La vicepresidenta segunda del Gobierno está disputando una contrarreloj en Cataluña. Según explican a este diario fuentes moradas de peso, "ERC tiene mano en los sindicatos, pero Yolanda Díaz tiene más". Lo cierto es que la ministra de Trabajo está intentando frenar la influencia de los republicanos en la filial catalana de UGT para salvar la reforma laboral. El plan es presionar a los independentistas con el apoyo incondicional de los sindicatos para convencerles de que solo pueden votar 'sí'.
ERC es la clave de la maraña laboral en el Congreso. Si se suma provocará un efecto dominó que, previsiblemente, arrastrará a otros socios habituales de la coalición, como EH Bildu, al acuerdo parlamentario que debe convalidar la norma estrella de Díaz. Eso sí, los morados siguen viendo el acuerdo con ERC "muy complicado". Y aunque han llegado a asumir que la reforma puede salir con Ciudadanos, ven el último movimiento de Díaz como la última jugada del último minuto. "A ver si le sale", zanjan.
En el entorno de la vicepresidenta y en Unidas Podemos sentó muy mal el duro ataque del portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, a su lideresa. Y es que el independentista redujo la reforma laboral a un mero proyecto personal de su autora intelectual. Por eso, Rufián advirtió con malicia de que su partido no votará ni planes personales ni proyectos políticos.
Un partido valiente contra la reforma
En verdad, la valentía de ERC contra la reforma se explica, en parte, por su capacidad para romper la unanimidad entre los principales sindicatos. Como publicó Vozpópuli, el secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, no ha perdido la ocasión de evidenciar su cercanía con ERC en aras de la 'paz social' en Cataluña. Y eso ha costado algún rifirrafe entre centrales. Aunque la sintonía de ambas con Díaz es total.
Ese es el motivo por el que el máximo responsable del sindicato hermano del PSOE visitó a los políticos secesionistas presos y hasta reclamó el indulto de la consejera republicana Dolors Bassa, quien procede de UGT. Es más ya en septiembre, Álvarez fichó como jefe de gabinete a Cesc Poch, militante de ERC y exmiembro del Gobierno de Quim Torra.
Solo en ese contexto se entiende la visita de la titular de Trabajo a los cuarteles generales de UGT y de Comisiones Obreras allí donde ERC gobierna. El equipo de Díaz, no obstante, reitera que no tiene nada que reprochar a la UGT y que solo tiene buenas palabras para ellos. Es más, no hace más que repetir que la visita a Cataluña solo busca explicar las bondades de la reforma laboral y del pacto alcanzado en el diálogo social.
Darle la vuelta a la estrategia
Altas fuentes sindicales explican que Díaz intenta buscar el apoyo de ERC. Y precisan que la reunión de la vicepresidenta con la UGT, la patronal y los trabajadores es solo para explicar lo bueno del acuerdo y por qué es necesario aprobarlo. Pero el objetivo de la titular de Trabajo es otro más, ya que pretende darle la vuelta a esas conexiones de ERC con el mundo sindical precisamente amarrando ese apoyo de los dos sindicatos para lanzarselo a Rufián.
En plata: Díaz sabe que ERC es un partido dubitativo y muy sensible a lo que piensen sus bases izquierdistas respecto de su acción política. Por eso, la vicepresidenta segunda se ha lanzado a recordar a los independentistas que los sindicatos, referentes para los partidos de izquierda, están con ella y con el acuerdo que se alcanzó en la mesa de diálogo social.
La titular de Trabajo ha estado varias semanas guardando un prudente silencio pero trabajando para armar un acuerdo con ERC que la permita alumbrar su ley con la mayoría de la investidura. Y todo porque levantar el andamiaje laboral con Ciudadanos supondría un duro revés para ella, además de la voladura de la mayoría que sustenta al Gobierno como reconoció este martes un preocupado Jaume Asens, presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos.
El dilema de Díaz es serio, porque la entrada de los de Inés Arrimadas conduce a Unidas Podemos al "escenario menos propicio", según reconocen fuentes de la formación. Y todo porque supondría servir en bandeja a partido como ERC el relato de que la reforma laboral no es de verdad de izquierdas. Todo un misil al partido de Rufián si lo apoya. De ahí su obsesión por forzar al Gobierno a ir más allá gracias a la mayoría de izquierdas de la Cámara
Por el momento, Díaz es fiel a su estilo de hacer sin armar ruido y sin bajar al barro. Así, pese a que la titular de Trabajo no ha querido contestar a Rufián directamente, sí ha le ha lanzado un dardo destinado a presionar a los suyos una vez más: "Subir el salario mínimo o acordar la primera reforma laboral que recupera derechos no es un proyecto político ni personal. Es mejorar la vida de la gente de mi país".