En eso, por lo menos, tienen cierto parecido con el Rey de España. El de ERC ha preferido adelantar sus discurso de fin de año –según la costumbre Pujol- para acercarlo a la Navidad –según la costumbre de la Casa Real-. Pere Aragonès se ha dirigido a ¿todos los catalanes? para decirles que más de la mitad de los no independentistas se vayan atando los machos porque o el Gobierno de la España ofrece respuesta a una ¿mayoría? de catalanes que reclama el ejercicio del derecho a la autodeterminación y la amnistía o ellos, los independentistas, no están dispuestos a renunciar a la independencia de Cataluña. De igual forma, desde la escuela Roselló Pòrcel de Santa Coloma de Gramenet, Aragonès ratificó su disposición a desacatar las órdenes de los tribunales que obligan a impartir un 25% de clases en castellano en todos los colegios de Cataluña.
Ni caso. No hagan ni caso. El único que se atrevió a declarar oficialmente la independencia salió corriendo escondido en el maletero de un coche y por ahí anda como alma en pena. Otros, los menos avisados se quedaron en tierra y han tenido que sufrir el castigo de pasar por la trena una temporada, y la humillación de pedir perdón y retractarse de sus delitos -¿cómo si no se obtiene la clemencia de los indultos?- para salir a la calle.
Ya ninguno tiene lo que hay que tener para dejar en documento oficial lo que pregonan de palabra. El consejero de Educación de Cataluña les dice a los profesores en su discurso navideño que no apliquen lo del 25 %. Pero solo de palabra. Que sean los profesores quienes desobedezcan al Supremo y él, igual que su presidente, hablando por hablar. Si de verdad quieren llegar hasta la desobediencia, ¿por qué no escriben un decreto negando la validez de las sentencias de los tribunales y, así, asumir las consecuencias legales de su desacato? Ellos solo hablan, pero no escriben una sola línea para que el Parlamento catalán apruebe el desacato y la independencia de Cataluña.
Por si acaso no lo entendió, se lo digo yo, militante del PSOE: Olvide la idea de que el PSOE autorice nunca un referéndum de autodeterminación
Aragonès, como cualquier ciudadano español, sabe que haga lo que haga, diga lo que diga, amenace con lo que amenace, ni habrá amnistía para quienes hayan violentado la Constitución y hayan sido sentenciados por el Supremo, ni habrá ni referéndum ni el reconocimiento del derecho de autodeterminación para una parte de los ciudadanos españoles. Creo que el presidente del Gobierno español se lo habrá dejado claro en las reuniones o mesas que celebren o vayan a celebrar. Por si acaso no lo entendió, se lo digo yo, militante del PSOE: Olvide la idea de que el PSOE autorice nunca un referéndum de autodeterminación. Es imposible y –como dijo el torero- “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”.
Si, por casualidad, a algún secretario general del PSOE se le aflojaran las piernas y en un ataque de enajenación decidiera conceder esa ruptura con la soberanía nacional, no tenga usted la menor duda de que el PSOE reaccionaría para evitarlo. ¿Cómo? Como ya ocurrió en 1974, cuando en el Congreso de Suresnes, un grupo bien nutrido y formado de militantes decidió romper con una dirección anquilosada y atrapada en la postguerra civil para devolver al PSOE su auténtica cara y su vocación de servicio a la democracia española. No. No esperen nada de lo que piden en relación con la autodeterminación y la amnistía. No lo esperen porque el PSOE es más, mucho más que su dirección. En 142 años han pasado muchas direcciones por ese partido. Las direcciones pasan. Los partidos, si lo son de verdad, quedan. Y el PSOE no va a sucumbir a los caprichos de una burguesía que se pliega y rinde pleitesía a las dictaduras e intenta sacar los pies del tiesto cuando vivimos en democracia.
Por si lo han olvidado, les recuerdo que el día 1 de febrero de 2005 fue la fecha en la que el Congreso de los Diputados discutió en pleno el plan Ibarretxe. Tras la intervención del lehendakari, subieron a la tribuna de oradores los diferentes portavoces de los grupos parlamentarios. Por el PSOE lo hizo Alfredo Pérez Rubalcaba y, en una larga intervención, que recomiendo se vuelva a leer detenidamente por la actual Comisión Ejecutiva del PSOE y por los miembros de su Comité Federal, entre otras muchas cosas, dijo: “Vamos a decir no a este proyecto porque es radicalmente inconstitucional. Avanzaré algo más, los socialistas nunca estaremos detrás de un proyecto como este que hoy discutimos aquí, que exija un cambio de la Constitución, nunca. Algo más, no estaremos detrás ni permitiremos que ese cambio se produzca nunca. Lo digo para que las cosas queden claras desde este mismo momento”.
Rubalcaba hizo referencia al artículo 13.3 del proyecto de Estatuto para el País Vasco. En el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados queda reflejada la lectura pública que Rubalcaba hizo de ese artículo: “Hay un artículo que se ha mencionado aquí que me voy a permitir leer. Cuando en el ejercicio democrático de su libre decisión, las ciudadanas y ciudadanos vascos manifiesten, en consulta planteada al efecto, su voluntad clara e inequívoca, sustentada en la mayoría absoluta de los votos declarados válidos, de alterar íntegra o sustancialmente el modelo y régimen de relación política con el Estado español, (…) las instituciones vascas y las del Estado se entenderán comprometidas a garantizar un proceso de negociación (…)”. El comentario de Rubalcaba a ese artículo mereció el aplauso de la bancada socialista: “Como ha dicho el presidente del Gobierno, porque vivimos juntos, queremos decidir juntos. Esa es la reivindicación del Partido Socialista esta tarde aquí, la de decidir juntos, porque se vive también juntos”.
Rubalcaba, en nombre del PSOE, rechazó de plano el plan y la posibilidad de que unilateralmente el pueblo vasco pudiera decidir su autodeterminación. Se rechazó sin más. Y así será con cualquiera que pretenda algo parecido a lo que pretendía Ibarretxe. ¡Abandonen cualquier esperanza!