"Ya me han preguntado varias veces por qué, un buen día, después de pasar meses en prisión, decido hablar y colaborar con la Justicia". Así se inicia la carta de dos folios de extensión que el constructor David Marjaliza Villaseñor, uno de los cabecillas de la trama Púnica, ha remitido a Vozpópuli para explicar por primera vez desde que fue excarcelado hace ahora un año los motivos que le llevaron a convertirse en el primer gran arrepentido de la corrupción española. Y lo hace, además, cuando sólo faltan unos días para que el que fuera su socio y amigo, Francisco Granados, acuda a la Audiencia Nacional para declarar voluntariamente ante el juez Eloy Velasco tras negarse a hacerlo en los dos años que lleva en prisión.
La soledad de las horas de celda desde las nueve de la noche, un día tras otro, ofrecen la posibilidad de pensar, de mirar atrás, de ver qué es lo importante de la vida"
En la misiva, Marjaliza afirma que su decisión "no se puede centrar en una sola razón". "La soledad de las horas de celda desde las nueve de la noche, un día tras otro [estuvo en el Centro Penitenciario de Aranjuez desde su detención en octubre de 2014 hasta el 30 de diciembre de 2015], ofrecen la posibilidad de pensar, de mirar atrás, de ver qué es lo importante de la vida y, de verdad, de poder alzar la mirada e imaginar un nuevo horizonte, unas nuevas metas", asegura a continuación. De hecho, recalca que es "en ese momento" cuando entendió que "lo verdaderamente importante de la vida lo tienes delante de tus narices todos los días y no lo valoras lo suficiente: la familia, mi esposa, mi hijo... su futuro".
Son, precisamente, las referencias a su entorno las que, según la carta, le llevaron finalmente a dar en abril de 2015, durante un registro de la vivienda de sus padres en Valdemoro, el primer paso de esa colaboración con la Justicia que desembocaría en junio de aquel año en tres comparecencias ante el magistrado para prestar declaración durante horas y destapar muchos de los interrogantes de la investigación. Al fin y al cabo, asegura que su gran aspiración es que "mi hijo pueda decir que, hasta en estos momentos, se sintió orgulloso de su padre, que hizo lo que tenía que hacer". De hecho, asegura que es "de ese pensamiento" del que arranca su decisión de "hablar de mi con toda franqueza y sinceridad ante quienes tienen la obligación de investigar qué actos son lícitos o no. ¿Quién ante ese pensamiento no hubiera obrado de igual manera?", se pregunta.
"Este tipo de cosas"
Para Marjaliza, sus actuaciones delictivas, "este tipo de cosas" como las denomina en su misiva, "se comienzan arreglando así, primero con el arrepentimiento, confesando, colaborando, reparando el daño causado y asumiendo las consecuencias que de todo ello se deriven. No se puede dar más y no se puede pedir más", recalca. Consciente de que "no tendría que haber hecho cosas reprochables", también considera que "el reloj, en ésta, como en muchas ocasiones, no se puede volver atrás". Eso sí, también destaca que no todo lo que ha hecho durante su actividad profesional es delictivo. "Soy empresario desde hace treinta años y mi vida se ha sostenido en el trabajo diario, duro y constante. Algunas cosas, muy pocas, pueden ser penalmente reprochables", admite.
Este tipo de cosas se comienzan arreglando así, primero con el arrepentimiento, confesando, colaborando, reparando el daño causado y asumiendo las consecuencias que de todo ello se deriven"
Y son por ellas por las que está "dispuesto a pagar lo que la Justicia determine"."Esa es mi tranquilidad de conciencia, pagar mi deuda con la sociedad con todo lo que la Justicia tiene previsto para mí", continúa la carta, en la que también recalca que después de ello aspira "reconstruir mi vida, poder volver a mis hábitos iniciales de trabajo, tesón y esfuerzo. Eso es lo que yo sé hacer, lo que he hecho toda mi vida y para lo que, no sólo estoy dispuesto a luchar, sino que ya estoy luchando".
Agradecido al juez
En ese punto, Marjaliza detalla en su carta un episodio desconocido hasta ahora de sus comparecencias ante el juez Eloy Velasco. "Sólo unos pocos, muy pocos, conocen que un buen día, de los varios que estuve declarando, al acabar la sesión, le pedí autorización a Su Señoría para poder comentar algo que iba más allá de ofrecer datos y respuestas a las preguntas que se me hacían". El constructor asegura que el juez Velasco le dijo que "adelante" y se mostró dispuesto a abandonar la sala del juzgado "para que yo hablara con más libertad". "Le dije que no -continúa Marjaliza- que precisamente era a él a quién quería dirigirme especialmente, y que en su nombre recogiera para todos los que estaban interviniendo en las investigaciones mis palabras, que iban a ser breves pero con mucho sentimiento".
Marjaliza asegura que agradeció al juez Velasco "lo que había hecho por mi [...], había puesto coto a una espiral sin sentido en la que estaba metiendo a mi vida y de la que no era consciente"
El empresario asegura que el magistrado "se quedó sentado y me dio la palabra. Y comencé a hablar dándole las gracias por lo que había hecho por mí, porque, sin ser ese el objetivo de la investigación, lógicamente, había puesto coto a una espiral sin sentido en la que estaba metiendo a mi vida y de la que no era consciente, hasta ese momento de confesión y colaboración". Marjaliza considera que con su actuación el juez y los investigadores "habían posibilitado que pusiera en el centro de mi vida lo verdaderamente importante", en referencia a su familia. "Después de aquel día, me sentí libre", añade para, a continuación aclarar a qué libertad se refiere: "Para volver a mirar a los ojos a mi esposa y mi hijo, para volver a trabajar con mi gente creando desde la nada, con empuje, con tesón, esfuerzo, ilusión y ganas sabiendo que, cuando llegue el momento, pagaré mis deudas". La misiva finaliza reiterando esa idea de "libertad" a la que, añade, "dedico y dedicaré todas las horas mi vida". Debajo, la fecha: "Diciembre de 2016". Y su firma: David Marjaliza Villaseñor.