pregunta cosicas como la identidad de los compis de tito Berni, tito Berni, que dice Ayuso. Entonces, ser español es quedarse en España aunque pierdas dinero y acabes más hecho polvo que el cirujano plástico de Leticia Sabater. He dicho Sabater, no me sean ustedes pérfidos. Aceptemos esta llamada a la defensa del Kremlin que hace la ministra chulísima y la negación de la verdad del portavoz Voroshílov.
A los autónomos no nos gana nadie en materia de patriotismo. Dudas: si el gobierno se cree con derecho a reclamar la condición de España antes que nada, ¿cómo se asocia con Esquerra, que acaba de decir por la boquita de piñón que come con cucharón del consejero de salud de la generalidad que piensa abrir expediente a tres enfermeras del Hospital del Valle Hebrón por decir en RRSS que estaban hartas de que les exijan el “puto nivel C”, textual, de catalán para trabajar en Cataluña?
¿La Legión no es España, pero la Ertzaintza sí?
¿Es patriótico exigirle a Ferrovial que, o se queda o ya está devolviendo todas las subvenciones que les han dado y, a la vez, también lo es meterle un paquete a una compatriota que tan solo asegura que para salvar vidas no es menester conocerse al dedillo los pronoms febles y La Fageda d’en Jordà? ¿Es español el separatismo, que ha recaudado más de un cuarto de millón en multas a comerciantes en los últimos meses por no tener las rotulación en el idioma de Pompeu Fabra? ¿Lo es o no lo es que una empresa decida, en función de sus intereses legítimos, radicarse allí donde mejor la tratan? ¿La Legión no es España, pero la Ertzaintza sí? ¿Las estaciones de gasofa del indepe Canadell tienen derecho a recibir 200.000 pavinis de subvención por ser españolas? ¿Negarse a que se enseñe en español en Cataluña también es ser español? Es decir, ¿ser español no es ser español pero sí lo es cuando se pretende no serlo? ¿Alguien tiene una aspirina a mano?
Urge un manual de españolidad de género, anti patriarcado, anti transfobia, plurinacional, de clase y sostenible. Bueno, también podríamos cambiar de gobierno aunque eso ya se verá, que Sánchez va de geo estratega mundial y no tiene tiempo para pijadas. Aunque casi que mejor.