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La aparición de la oruga procesionaria se adelanta por la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas

Los pinos de parques, jardines y explotaciones forestales de algunas zonas de Andalucía, Ceuta o Levante ya tienen grandes bolsones de este peligroso insecto en sus ramas

  • Bolsón de orugas procesionarias.

La aparición de la oruga procesionaria que afecta al pino se ha adelantado este año a consecuencia de la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas, a consecuencia del cambio climático. Los pinos de parques, jardines y explotaciones forestales de algunas zonas de Andalucía, Ceuta o Levante ya tienen grandes bolsones de procesionaria en sus ramas, según alerta la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA).

Así, la organización destaca que la aparición de la procesionaria en 2020 llega un mes antes de lo habitual y recuerda que esta oruga puede ser peligrosa para el hombre y mortal para los animales domésticos. Con un leve contacto con la oruga se puede producir una dermatitis, lesiones oculares, urticaria y fuertes reacciones alérgicas y, además, provoca graves daños a los pinos, lo que supone importantes pérdidas económicas y medioambientales.

La entidad adveirte del riesgo que supone la temprana aparición de la plaga e insta a los ciudadanos y a las administraciones a tomar las medidas de prevención y vigilancia necesarias para evitar dichos perjuicios. Esta semana, dos hermanas de 5 y 10 años respectivamente fueron atendidas de urgencia tras haber entrado en contacto con una oruga procesionaria cuando paseaban con sus padres en el parque de San Amaro, en Ceuta.

Pocos instantes después del contaco con la oruga, el cuerpo de ambas niñas estaba lleno de picaduras, rojeces y su temperatura corporal subió de forma alarmante, aunque ambas están ya fuera de peligro.

También otras localidades de Málaga, Cáceres, Sevilla o Valencia se están viendo fuertemente afectadas por esta peligrosa oruga que ha adelantado su aparición como consecuencia directa del cambio climático. El otoño, uno de los más cálidos que se recuerdan en los últimos años, ha propiciado la aceleración del ciclo biológico y la expansión de un insecto que puede ser muy dañino para personas y animales.

Este factor, sumado a las temperaturas primaverales que, en pleno invierno, están teniendo lugar en determinadas zonas del país han provocado que la conocida como 'oruga procesionaria del pino' (Thaumetopoea pityocampa) haya adelantado el final de su ciclo de desarrollo natural.

"La presencia de procesionaria ha vuelto a adelantarse un año más debido al aumento de las temperaturas antes de lo que venía siendo habitual", ha señalado la directora general de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), Milagros Fernández de Lezeta, que recomienda estar alerta ante la presencia de este tipo de insectos que supone un riesgo importante, especialmente para niños y perros.

De hecho, ni siquiera es preciso el contacto directo con las orugas porque cuando estas sienten una amenaza lanzan sus pelos (tricomas) al aire, que funcionan como dardos envenenados y generan así irritaciones y alergias. Cada oruga cuenta con unos 500.000 tricomas a lo largo de su cuerpo que, al contacto con la piel de la persona afectada, puede llegar a generar diversas reacciones alérgicas debido a la liberación de histamina.

Un tipo de reacciones alérgicas que, en el caso de los animales domésticos, pueden llegar incluso a ocasionar la muerte. Los síntomas del contacto con la oruga que los perros pueden manifestar son inflamación del hocico y cabeza, picores intensos en las partes afectadas y abundante salivación.

En caso de que lleguen a comérselas, la ingestión del tóxico que lleva el insecto puede provocar la necrosis de lengua y garganta, y a consecuencia de ello, la muerte del animal.

ANECPLA recomienda sistematizar los tratamientos de control y prevención de la especie. Los métodos de control más habituales en este caso son la destrucción de bolsones, los tratamientos con insecticidas, el empleo de trampas de feromonas o la instalación de barreras físicas en aquellos lugares o zonas sensibles de ser infectadas.

La elección de un método u otro se realizará por parte de los expertos, tal y como afirma Fernández de Lezeta, "a partir de la toma en consideración de factores como el ciclo biológico en el que se encuentre la plaga, las condiciones ambientales, el nivel de infestación o la minimización del posible impacto sobre el medio, los animales y el ser humano".

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