Opinión

Grotesca auditoría sobre el castellano en Cataluña

El responsable último de que se cumpla la ley es Sánchez, claro, pero al líder socialista le traen al fresco las leyes, salvo las que benefician a su tinglado

  • Manifestación por el castellano en Cataluña -

Como en una comedia de humor se anuncia una inspección del Parlamento Europeo para comprobar la situación del español en el sistema educativo en Cataluña. La noticia no tiene pies ni cabeza.

¿Parlamentarios europeos para comprobar que el español no tiene cabida en el sistema educativo? Las propias autoridades pedagógicas de Cataluña pueden decirle al mundo entero, incluidos los parlamentarios europeos, que la lengua de Cataluña es el catalán porque ellos lo imponen, que se enseña en catalán porque quieren que toda la comunidad autónoma lo hable por narices, y que tienen inspectores para comprobar que toda docencia es en catalán y solo en catalán. Que se ahorren el viaje los de la Eurocámara. Pueden recibir, si lo desean, un informe de la Generalitat firmado con orgullo por su presidente, alardeando de someter a la población de siempre, a la nueva, al Gobierno de Sánchez y España, y a todo el que le plante cara en Europa o en el Mundo.

La opereta tiene más flecos. Ni van a venir la semana que viene a redimir a los chicos que ni pueden ni quieren aprender catalán, ni el próximo mes, ni a final de año, ni al principio del siguiente. Lo aplazan al segundo semestre de 2023 porque en el primero hay elecciones. Ninguna prisa. Mientras tanto que se asfixie la chiquillada hispanófona mientras le inyectan en vena el catalán porque lo dice el expresidiario Junqueras, el exiliado Puigdemon y el presidentillo Aragonés (no de Aragón, sino de apellido).

Conocer así de primera mano cómo los centros educativos aplican la ley que obliga a que al menos el 25% de la educación se imparta en español. ¡Menudo chiste!

El impulsor ha sido el grupo de Ciudadanos de la Eurocámara, de quien dentro de un año nadie se acordará porque habrán desaparecido en las elecciones municipales y autonómicas. Por supuesto que los socialistas y comunistas, otra extravagancia, han votado en contra para no perder el favor de los independentistas en el Parlamento español.

En el primer semestre de 2023, eso sí, se llevará a cabo una sesión informativa con distintas comparecencias para abordar la situación de la lengua española en Cataluña, y así conocer de primera mano cómo los centros educativos aplican la ley que obliga a que al menos el 25% de la educación se imparta en español. ¡Menudo chiste! Como si no se vanagloriaran en la Generalitat de ahogar al castellano y de violar los derechos civiles de los estudiantes que han solicitado cursar sus estudios también en español.

Europa reclama a la Generalitat que respete el 25% de castellano, una miseria si tenemos en cuenta que es la lengua más hablada. El comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, pidió al presidente catalán que cumpla con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Aragonès le contestó que si quieres arroz Catalina, que no importa que la postergación, persecución y acoso que sufren los chicos catalanes hispanófonos tenga cabida en la Europa de las libertades.

El consejero de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray, les explicará dentro de más de un año, que a saber por donde va el país por entonces, que el modelo de escuela catalana es el mejor para proteger y fomentar a la lengua más necesitada. Como si esto de las lenguas fuera una cuestión de pobres y ricos. Pues que se extienda en toda Provenza la enseñanza del occitano, y en Polonia del norte la del casubio y en Rusia la del tártaro. Vamos, que no tiene ni idea de la evolución natural de las lenguas, ni la quieren tener.

Qué más da que los estudiantes catalanes pierdan sus derechos, lo que importa es que Sánchez no pierda la Moncloa

El responsable último de que se cumpla la ley es Sánchez, claro, pero al líder socialista le traen al fresco las leyes, salvo las que benefician a su tinglado. Por eso mira de perfil, para contentar a sus socios separatistas y aprobar los presupuestos. Qué más da que los estudiantes catalanes pierdan sus derechos, lo que importa es que él no pierda la Moncloa.

El Tribunal Constitucional, que admitió a trámite el recurso a varios artículos del decreto que traslada la responsabilidad de los proyectos lingüísticos al Departamento de Educación, tendría que pronunciarse sobre el asunto, pero ya se sabe que el Constitucional llega tarde, mal y cuando ya no tienen las cosas arreglo. La UE insta a Pere Aragonés a cumplir las sentencias judiciales, pero no sabe Bruselas con quien se las gasta.

Propietarios de dos lenguas

La lengua propia de Cataluña fue el catalán en la Edad Media, hoy es el español, única que cuenta y puede contar con hablantes monolingües. Los hablantes de catalán, digámoslo sin tapujos, no existen, ni pueden existir porque son necesariamente ambilingües, es decir, propietarios de dos lenguas, aunque renieguen de la más empleada en la prensa, en las publicaciones y en el día a día. Hay unas cuarenta lenguas europeas que no pueden existir en solitario, que necesitan ayuda, y una de ellas es el catalán. Eso es tan evidente como los días y las noches. Las posibilidades de desplazar a la fuerza a una lengua como el español sustituida por el catalán son nulas. Habría que buscarle otra que complemente a la que hoy por hoy no cubre toda la comunicación, y ese cambio no entra en la evolución natural de las lenguas, que nunca se movieron por la presión de los gobiernos, sino por la voluntad de los hablantes.  

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