Opinión

Un alimento, un bien común

La gente miente mucho y es muy hipócrita al hablar de ese tema

  • El David de Miguel Ángel.

Parece que está de moda mandar fotos de pollas. Me entero por un artículo de una revista de El Mundo, que comenta hoy mi amigo Arcadi Espada. El artículo en cuestión es fofo, amojamado y lleno de moralina, tuve relaciones sexuales con él, pero no sabía que tenía pareja; como si eso hubiese detenido alguna vez a una mujer u hombre con ganas. El sexo nada tiene que ver con la moral, a ver cuándo lo aprenden. Ni con la fidelidad. El sexo es una actividad fisiológica, como comer. La fidelidad está relacionada con el engaño, no con el sexo. Tampoco es tan difícil de entender. Pero. Ahora no puedo extenderme en eso. Volvamos al artículo. Está levantado sobre encuestas que siempre son falsas, sobre todo cuando tratan de asuntos relacionados con el follar o que te follen. La gente miente mucho y es muy hipócrita al hablar de ese tema.  

No sé de dónde habrá sacado mi amigo Espada que tengo el “vicio” de mandar fotos no solicitadas de mi polla. Nunca he mandado fotos no solicitadas de mi polla. Aunque lo he hecho respondiendo a envíos de fotos de coños o intercambios eróticos con alguna amiga o aspirante. Aspirante a mi polla, se entiende. La verdad es que me entristece que Espada piense que soy capaz de hacer algo así.

Enredarse en prolegómenos

Hace años pinté un grupo de coños, una serie de retratos de coños de amigas y conocidas, que gentilmente colaboraron con mi proyecto. A cambio, no les envié fotos de mi polla, qué sentido tenía. La verdad es que siempre he preferido enseñarla en carne y sangre. A partir de cierto momento de mi vida, comprendí que es mucho más efectivo sacarse la polla como maniobra cinegética que enredarse en prolegómenos. Ya creado cierto ambiente, establecida la química imprescindible con el objeto de deseo, siempre me ha ido mejor sacándome la polla. En mi experiencia, ríen nerviosas y pero qué haces… pero ese es el momento de, con la mayor delicadeza y sin quitar los ojos de sus ojos, tomar su mano y desplazarla hacia el centro del Universo, es decir, tu polla. Recuerdo que una dama llegó a preguntarme… ¿pero qué quieres qué haga?, y en ese caso la mano no fue suficiente tuve que decir, con voz no carente de autoridad, y acariciando con la mayor ternura una de sus mejillas, al tiempo que deslizando el dedo índice por sus entreabiertos y ya hinchados labios: chúpamela.

Si uno domina el arte de sacarse la polla en el momento preciso, las mujeres no se retiran. Todo lo contrario, aceptan el reto fálico. Las mujeres son maravillosas. Mandar fotos no solicitadas de tu polla es de fracasados. Yo me canto y me celebro a mí mismo. Pero no mando fotos no solicitadas de mi polla, es de mal gusto. 

Mi inclinación a exhibir la polla es mayormente estética. Poseo una belleza que hay que compartir. Generosidad, arrogancia, libertad. Posiblemente

Otra cosa es que soy bastante exhibicionista y he publicado en mi blog, en algunos de mis libros y (hasta donde la férrea censura de las llamadas redes sociales lo permite) en dichas redes, fotos de mi hermosa polla. La censura de la polla es universal; por un millón de tetas y chochos vistos aquí y allá en cines y revistas y semejantes hay como mucho una o dos pollas, por citar al señor Fernando Simón. El falo duro y enhiesto impresiona. Entiendo el disgusto de algunas mujeres (no de los homosexuales, que suelen ser más sexualmente honestos y desinhibidos). Mi inclinación a exhibir la polla es mayormente estética. Poseo una belleza que hay que compartir. Generosidad, arrogancia, libertad. Posiblemente. Pero, pregunto, ¿qué hacer si tienes una polla como la mía de tamaño perfecto (a partir de cierto tamaño una polla comienza a parecer una manguera insípida o un animal moribundo), grosor ideal y glande a juego excelsamente armónico y de aspecto caramelizado e inocente, que allana el acceso a cualquier interesado mediante un latido juguetón que impele al canibalismo? ¿Esconderla? Soy un gran defensor de mostrar la polla. Siempre que no se haga de forma no solicitada, grosera. La polla es un bien común. La polla es un alimento.

Dicen algunas mujeres, en el citado artículo, que les daba asco recibir o contemplar las fotos de pollas no deseadas que les enviaban. Es muy posible. Y que, además, consideraban, algunas muy feas; ese matiz estético me gusta. Ya sé que tal vez está mal decirlo. Pero. A saber cuál hubiera sido su reacción al recibir fotos de una polla hermosa y perfectamente diseñada y proporcionada. Como la mía.

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