Los análisis de ADN han confirmado que el trozo de pulmón humano encontrado en la costa de Lanzarote hace unas semanas pertenece a Romina Celeste Núñez, la joven paraguaya desaparecida desde la noche de Año Nuevo, ha informado este jueves el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.
Los investigadores ya contaban con resultados provisionales que indicaban que esos restos podían pertenecer a Romina, obtenidos al compararlos con el rastro genético de algunos enseres personales de la joven, pero la prueba definitiva la ha aportado el ADN de su madre, que llegó a la isla desde Paraguay el pasado día 13.
El marido, en prisión
El marido de la fallecida, Raúl D.C., se encuentra en prisión provisional desde el 16 de enero con cargos de homicidio y malos tratos habituales, aunque hasta el momento ha alegado que él no la mató, sino que se la encontró muerta al regresar a casa la noche de Año Nuevo, se asustó y se deshizo de su cadáver tirándolo en diferentes puntos de la costa de Lanzarote.
Las estadísticas de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género incluyen aún este caso como "bajo investigación", pero si se corroboran los indicios que manejan la Guardia Civil y el Juzgado de Instrucción número 1 de Arrecife, la muerte de Romina Celeste Núñez podría convertirse en el primer asesinato machista de 2019 (la joven murió la noche de Año Nuevo).
Su marido, Raúl D.C., estaba sometido a vigilancia por la Guardia Civil desde el mismo momento en que acudió al cuartel a denunciar la desaparición de su esposa, con una semana de retraso.
Conversaciones
Según han informado fuentes judiciales, los investigadores interceptaron una conversación del sospechoso con un familiar en la que contaba cómo se había deshecho del cadáver de su mujer, cuando hasta ese momento había sostenido que no sabía que le había pasado.
Ello precipitó su detención, llevada a cabo el domingo 13 de enero por la tarde. Raúl D.C. defendió entonces ante los agentes que no había matado a su mujer, pero reconoció que había intentado hacer desaparecer su cadáver, primero quemándolo en el jardín de su casa y luego arrojando sus restos al mar en diversos puntos de la costa.
Romina Celeste Núñez tenía 28 años y un hijo de cuatro, fruto de una relación anterior, que vivía con su familia en Paraguay.