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Votos y urnas: ¿y si sí?

Cuando alguien ha especulado con la posibilidad de que alguien manipule los votos se le ha dicho de todo. Pero ¿y si sí?

  • Una persona votando en las elecciones -

De momento, y para empezar, la Policía Nacional ya está en el asunto investigando un presunto fraude electoral. En Melilla, para más señas. Se trataría de la compra de 10.000 votos emitidos por correo. Recordemos que a los carteros melillenses se les ha debido proteger especialmente después de que unos encapuchados misteriosos los asaltasen y les robaran, vaya por Dios, los papeles del voto por correo para estos próximos comicios. Y no es moco de pavo, porque del pucherazo se desprendería una afectación que estaría sobre el veinte por ciento de los votantes, es decir, un tercio de los representantes de la asamblea autonómica. Estamos hablando de 55.000 electores, así que ya me dirán ustedes. Ese voto ful bien podría, de no haberse percatado las autoridades, trastocar la voluntad popular dando ganador a fulanito en lugar de menganito. Sea quien sea el beneficiario, aunque uno albergue ciertas sospechas.

Cabe preguntarse ¿esto es de recibo en un país en el que se hacen cosas chulísimas desde el gobierno? ¿Esto es de recibo en un miembro de la Unión europea al que hasta hace pocos años una democracia moderna y ejemplar? ¿Podemos, con perdón, fiarnos de la escrupulosidad de los métodos de control de los votos?

Pues miren, igual que José Mota, uno se dice de entrada que no, que es imposible meter la zarpa en las urnas, que eso se queda para repúblicas bananeras. Pero, acto seguido, se pregunta ¿y si sí? ¿Y sin en España existe gente con tan pocos escrúpulos que no se arredra ni ante una urna con tal de conseguir sus propósitos? Me dicen que los controles son muchos, y yo lo creo. Pero acto seguido, por lo del y si sí, me digo, ¿y quién controla a los controladores? El mero hecho de estarnos peguntando estas cosas que son de primero de democracia me hace pensar que estamos en un momento gravísimo. Las sospechas, en nuestro caso, no las hace Trump, ni las hacen extremistas conspiranoicos, ni las hacen los profetas del meteorito que está a cinco minutos de estamparse contra la Cibeles. No, señoras y señores, las sospechas las tiene la Policía Nacional, ojito. Y las tiene fundadas tras los hechos que les he narrado al inicio de este billete.

Hay que mantener una actitud vigilantemente activa porque en España ya nos llegó una república merced a unas municipales tergiversadas y manipuladas ad hoc

Será preciso y urgente que todos los partidos democráticos, y me refiero a aquellos que se creen esto de la democracia y no a los sobrevenidos para controlar el país mediante esas vergonzantes máscaras que ocultan pasamontañas, hagan un enorme esfuerzo el día de las votaciones, singularmente en el recuento donde tantas veces las cosas van de cien, de diez o un voto. También es oportuno que los gabinetes jurídicos de las formaciones serias que, aunque pretenden ganar como es lógico, no consentirían jamás hacerlo con métodos de asalta diligencias, tengan sus maquinarias legales a punto para ejercer todas las medidas oportunas para evitar el pucherazo. Nunca creí que fuese bueno ni sano hablar de estas cosas porque suelen ser el alimento de aquellos que, precisamente, están en contra de que se vote. Pero, visto lo visto, y ante lo que se empieza a conocer no caben dudas. Hay que mantener una actitud vigilantemente activa porque en España ya nos llegó una república merced a unas municipales tergiversadas y manipuladas ad hoc, una constitución republicana que el pueblo no votó jamás, la anulación de candidatos de derechas que, habiendo ganado, fueron apartados a la brava por los frente populistas y otras delicias que nos llevaron al único sitio al que nadie en su sano juicio desearía llegar en la va.

Compréndanme, yo quiero creer con todas mis fuerzas que no va a pasar nada de eso. Pero, ¿y si sí? Ah, y de INDRA ya hablaremos otro día.

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